Hace muchos años
EL HOMBRE DE LA BATA
BLANCA
Pasea su fama por todos los mentideros el Hombre de la
Bata Blanca (HBB); su prestigio luce
incuestionable. Sólo los maestros o bachilleres de tiempos muy pretéritos
podrían equipararse con él. Pero lo que es ahora mismo, el HBB no tiene rival en cuanto al recibimiento que le da la
sociedad, porque entre propios y
extraños su presencia es símbolo de responsabilidad y respeto.
Cuando el HBB
saluda o reconoce a cualquier parroquiano en la calle, en el rostro de este se
dibuja una sonrisa de satisfacción y orgullo que produce el saberse elegido
para tan alto honor por tan alto y augusto personaje. De inmediato, Fulano, Mengano, Perencejo y Sutanejo se
habrán de enterar de la grata noticia y por mucho tiempo tendrán que soportar
el escuchar el cuento cada vez como si fuera la primera.
Y es que la figura del HBB es inconfundible: Su blanquísima bata acompaña siempre a un pantalón de filos bien marcados; sus
zapatos negros y siempre bien pulidos que parecen espejos; su perfume invasor
hace lo que ni siquiera Afrín es
capaz. En su mano izquierda se destaca un anillo de logotipo único y más
arriba, en su muñeca, nunca falta un vistoso reloj. Sus palabras siguen siendo
la ley y su sabiduría no amerita discusión. La sociedad, definitivamente, lo
ama, lo invoca, le exclama, lo reclama y a veces hasta lo proclama. Y el HBB sigue impávido, inconmovible,
imperturbable, recibiendo las reverencias de sus siervos y vasallos.
La justicia, tan acomodaticia en estos tiempos, ha
inventado sus códigos para el HBB,
ya que, muy en el fondo, el HBB es también
humano y como tal tiene derecho a cometer equivocaciones y aunque éstas poco o
nada se conocen, han venido ocurriendo con frecuencia, solo que existe una
confabulación del silencio para que cuando aparezca muerto algún Comendador, el
gremio del HBB le eche la culpa a
Fuenteovejuna, Señor.
En este sentido, el HBB no ha podido escapar a la sentencia del mi Maestro Prieto
Figueroa, según la cual “cuando la
corrupción viene desde arriba, como la lluvia, nos moja a todos” y ha
entrado a competir de tú a tú con especies de pequeña realea, utilizando
incluso, métodos que en nada lo diferencian que de aquellos.
Así tenemos que mientras existen personas dedicadas a
dejar a obscuras calles y autopistas con la “distracción” de las luminarias que
están abrazadas a los postes, el HBB
hace otro tanto, al dejar en tinieblas quirófanos y demás áreas quirúrgicas,
mediante la extracción de lámparas cialíticas
de sus unidades, para luego colocarlas en sus consultorios privados y
así ahorrarse una buena suma de dinero.
Asimismo, qué diferencia puede existir entre el
inescrupuloso policía que le siembra a su eventual cliente unos gramos de droga
para incriminarlo en el lodo de su propia impulcritud y el HBB que le siembra a su paciente una gasa, un paño o un rollo de
teipe en el estomago para luego socorrerlo, cuando hay tiempo, y tenerlo de
vuelta nuevamente en la Clínica Maimonedy?
¿O es que acaso no es parecida la actuación del
mecánico que descubre la falla arrechisima
del vehículo, la corrige y la falla persiste porque no le hizo nada, con lo que
hace el HBB, cuando le extrae al
carro humano dos hernias discales y éste sigue presentando la misma
descompensación, porque los anillos del motor nunca fueron removidos en la
“exitosa” operación?
¿Cómo no encontrar semejanzas entre el diputado o
senador que inasiste a las sesiones convocadas por la cámara, pero que sin
embarco cobra su dieta como su hubiera asistido y el HBB que no habiendo sido invitado a participar en una intervención
quirúrgica, aparece en la papeleta de honorarios médicos cobrando todos los
emolumentos, sin ni siquiera haber estado en la clínica ese día? Ah?
¿O es que hay alguna distinción entre enterrar la
batería de un helicóptero siniestrado para luego venderla en el mercado negro, como lo hizo un ex
piloto de la gobernación, o mejor dicho, un piloto de la ex gobernación,¡mosca!
y enterrar en la casa de algún agüantador
valiosísimas equipos salvavidas, con la
misma intención que la del primer truhán?
Casos como estos y peores que estos, hacen que la
figura del HBB comience a
resquebrajarse antes los ojos de una sociedad que le ha sido fiel y solidaria
pero que ha empezado a sentirse amenazada con tantas excusas de “mala praxis medica” de “negligencia
facultativa” que es como la (in) justicia califica los homicidios
cometidos, en contra de moros y cristianos, por el Hombre de la Bata Blanca.
Solo cuando el silencio cómplice de los miembros
honestos de este blancuzco gremio rompa fuentes y logre arrebatarle la bata
blanca y ponerle una camisa blanca de rayas transversales con un número en el lado izquierdo del pecho, se dará
inicio al conocimiento de nombres y apellidos de quienes han abusado de tan
sagrado estatus.
Mientras tanto el que este libre de culpa ya sabe qué
tiene que hacer, porque de lo contrario “al
que le caiga le chupa”.
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