domingo, 4 de septiembre de 2022

Nostalgia sesentera o "Se solicita muchacha de buena presencia ........."

Todo parece indicar que el estado nostálgico del venezolano no hace más que incrementarse con el paso de los años. Los sitios para derramar la nostalgia se incrementan cada día en las redes sociales, las que parecen redundar en aquello de que todo tiempo pasado fue mejor. Pareciera que haber vivido la juventud durante los años 60 y 70 otorga cierta libertad para juzgar sin censura el momento actual del siglo XXI que vivimos, de modo que detractores y detractoras de la juventud de 2022 es lo que más abunda en los medios electrónicos de comunicación.

Al comentario de "estas sí eran damas, no como las de ahora", las  RRSS entran en ebullición

Las abuelas contemporáneas, aquellas que se emanciparon en el 60/70,  con frecuencia se quejan cada vez que ven una foto de su época y en vez de disfrutar la nostalgia por el buen tiempo vivido, lo que hacen es incriminar el presente con expresiones tales como “esas sí eran damas que se daban a respetar; no como ahora que andan enseñándolo todo”. O cuando los abuelos exhalan un “estas muchachas de hoy lo que se la pasan es guindadas de los hombres … unos bichos feísimos … no como en mis tiempos que para tú verles algo a las mujeres tenías que ser un buen buzo”.

Bellas damas de los 60 engalanaban las calles de
Venezuela cuando ya era hora de subir el ruedo a los vestidos
Así que la discusión se pone buena en las redes sociales cada vez que alguien en un arranque de melancolía, lejos de rememorar con simpatía los años vividos, le da por establecer símiles ¿o disímiles? con el momento contemporáneo que de abuelos y abuelas les ha tocado vivir, no dejando muy bien parada a la juventud de esta década de 2020. Lo bueno del asunto es que aquí en las RRSS nadie se queda callado y, al contrario, a cualquiera se le sale su Otro yo del Dr. Merengue para defender con vehemencia cualquiera que sea su  posición. 



Pavos de los '60 ataviados al último grito de
la moda
No hay que olvidar que las abuelas y abuelos que hoy juzgan a la generación silicona o reguetonera, como eufemísticamente son llamados, vienen de una juventud vivida en los años 60s y 70s en los que se disfrutaron muchos eventos maravillosos; pero también existían, lógicamente, las mismas u otras cosillas que critican a la juventud actual.

De modo que ni tan calvo ni con dos pelucas, exclaman los  defensores de aquella modernidad que vivió a plenitud los 60s y 70s pero que no se dejaron enceguecer con el neón de la época. Esas décadas tuvieron unos muy marcados referentes en muchos acontecimientos, que si bien no todos los abuelos y abuelas de la tercera década de 2000 las disfrutaron, no menos cierto es que fueron muchos los que se dieron con furia viviendo a plenitud cada snob que surgía a la luz de tan movidos años.

Para nadie es un secreto, dicen los anti brecha generacional, que quienes vivieron su juventud durante los 60s son los hijos del Festival de Woodstock, aquel en el que se proclamó tres días de paz y amor, pero también fueron días de sexo y drogas, aunque esto haya que escribirlo en letras pequeñas en honor al legado cultural que heredamos de esos escasos 3 días. Para el momento los hoy abuelos veían eso como algo normal. La película del Festival se viralizó mundialmente en aquellos tiempos haciéndonos disfrutar con todo frenesí en aquella Venezuela sesentera.

Tres días de música, paz, amor, sexo y drogas comenzaron el 15 de Agosto de 1969 con el Festival de Woodstock

Toda esa turbulencia, argumentan, pegó con fuerza en todos los países de la América Latina cuyos jóvenes veían incrementar su nivel de testosterona por la facilidad que brindaba el momento protestatario que se vivía y que proclamaba a los cuatro vientos la consigna del amor libre como forma de liberación ante la represión de la sociedad, con lo que se asumía   un incremento desconsiderado de las fuerzas productivas del afecto de la hembra y del varón.

El amor libre, entonces, no era más que una forma de vivir el amor sin ataduras y alejados de los preceptos sociales que limitaban la manifestación del cariño entre los amantes. Esa fue una proclama de los años sesenta que los abuelos y abuelas de hoy vivieron y que ven con asombro inusitado la exhibición de silicona en los pechos y glúteos  de nuestras mujeres, mujeres que hoy son sus nietas y hasta bisnietas. Por cierto en un Miss Venezuela el animador del programa le preguntó a una candidata qué opinaba  del amor libre. Como se trataba de un preguntaba que podía decir mucho de la candidata y hasta decidir el destino final de la concursante, ésta respondió con una evasiva que aún en nuestros días muchos abuelos comentan: “¿el amor libre? Bueno, a mi ese tema me es inclusive(subrayado nuestro). Dicho esto, hasta el jurado quedó raspado con tan  inesperada e inocua respuesta!

