martes, 27 de abril de 2021

Crónica de una Charla (para orinarse) de las risas

 𝐋𝐚𝐬 𝐚𝐧𝐝𝐚𝐧𝐳𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐂𝐨𝐧𝐬𝐮𝐥𝐭𝐨𝐫


Uno de los oficios más controvertidos que existen en la actualidad es, sin lugar a dudas, el de Consultor. El Consultor es como decir el décimo jugador en el beisbol. Es el off sider favorito de las empresas. Unos cuantos lo adoran, mientras otros …. no tanto, sobre todo por la literatura pesada que hay en la 𝑐ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑔𝑟𝑎𝑓𝑖́𝑎 𝑢𝑛𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑎𝑙 acerca de esta tan necesaria figura en el mundo organizacional. En realidad, en esa chistografía al Consultor siempre lo dejan muy mal parado y hasta hay veces en que no lo dejan mal sentado también.
Sin embargo, hay quienes piensan que lo que pasa es que el Consultor siempre es llamado en los momentos más álgidos, cuando ya las soluciones tradicionales brillan por su ausencia, es decir, cuando todo el mundo adentro ha tirado la toalla. Ante estas situaciones aparece la figura del mago, el alquimista, el solucionador, el artista, el provocador, el motivador, el improvisador, el arriesgado, el que no teme a las alturas (Superman?... no, no es para tanto); pero también el necesitado, el urgido, el socorrido e incluso, recogido.
Lo cierto de todo esto es que quien abrace este oficio debe estar dispuesto a estar siempre en el ojo del huracán y desarrollar esa habilidad del gato para caer parado desde donde sea lanzado. Por ello son muchas las experiencias que se acumulan en media vida, y hasta en menos, dedicada al ejercicio de esa controvertida profesión, por lo que, aprovechando que hoy (ayer o antier seguramente, cuando usted lea esta crónica) se celebra en Venezuela Eʟ Dɪ́ᴀ ᴅᴇʟ Hᴜᴍᴏʀ, vámonos de cuento con una de las vicisitudes por la que pasó este Consultor amigo de ustedes, una vez en que, sin aviso y sin protesto, fueron requeridos sus servicios para apagar un fueguito en una organización.
El caso es que estando aún de reposo de una operación de próstata que hube de practicarme en el año 2012 y estando aún lejos de que se me venciera dicho período de cesantía temporal, fui llamado por la Unidad de Recursos Humanos de Ferrominera, para solicitarme les diera una charla, casi que con carácter de urgencia. Para los que desconocen el lenguaje que se habla en nuestras empresas, esa solicitud era para ayer. Y como uno como Consultor lo último que debe hacer es decirle que no a un cliente cuando le está solicitando sus servicios, pues entonces decidí diferir el reposo y afrontar aquel compromiso, que era todo un reto para alguien que aún no tenía 20 días de post operatorio.

Rosa, Flor y Sol, parte del equipo de RRHH que llevó la Risoterapia para Ferrominera

Las analistas de Ferrominera me estaban pidiendo una charla acerca de la Risoterapia y sus beneficios para la vida. Ellas se habían enterado que recién había terminado un Programa de Coaching de Bienestar y que dentro de sus contenidos había un módulo de 𝗥𝗶𝘀𝗼𝘁𝗲𝗿𝗮𝗽𝗶𝗮 𝘆 𝗛𝘂𝗺𝗼𝗿𝗶𝘀𝗺𝗼 (seguramente yo mismo lo había promocionado ¡porque los consultores no se quedan con nada!), de modo que querían probar mis conocimientos del área para evaluar la posibilidad de colocar esos contenidos en su programas de adiestramiento, y bueno, estando yo ahí cerquita muchas serían las posibilidades de trabajo que se abrirían en ese sentido. Eso lo pensaba yo, claro, cuyo optimismo me llevaba a ver en todo una oportunidad de trabajo.
Lo cierto es que me retiré a preparar mi charla, la cual comencé por intitular Una charla de las risas y estaba dirigida a todos los analistas de Recursos Humanos y a quienes ellos quisieran invitar.
A la semana ya mi charla estaba diseñada con ayudas audiovisuales, contenidos, ejercicios y todo. Para ello me valí de un par de libros de mi amigo, maestro y Risólogo número 00001 del mundo, el inefable Menahem Belilty, creador también del concepto musical humorístico Fᴏʟɪ Vᴇʀɢᴜᴇ́ Tᴀᴋɪᴛɪᴛᴀ y de algunas otras organizaciones del mismo género. También me socorrí con ejercicios provenientes del 𝐘𝐨𝐠𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐑𝐢𝐬𝐚, género pariente de la Risoterapia que incorpora el yoga en la práctica de la risa fingida y cuyo mayor exponente, y esto sí fue realmente sorpresivo para mi, no risible, por supuesto, fue un hindú (¡tan seriecitos que son ellos!) llamado Madan Kataria. Ambos modelos tratan de lo mismo: de cómo mejorar la vida y la salud a partir de la risa, risa fingida en un primer momento, ya que el cerebro no distingue entre una fingida y una risa real, por lo que los beneficios se obtienen con ambos ejemplares de risas, todo esto como aprendizaje del descubridor de la risa terapeútica, Norman Cousins, quien posteriormente sellaría su descubrimiento en un libro intitulado “Aɴᴀᴛᴏᴍɪ́ᴀ ᴅᴇ ᴜɴᴀ ᴇɴғᴇʀᴍᴇᴅᴀᴅ”.
Con la puesta a punto llegaría el día de la charla, a la cual asistí puntualmente el día y hora acordada en los salones de la Gerencia de Recursos Humanos de la empresa. Allí me esperaba un salón repleto fundamentalmente de mujeres dispuestas a sacarle el queso a la tostada, de modo que muy pronto comenzamos con un poco de la teoría motivadora, la que por sí sola es motivo de risas, porque más que teoría es una práctica de la manera como nació todo este embrollo de cosas maravillosas.

