martes, 18 de noviembre de 2014


 Hace muchos años

EL HOMBRE DE LA BATA BLANCA


Pasea su fama por todos los mentideros el Hombre de la Bata Blanca (HBB); su prestigio luce incuestionable. Sólo los maestros o bachilleres de tiempos muy pretéritos podrían equipararse con él. Pero lo que es ahora mismo, el HBB no tiene rival en cuanto al recibimiento que le da la sociedad,  porque entre propios y extraños su presencia es símbolo de responsabilidad y respeto.

Cuando el HBB saluda o reconoce a cualquier parroquiano en la calle, en el rostro de este se dibuja una sonrisa de satisfacción y orgullo que produce el saberse elegido para tan alto honor por tan alto y augusto personaje. De inmediato,  Fulano, Mengano, Perencejo y Sutanejo se habrán de enterar de la grata noticia y por mucho tiempo tendrán que soportar el escuchar el cuento cada vez como si fuera la primera.

Y es que la figura del HBB es inconfundible: Su blanquísima bata acompaña siempre  a un pantalón de filos bien marcados; sus zapatos negros y siempre bien pulidos que parecen espejos; su perfume invasor hace lo que ni siquiera Afrín es capaz. En su mano izquierda se destaca un anillo de logotipo único y más arriba, en su muñeca, nunca falta un vistoso reloj. Sus palabras siguen siendo la ley y su sabiduría no amerita discusión. La sociedad, definitivamente, lo ama, lo invoca, le exclama, lo reclama y a veces hasta lo proclama. Y el HBB sigue impávido, inconmovible, imperturbable, recibiendo las reverencias de sus siervos y vasallos.
La justicia, tan acomodaticia en estos tiempos, ha inventado sus códigos para el HBB, ya que, muy en el fondo, el HBB es también humano y como tal tiene derecho a cometer equivocaciones y aunque éstas poco o nada se conocen, han venido ocurriendo con frecuencia, solo que existe una confabulación del silencio para que cuando aparezca muerto algún Comendador, el gremio del HBB le eche la culpa a Fuenteovejuna, Señor.

En este sentido, el HBB no ha podido escapar a la sentencia del mi Maestro Prieto Figueroa, según la cual “cuando la corrupción viene desde arriba, como la lluvia, nos moja a todos” y ha entrado a competir de tú a tú con especies de pequeña realea, utilizando incluso, métodos que en nada lo diferencian que de aquellos.
Así tenemos que mientras existen personas dedicadas a dejar a obscuras calles y autopistas con la “distracción” de las luminarias que están abrazadas a los postes, el HBB hace otro tanto, al dejar en tinieblas quirófanos y demás áreas quirúrgicas, mediante la extracción de lámparas cialíticas  de sus unidades, para luego colocarlas en sus consultorios privados y así ahorrarse una buena suma de dinero.

Asimismo, qué diferencia puede existir entre el inescrupuloso policía que le siembra a su eventual cliente unos gramos de droga para incriminarlo en el lodo de su propia impulcritud y el HBB que le siembra a su paciente una gasa, un paño o un rollo de teipe en el estomago para luego socorrerlo, cuando hay tiempo, y tenerlo de vuelta nuevamente en la Clínica Maimonedy?

¿O es que acaso no es parecida la actuación del mecánico que descubre la falla arrechisima del vehículo, la corrige y la falla persiste porque no le hizo nada, con lo que hace el HBB, cuando le extrae al carro humano dos hernias discales y éste sigue presentando la misma descompensación, porque los anillos del motor nunca fueron removidos en la “exitosa” operación?

¿Cómo no encontrar semejanzas entre el diputado o senador que inasiste a las sesiones convocadas por la cámara, pero que sin embarco cobra su dieta como su hubiera asistido y el HBB que no habiendo sido invitado a participar en una intervención quirúrgica, aparece en la papeleta de honorarios médicos cobrando todos los emolumentos, sin ni siquiera haber estado en la clínica ese día? Ah?

¿O es que hay alguna distinción entre enterrar la batería de un helicóptero siniestrado para luego venderla  en el mercado negro, como lo hizo un ex piloto de la gobernación, o mejor dicho, un piloto de la ex gobernación,¡mosca! y enterrar en la casa de algún agüantador  valiosísimas equipos salvavidas, con la misma intención que la del primer truhán?

Casos como estos y peores que estos, hacen que la figura del HBB comience a resquebrajarse antes los ojos de una sociedad que le ha sido fiel y solidaria pero que ha empezado a sentirse amenazada con tantas excusas de “mala praxis medica”  de “negligencia facultativa” que es como la (in) justicia califica los homicidios cometidos, en contra de moros y cristianos, por el Hombre de la Bata Blanca.

Solo cuando el silencio cómplice de los miembros honestos de este blancuzco gremio rompa fuentes y logre arrebatarle la bata blanca y ponerle una camisa blanca de rayas transversales con un número  en el lado izquierdo del pecho, se dará inicio al conocimiento de nombres y apellidos de quienes han abusado de tan sagrado estatus.


Mientras tanto el que este libre de culpa ya sabe qué tiene que hacer, porque de lo contrario “al que le caiga le chupa”. 

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