Por otra parte, atizan la discusión quienes simpatizan por lo actual pero que vivieron aquellos hermosos años, con el boom de las discotecas en los 60s y 70s se conoció una nueva forma de relacionamiento entre los sexos opuestos ya que estos centros de entretenimiento rápidamente devinieron en lugares donde expresar libremente el amor, amparado en la obscuridad del lugar, argumentan los defensores del quiebre de las brechas generacionales, como manera de coexistir pacíficamente el pasado y el presente.

Uno llegaba a la discoteca, dicen ellos, y era recibido por un mesonero quien con linterna en mano se iba abriendo paso entre el humo de los cigarrillos y de otras hierbas aromáticas hasta llegar a la mesa que tenía asignada la pareja o el grupo de amigos. Una vez allí el mesonero tomaba el pedido, lo traía y desaparecía del lugar dejando al grupo a su libre albedrío. Antes de perderse en la espesa neblina, el mesonero indicaba con una suerte de linterna laser, dónde estaba la pista de baile y dónde quedaba el baño; no obstante más de una pareja se perdía cuando venían de regreso de la pista yendo a parar a camas, perdón, mesas de otros; mientras algunos de regreso del baño ocupaban otros espacios incluso hasta que sonaba el Alma Llanera. También se adoptaba la regla de los 20 segundos que consistía en que quien fuera a fumar contara 20 segundos antes de encender el fosforo o yeskero para así evitar dejar al descubierto a parejas que tempranamente habían superado el round de estudio y ya estaban en la pelea en el in fight. ¿Quiénes estaban en esas discotecas? Pues, nuestros abuelos y abuelas! ¡Los asombrados de hoy, pues!

Los más jovencitos, mientras tanto, iban agarrando experiencia en sus casas para cuando les tocara debutar con su cédula de identidad laminada que marcaba los 18 años de edad. En las tardes de los viernes se producían grandes matinees discotequéricos donde se cerraban  puertas y ventanas y se aseguraban contra los rayos del Sol y luz eléctrica y a la voz de un How can you mend a broken heart o mejor de un Down by the river que duraba 15 minutos, salían en busca de un hombro donde descansar sus cabezas, con movimientos lentos pero de bastante aproximación física inferior…. Y también superior. Tanto acercamiento físico devenía en grandes frustraciones para los hoy abuelos, lo que al final se traducía en el síndrome de las Blue Balls, responsable de grandes dolores en una parte muy sensible de sus anatomías.

Ah pero ya va, dicen los defensores de la igualdad generacional, no obstante lo hasta arriba expresado, este referente criollo se queda en pañales de tela al lado de lo que sucedía en el 273 West 54th Street de la ciudad de Nueva York, sitio en el que se levantó por allá por 1977 una discoteca que sería la envidia de todos los establecimientos de su clase. Se trataba de la archi famosa discoteca Studio 54, lugar en el que concentraba lo más granado de la farándula mundial y al que no podía asistir cualquiera que se lo propusiera, contándose incluso quienes murieron en el intento, como fue el caso de un hombre que trató de colearse metiéndose por los ductos del aire acondicionado, quedando aprisionado entre los hierros. Su cuerpo sería descubierto 3 días después cuando ya el olor era insoportable.


Afuera, el gentío buscando entrar. Adentro
Michael Jackson y Elton Jhon compartiendo
Studio 54 durante casi 3 años fue un sitio de desenfreno total. Los habitués entre los que se cuentan, Calvin Klein, Bianca  y Mike Jagger, Andy Warhol, Halston, Cher, Carolina Herrera, Michael Jackson, Jack Nicholson, Liza Minnelli, Elizabeth Taylor, Jerry Hall, , Elton John, Bette Davis, Donna Summer, Al Pacino,  Woody Allen, Frank Sinatra, Brooke Shields, Salvador Dalí, etc., gozaban de todas facilidades que su fama les generaba. Sus cumpleaños eran celebrados fastuosamente en este local, en cuya decoración los dueños llegaban a invertir hasta 100 mil dólares. Para ellos había regalitos o presentes de parte de los dueños de Studio 54 constituídos por bolsitas decoradas en cuyo interior estaba la cocaína más pura del momento. En el ambiente se le conocía como premium cocaine En este inmenso local, de 2500 mts2,  también existían salones diseñados especialmente compartir experiencias sexuales. Uno de ellos, el Rubber  Room, estaba acondicionado especialmente para albergar una gran cantidad de parejas al mismo tiempo, diseñándose para ello un tipo de muebles en goma que facilitaba su limpieza rápida y efectiva; de allí el nombre Rubber Room. En otros salones se hacían competencias sexuales y en un palco se podía tener relaciones a la vista de todos. ¡Todo por el mismo precio!

Una pareja del jet set calienta en el Rubber room
Además de la  premium cocaine, otra droga, esta vez de efecto euforizante,  y que al apenas probarla la gente entraba en una de socialización inmediata era también distribuida entre los asistentes frecuentes a Studio 54. Se trataba de popper una droga que por su efecto empoderador era muy popular en este establecimiento al punto que, se dice, frecuentemente el ambiente era rociado con popper para crear sin mayores complicaciones un ambiente de euforia colectiva. ¡Para romper el hielo rápido, o sea!

La muerte de este antro con clase ocurrió una vez que fue allanado por autoridades del estado de Nueva York, descubriéndose en sus sótanos y techos bolsas de dinero que no eran declarados. En el hallazgo se conseguirían fajos de billetes  hasta  600 mil dólares, así como unas 300 pastillas de metacualona (medicamento sedante hipnótico, conocido popularmente también en Caracas como Quaalude) y cocaína en grandes cantidades, decretándose con esta acción judicial el cierre de la non plus ultra discoteca.

Mientras tanto las hostilidades continúan en las redes. Cada quien saca un recuerdo que le aflora de ese par de décadas y que les sirve para confrontar a quienes entrompan contra la juventud de hoy día como argumento que les permita reivindicar lo actual sobre lo antiguo. 

Bajo el lema "El sexo vende asientos" las líneas aéreas comenzaron a subir el ruedo a los vestidos
de las aeromozas.

En este sentido hay quienes se recuerdan de la canción de Rocío Durcal y Palito Ortega del año 1967 “Amor en el aire”, no tanto como evocación de la canción misma sino como remembranza de que en aquella época las líneas aéreas se emanciparon por la calle del medio del pudor del momento y se lanzaron a la caza de pasajeros para sus vuelos, usando como gancho la sexualidad de las azafatas, quienes fueron vestidas con diminutos vestidos y shores en una develada insinuación a la facticidad de un encuentro de tercer tipo. 

Azafatas en shores calientes
Estos encuentros serían propiciados y eventualmente materializados por algunas líneas aéreas que los contemplaban entre sus atractivos paquetes o como lo llaman ahora, combos. De allí que se haya popularizado por la línea aérea Southwest Airlines la estrategia de marketing  según el cual “el sexo vende asientos”. ¡Qué ignorantes seríamos si no fuera por estas redes!

 Concluyen quienes presentan evidencias que no todo fue color de rosa hace 50 o más años, preguntándose: ¿Y qué me dicen del cándido Juego de la Botella? Ahh? En la década del 60 y del 70 el aparentemente ingenuo juego de la botella, que originalmente era jugado por adolescentes desprovistos de malicia, fue ganando espacios hasta convertirse en una diversión (¿?) de adultos universitarios y de grupos de  mayores en general. Aquel juego de besitos en la mejilla poco a poco con el tiempo fue subiendo de temperatura obligando a los jugadores a despojarse de sus calurosas prendas de vestir hasta quedar, la mayoría, completamente en cueros, comenzando una verdadera ……¡Supervivencia al desnudo! Por cierto después de tantos años vuelve a ponerse de moda el pre nombrado juego, solo que ahora ha sido llevado a las tablas a través de obras de teatro, vodevil por supuesto, protagonizado  por artistas de renombre, como  Roxana Díaz y quien, según dicen los entendidos, tiene suficiente marco teórico en este juego, El Juego de la Botellita. Bueno, la verdad es que en tiempos de refritos cualquier estrategia de sobrevivencia es válida!

Mejor nos salimos un rato de las redes sociales, redes que tienen enredado a medio mundo, mientras continúa la diatriba acerca de cuál época fue mejor entre la de los años 60-70 y la actual, con la ironía de que quienes   piden respeto por la actual es la de aquellos y aquellas, abuelos y abuelas de hoy,  que  se beneficiaron de todas las transformaciones que hubo en el relacionamiento de los seres humanos, con especial mención al Movimiento para la Liberación de las Mujeres en búsqueda de igualdad con el sexo fuerte. ¡Claro, si se hablaba de un sexo débil, lo demás se desprende por añadidura!

También hay que acotar que quienes agreden a esta juventud llamada despreciativamente de silicona, contradictoriamente son los mismos que vivieron con fruición la era de la Liberación sexual y el ataque desmedido de la imposición del modelo de belleza occidental caracterizado por la exigencia de proporciones corporales para la adopción del paradigma de belleza. Tal vez sea por eso, ahora entiendo yo, que durante esas dos décadas de oro en los avisos clasificados y en otros anuncios de oferta de empleo, se demandaban requisiciones de personal con la inscripción de “se solicita muchacha de buena presencia ….

Propongo para finalizar que lo dejamos hasta aquí, porque estas redes han logrado enmarañar la discusión  y hasta yo que comencé como un oficiante de buena voluntad en  todo este asunto resulta que de defender una igualdad relativa generacional, ahora con los indestructibles ejemplos presentados por los accionantes he sido persuadido  por la creencia de nuestros abuelos, otros un poco más viejos y ya desaparecidos, al concluir en que todo tiempo pasado fue mejor … si y solo si se trata de los años 60 y 70 … o sea.

Héctor …. Héctor  …. y motorizado con moto propia”