viernes, 19 de junio de 2015

No puedo más, renuncio!

“He renunciado a ti”, ya era imposible!
Héctor Acosta Martínez

Igual como decidió el poeta, hoy he tomado la infausta decisión de renunciar a ti de manera irrevocable, aunque con mucho dolor; sin embargo sé que es lo mejor para los dos, pero sobre todo para mí, ya que tu presencia se estaba convirtiendo en una especie de droga incapaz de ser controlada por mi voluntad.

De ti estaba pendiente las 24 horas del día; se había producido tal grado de dependencia que no me podía alejar de ti ni por dos minutos. Lo mismo que fuera al supermercado, que visitara a amigos o centros comerciales, la necesidad de ti me impedía tener concentración para las cosas que me ocupaba. No había momento del día, ni de la noche, en que no te estuviera viendo, tocando, sintiendo tus palpitaciones y observando la coloración de tus ojos, para saber que aún permanecieras en vela. En donde estuviera, una especie de autismo que me llevaba siempre a compartir mi mundo sólo contigo, me invadía y me convertía en un extraño entre propios.

Siempre pensé, como dice la canción, que había algo eléctrico entre tú yo, y eso complicaba más las cosas, porque en un país en el que  la luz parpadea con frecuencia, una relación eléctrica la mayoría de las veces nos mantiene descargados, por no decir, desconectados. Y la conexión contigo adquirió tal complejidad que una especie de diálisis-dependencia me mantenía oxigenando mi vida, aferrado a ti, insulinizando mi existencia para poder ofrendártela.

Esta relación que a poco amenazaba con convertirse en enfermiza, si era que ya no lo estaba siendo, me estaba metiendo en demasiados problemas. Aunque de muchos me evadí, estoy seguro de haber causado no menos de una docena de accidentes, la mayoría de tránsito, por estar siempre de ti pendiente, acariciándote, escuchándote y sintiendo tus vibraciones, las cuales estimulaban las mías.

Ya por último hasta cuando hacía el amor, tú estabas allí para captar mi atención: si estabas en silencio, entonces no paraba de verte para saber si me necesitabas y eso que dicen que el amor se hace mejor con los ojos cerrados; si gritabas no no no no no como lo hace Ernesto Jerez cuando narra un jonrón, entonces me interrumpías en el acto y acto seguido, acto acababa.

Finalmente, ayer, al pasar 5 horas accidentado en una carretera, sin electricidad ni batería que me conectara a ti, y viendo y sintiendo mi desesperación por la falta que me hacías, me dije en forma absoluta e irreductible “señores, este juego se acabó” o como cuando cae el último out y el narrador gringo grita “this game is over”.

Así que he decidido mandarte, celular de mi vida, al mismísimo carajo! Esta relación de sometimiento, muy a mi pesar, ha llegado a su fin. De aquí en adelante, si te descargas, te jodiste, no andaré de enchufe en enchufe conectándome; no pelearé más en los aeropuertos por los “puestos cargadores” de las salas de espera, como tampoco andaré de semáforo en semáforo comprando el cargador barato que venden los buhoneros, los cuales mueren, los cargadores, antes que desaparezca el vendedor del retrovisor del vehículo.

En adelante, si no respondo llamadas, pines, guasaps, ni mensajes es porque probablemente tenga  el celular descargado o, simplemente, no vi, ni sentí, ni escuché las señales de alerta. Que nadie se alarme, ni coja a estar llamando al 911 para reportar una desaparición! Que nadie se ofenda, se sienta mal querido, ni disminuido si no contesto su mensaje! Que nadie piense que es que no le paro bolas, ni que me la tiro de una vaina. No, hasta que el capitalismo salvaje o el socialismo chino no inventen un celular que se cargue táctilmente, no andaré más con el cargador, el ahorrador del carro, la lap top, la table, ni el cable de puerto Usb, buscando dónde cipote enchufarme!


Ah y una cosita más le digo, a quien pueda interesar, si llego a mi casa sin la cebolla, la papa, el arroz, el tomate o el pimentón, es porque ese encarguito de último minuto nunca llegó o llegó cuando ya había salido del supermercado; ya me arreché ya, es más!