martes, 21 de noviembre de 2017

Ley de Ostracismo


O la sinceración de las evasiones judiciales

No hay dudas que la actual situación de la vida de los venezolanos ha llegado a ámbitos en los que no existían sospechas que pudieran ser afectados.
La crisis que en algún momento pudo haber sido sólo política, en la actualidad ha permeado casi todos los espacios de la vida, ocasionando malestares y sinsabores en uno y otro sector, que es como decir mitad y mitad de los venezolanos, porque el sector indiferente parece no existir en las coyunturas actuales.

En este sentido, el enfrentamiento entre facciones políticas, aparentemente normales en la vida de cualquier país donde la beligerancia sea el signo de la vida democrática, ha venido escalando tanto en intensidad, como en frecuencia; pero al mismo tiempo ha ido ampliando su radio de acción al desplegar sus largas alas por todo lo ancho del espectro nacional, al punto que ya no hay ningún sector que haya quedado incólume.

Las decisiones del poder judicial, el que diera la impresión de haber hecho adherencias con los demás poderes, no ha quedado exento de la diatriba, ya que sus decisiones tanto por comisión lo mismo que por omisión, levantan mucho polvo cada vez que se producen, haciendo mella en la psiquis de las personas dado que, cada evento lo mismo causa el empoderamiento y entusiasmo de un sector, como la ira y la frustración del otro sector en pugna, aunque más en los hinchas de cada uno de ellos, que son quienes viven emocionalmente los fallos del sistema.

En este orden de cosas, si hay un hecho que radicalice más a la población  que está atenta del desarrollo de los acontecimientos políticos del país, lo constituyen las evasiones judiciales, esas que se producen cada vez que a algún alto político le conceden el beneficio de casa por cárcel (no conozco del primer roba gallinas al que le hayan dado ese socorro) y termina volándose fuera del país, despertando la suspicacia de muchos que acaban pensando que a ese preso le hicieron una pata e gallina (Francis Mirlene, dixit) es decir, que fue ayudado desde el gobierno. Lo que tampoco se puede desconocer es que parece haber algo de injusticia aún en la justicia, cuando a alguien lo hospedan en un hospicio de castigo del tipo Ramo Verde, sobre todo cuando se trata de personas que en ningún momento estuvieron escondidas. Nada de eso. Es más, público, notorio y comunicacional que toda su actuación fue a vox populi!

El problema con las fugas o evasiones de políticos que han sido sentenciados y que hasta ahora se cuentan por decenas, es, por una parte, el sentimiento de injusticia que cunda en el ambiente, ya que además, de ñapa, se produce una especie de burla. Pero por otro lado, queda en la conciencia colectiva de que ya no puede ser casualidad que tanta gente se evada sin contar con la complicidad de algún personaje del alto gobierno. Sin embargo, el razonamiento va aún más allá cuando las personas comienzan a intuir que estas sospechosas evasiones pudieran tratarse de acuerdos entre gobierno y oposición, a los cuales se ha llegado en las fulanas mesas de diálogo, para unos y de negociación para otros.

De común acuerdo con esto que hemos venido planteando y observando, y ya que las evasiones se están haciendo consuetudinarias y que a nadie en el alto gobierno parece importar, me ha dado por pensar si es que ya no es hora de sincerar esta presunta aberración política-judicial, diseñando una ley que consienta el destierro para ciertos y determinados delitos cometidos por políticos, que no delitos políticos …. o también.
Estamos hablando, entonces, pensando en los griegos, de una Ley de Ostracismo, que castigue al delincuente extrañándolo de su país por un determinado tiempo, al cabo del cual pueda regresar y ejercer todos sus derechos.

Los griegos, creadores del concepto de Democracia y de la práctica de este sistema de gobierno dentro de los demos y entre los Ciudadanos, que eran todos aquellos que no eran esclavos, nos dieron en herencia la legislación acerca del Ostracismo, naciendo  esta figura por allá por el año 490 a. de C. cuando el legislador Clístenes, uno de los padres de la Democracia griega, hizo aprobar un paquete de leyes entre las que se contaba el Ostracismo.

Con esta Ley se castigaba a todos aquellos políticos que durante el ejercicio de sus funciones hubieran cometido delitos, producto, muchas veces, de las       prerrogativas de las que gozaban y, en consecuencia, hubieran abusado en el ejercicio de ese poder. Para ello se reunían los demos y en una votación que involucrara los dos tercios de los ciudadanos se procedía al destierro de la persona que acumulara una alta votación.

Más allá del tecnicismo y de la fidelidad histórica, lo que interesa es destacar la necesidad de legislar sobre una materia que se viene convirtiendo en una práctica consuetudinaria, de la cual el grueso de la población se crea sus propias explicaciones, eventualmente, no lo sabemos, muy lejos de la intención de los poderes del Estado. O tal vez cerca?

Lo que sí creemos es que una Ley de Ostracismo vendría a sincerar las evasiones de políticos incursos en delitos y a poner en remisión el desgaste emocional al cual se ha visto sometida una amplia parte de los venezolanos, con lo que ya es una ganancia exponencial, es más.