Mientras se ríe no se piensa en otra cosa que no sea el motivo de la risa.

Posteriormente pasaríamos a reírnos con las 𝑠𝑖́𝑙𝑎𝑏𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑟𝑖𝑠𝑎 𝑗𝑎, 𝑗𝑒, 𝑗𝑖, 𝑗𝑜, 𝑗𝑢 ., ya que estábamos en lo que había sido el motivo del encuentro: reír. En la medida que avanzábamos en ejercicios se profundizaba la risotada de los participantes, quienes con la guía de éste su facilitador, imitaban y mejoraban la sonoridad y espectacularidad de la risa, de modo que de un momento a otro allí ya nada era fingido y al contrario, las explosiones de risas espontáneas daban lugar a nuevas expresiones faciales y corporales que se incorporaban para provocar nuevas manifestaciones.



La risa contagia a los paladares más exigentes, lo que se demostró en el módulo en el campo

A estas alturas ya se operaban cambios en las fisiologías de los participantes: algunos se veían claramente exitados (exaltados, pues, para evitar malas interpretaciones), a otros se les veía enrojecidos los cachetes, mientras otros sudorosos no dejaban de reír. Hasta el facilitador delataba cambios en su fisiología sólo perceptibles por él mismo ….aparentemente. Finalmente haríamos ejercicios provenientes de la experiencia de Madan Kataria o lo que es lo mismo El Yoga de la Risa para terminar con ese salón convertido en una parranda de risas, abrazos, apretujones, empujones y hasta de besos, en agradecimiento por el par de horas que pasamos riendo.
¡La risa no requiere de mucho esfuerzo!
Rosa, una de las coordinadoras y participante que más se gozó la velada, se me acercó para retroalimentar el evento y aún presa de la emoción me confesó “a mi me gustó mucho ver que tú te meabas de las risas, al igual que los demás participantes y eso me provocaba mayor risa”.
Lo que Rosa y demás participantes no sabían es que Rosa tenía razón en lo que decía, porque mientras hacíamos los ejercicios de la risa, yo, como dicen los chicos de hoy, literalmente, me orinaba de las risas y mientras más lo hacía, pues más me reía de mi propia fisiología. Todo esto debido a que luego de una operación de próstata viene en la mayoría de los casos, un período de incontinencia urinaria producido por unas vacaciones unilaterales que se toma el esfínter, dejando al usuario a merced de eventos como hacer ejercicio, toser, estornudar, reírse o cargar objetos pesados que ocasionan la salida involuntaria de la excreción, en lo que se conoce entre médicos como Incontinencia por esfuerzo.
Esto, por supuesto, no lo sabía el yo facilitador de 𝐓𝐞𝐫𝐚𝐩𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐑𝐢𝐬𝐚; aunque de haberlo sabido seguramente me habría arriesgado igual porque … para un Consultor en suma necesidad no hay incontinencia demasiado caudalosa que lo detenga, o sea.


𝘜𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘭𝘵𝘰𝘳 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘦 𝘺 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢 𝘢𝘭 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰. 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘚𝘢𝘯 𝘗𝘦𝘥𝘳𝘰 𝘭𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘪𝘣𝘦, 𝘩𝘢𝘺 𝘮𝘪𝘭𝘭𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘢𝘱𝘭𝘢𝘶𝘥𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘭𝘰.
- ¿𝘘𝘶𝘦́ 𝘱𝘢𝘴𝘢 𝘢𝘲𝘶𝘪́? -𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘭𝘵𝘰𝘳.
- ¡𝘘𝘶𝘦́ 𝘷𝘢 𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳! 𝘜𝘴𝘵𝘦𝘥 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘦 160 𝘢𝘯̃𝘰𝘴.
- ¿160? ¡𝘠𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 40!
- ¡𝘐𝘮𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦! ¡𝘏𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘶𝘮𝘢𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘳𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘦 𝘧𝘢𝘤𝘵𝘶𝘳𝘰́ 𝘢 𝘴𝘶𝘴 𝘤𝘭𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴!