¿Cuándo es que hay que
armar el peo?
Mucha gente anda por ahí armando líos a los demás en la seguridad que están
respaldados por los mejores argumentos para hacerlo. Y las razones para formarlo
se pasean desde un saludo que no se dio, algunas llamadas que no se recibieron,
hasta la escogencia, en este mundo polarizado, del bando contrario en el que se
encuentra el demandante, de manera que existen cientos de miles de razones para
formarle un peo a alguien, lo que en la actualidad redunda en el rompimiento de
relaciones amistosas y familiares de años de data.
A veces el peo se forma en la intimidad individual del
demandante y se materializa en el retiro del saludo, en el enfriamiento de las
relaciones o en el rompimiento absoluto o total de la relación.
Antes de eso, a usted seguro le formaron un gran follón, como
suele decir mi amigo el Perro Rondón, en el que no estaba presente; aunque
otras veces usted se entera cuando hace una llamada:
- Caraz, tenías tres meses, veinticinco días y 18 horas que
no me llamabas!
– Pero bueno, lo estoy haciendo ahora.
– No me importa, la verdadera amistad se comprueba con tan
solo una llamada de vez en cuando y usted faltó a ese sagrado deber y cataplúm
te cierran el teléfono y esa amistad se fue para el mismísimo carajo.
Hay ocasiones en las que uno tiene que hacerse un Test de
Comportamiento Impredecible (TCI) para ver en qué fue en lo que presuntamente
falló para merecerse la indiferencia de otros y de haber sido condenado al
ostracismo. Previamente pudo haber ocurrido que la argumentación mas
contundente que recibió en su juicio fue del tipo:
- Pero, cómo es posible que siendo él una persona culta,
estudiada, leída, viajada y preparada comparta esas ideas tan absurdas. Y zuas,
te jodiste, congelamiento de relaciones contigo!
En otras oportunidades, el lío es más rudimentario, consuetudinario,
rutinario y hasta semanario, para seguir con la rima:
- "Pero mira las horas en
que llegas"! Lo siguiente es un fin de semana de caras largas y de “en esta
cocina se usa el método Canaima, que cada quien cocina y friega su vaina”.
Como vemos las posibilidades de que a usted diariamente le
formen uno o dos peos, son cada vez mayores, lo que se traduce en una vida
constantemente asediada por las hostilidades en las relaciones, lo que atenta
incluso contra la vida misma, dado que estudios han demostrado que este último
factor reduce en algunos años la esperanza de vida y es un factor coadyuvante
de los problemas cardíacos y coronarios.
En este sentido, teniendo sobre nuestras espaldas esta seria
amenaza, lo mejor será buscar el método que nos permita saber a ciencia cierta
cuál es el mejor momento para armar el peo.
De este modo la Ontología del Lenguaje nos enseña de una
manera expedita, sino cuándo se debe armar el peo, sí qué condiciones deben
seguirse previo a la explosión del zafarrancho.
Primera condición: debe existir un ORADOR. Como Orador entendemos a la persona
que en la relación con la otra persona hace, o bien una PROMESA o bien una
SOLICITUD o PETICIÓN.
Sea el caso, por ejemplo que un Viernes en la noche el señor
de la casa le dice a la esposa:
- Mi amor, esta noche voy a salir y te prometo que llegaré
antes de las 12 de la medianoche.
Segunda condición: debe existir un OYENTE. Este Oyente es la persona a quien le hacen la Promesa o la
petición. En este caso en particular es la esposa del señor que va a salir.
Esta es una Oyente activa, ya que puede demandar condiciones, puede aceptar la
Promesa o puede también ignorarla, no simplemente oír. Si fuera el caso que la
esposa responde, como muchas suelen hacerlo:
- - Sí,
hombre, ya me vienes con el cuento de todos los fines de semana!
Qué pasaría si ese señor se aparece a las 4 de la madrugada?
Aplicaría un reclamo? Bueno, de acuerdo a este método ese señor puede regresar
a la hora que se le dé la gana, como dice Andrés López, ya que, al no ser
aceptada la Promesa por parte de su esposa, entonces, simplemente no existe como
tal, por lo que el Orador queda relevado de toda responsabilidad, al no existir
compromiso de cumplimiento. Para que a ese señor le armen su peo tuvo que
existir un acuerdo entre ambas partes. Se va entendiendo la cosa?
Tercera condición: deben determinarse las Condiciones de
Satisfacción. Aquí se establecen las condiciones del acuerdo, las cuales se
negocian entre el señor y la esposa. Vamos a suponer por un momento que el
señor venga cayéndose de la ebriedad y la esposa lo recibe con aquel sermón:
- - "Mira
el estado en que vienes. Como hay que ver que en ti no se puede creer"!
Aplicaría válidamente el reclamo o el peo, para seguir siendo
coherentes? Aquí nunca se dijo cómo debería llegar ese señor, es decir, no se
establecieron las Condiciones de Satisfacción de la Promesa, siendo por eso que
decimos que el Oyente es activo, porque ella o él regatea, contraoferta, discute
y negocia con el Orador sus propias condiciones, sólo a partir de allí surgen
los motivos que dan lugar a un reclamo. Muy distinto sería si la señora hubiese
dicho:
-Ok, está bien, puedes salir y llegar a lo sumo a las doce de
la noche; pero te quiero bueno y sano, porque en esta casa se hace el amor a
las 12 M, esté o no usted aquí.
Aún así es necesario esperar por el consentimiento de ese
señor, es decir del Orador, porque si éste no consiente y lo manifiesta con la
señal de costumbre, del estado en que regrese se podrá esperar cualquier cosa.
Cuarta condición: cada Promesa o Petición es válida
durante un determinado TIEMPO. Así,
lo que se promete para este Viernes 8 de Mayo es válido sólo para esta fecha y no para cualquier otra, así las
condiciones parezcan las mismas. En ese sentido, este señor no puede salir sin
el “consentimiento” de la esposa y presentarse a medianoche con el cuento de:
- - Pero
si quedamos la semana pasada que yo podía salir y llegar antes de la medianoche
y tú tuviste conteste con eso!
Por esta razón quienes coordinan acciones de Peticiones,
Promesas y Ofertas, deben ponerse de acuerdo en el cumplimiento de esta cuarta
condición, para que este Acto Lingüístico sea lo más inmaculado posible.
De aquí en adelante estamos en condiciones de examinar tanto
los reclamos que hacemos, como los que nos hacen y así poder determinar si las
decisiones que tomamos en nuestro relacionamiento con otros, están “ontológicamente
justificadas” o si por el contrario constituyen “verraqueras” personales.
Si al examinar estas condiciones usted encuentra que todas se
cumplen, entonces es el momento indicado de armar el peo con todas las de la
ley, de exigir cumplimientos, de llamar irresponsables y de declarar cualquier
decisión que usted decida tomar.
Y si se cumplen sólo algunas de ellas, me quedo con estas
ganas atragantadas de armar el peo? Esta es una de las preguntas más formuladas
en los talleres y seminarios, ya que como nos acostumbramos a dejar sobre
entendido nuestros acuerdos, cuesta a veces quedarse con las ansias de formular
el reclamo. En ese caso usted puede formular una tímida queja, algo así como:
- - Coye,
gordo, tenías dos meses que no me llamabas, ni me escribías; tú sí eres así,
vale; tú vas a ver cuando me toque a mí, tú sí eres maluco conmigo,
sinverguenzón!
En adelante, examine muy bien las razones de las que se
siente asistido para formular ese reclamo o para adelantar acciones unilaterales
contra alguien que ni se imagina el daño que usted le atribuye, que mientras no
existan Promesas estrictamente consensuadas, no hay peo que valga!