lunes, 17 de noviembre de 2014

Puerto Ordaz: Una Ciudad Enmontaíta

   

15/08/2002


Puerto Ordaz:
Una Ciudad Enmontaíta




¿Asombro? ¿admiración? ¿estupefacción? ¿anonadación? No sé cuál será, de todas las anteriores, la acepción correcta o si, de repente, son todas las anteriores. Lo cierto del caso es que los parroquianos de esta humilde morada, así como sus visitantes venidos de lugares remotos, andamos boquiabiertos al ver cómo la ciudad exhibe una exuberante melena que ya quisiera Apollo hair center hacerle crecer a su modelo Carlos Olivier. Es que todas  las calles, avenidas, rues,  transversales, carreras, etc. parecen sacadas de fotos de los antiguos eunucos romanos, que al serle cercenados su órgano de reproducción masculina, vale decir…. el ¿?? afloraba una larga y hermosa cabellera, dado que las hormonas femeninas se reproducen con mayor libertad en ausencia de las masculinas. ¿No será, entonces, que nuestro terreno está abonado con hormonas de lindas féminas guayacitanas? Cabe la pregunta, ¿no?, porque cómo explicarse, por ejemplo, que un terreno tan xerófilo como todo ese que está frente al Loyola y que se extiende hasta la venta de frutas del Capitán, allá en la entrada de Villa Alianza, que hasta ahora había venido sufriendo de una especie de alopecia areata, hoy luzca un frondoso look, con algunas entradas, por supuesto, pero a grandes rasgos se nota un cabello desenredaíiiito. Dense cuenta que por mucho head que le echó Clemente Scotto y  además le metió el shoulder a ese terreno, no logró lo que los Antonios de Guayana han logrado con un esfuerzo infinitamente inferior. ¡A eso se le llama eficacia antonina!

Ahora bien, ustedes pensarán que todas estas cosas son productos del azar, de la falta de planificación que hasta ahora había caracterizado a los gobiernos locales y regionales; pero no, están bien equivocados si así lo piensan, ya que en el Estado y en el Municipio existe la de-li-be-ra-da intención de promover la recuperación de nuestra identidad cultural pérdida, recuperando parte de lo que eran los juegos tradicionales con los que nos entreteníamos cuando éramos chiquitos. 

De esta manera usted se puede dar cuenta, por ejemplo, si usted sale a trotar a las cinco de la mañana por la Avenida Atlántico o en el mismísimo Parque Cachamay,  que de cualquier montarascal de esos  salen unos muchachos que están jugando policías y ladrones, y hasta se preocupan porque usted participe, creando algo que está muy de modé en nuestros días que es Sinergia. Ni por un momento usted piense que es que lo están atracando, porque rompería con la magia del juego y con la imaginación de los párbulos, haciendo que éstos se pongan nerviosos  y lo dejen a usted en el sitio y no lo conviden a jugar más. De igual modo, si usted se traslada apiesmente por el Paseo Caroní y en unos mogotes ve un movimiento extraño, acompañado con alguno que otro gemido sabrosón, no debe preocuparse pensando mal, no; lo que sucede es que ahí hay  una pareja de jóvenes jugando concha escondía. No vaya a creer que se trata de un secuestro express y que a Concha la tienen allí escondida hasta que cobren el rescate, no. Concha lo que menos quiere es que la rescaten. Por favor se ruega no interrumpir el juego, ya que muy probablemente Concha acaba de encontrar su palito mantequillero, que es otro de los juegos tradicionales que el dueto antonino quiere rescatar.

De tal manera que si usted baja por el Uyapar y al llegar al la esquina observa un tupido matorral que hasta antielito era un botadero de escombros, es probable que a usted se le ocurra pensar que ese monte creció allí por el descuido de los Antonios. Si pensó así, con esa mente siempre lista para  la suspicacia, pues, volvió a pelarse, ya que ahí lo que pasó fue que un grupo de niños de la zona están preparando el terreno para jugar cuarenta matas, ahora que se hayan equivocados en el número de matas  y hayan sembrado algunas trescientas mil demás, es otra cosa.

En todo caso, pronto se demostrará si el trabajo que viene desarrollando la Alcaldía de Caroní conjuntamente con la Gobernación del Estado es efectivo, ya que en el futuro cercano hay un referendun revocatorio, oportunidad que tendrán los guayaneses para agradecerle el rescate de nuestras valores culturales extraviados durante la cuarta república o, por el contrario, enviarlos al ostracismo a los Montes Urales, que al final no será ningún castigo dada su afición por vivir rodeados de vegetación enmontaìta… es más… 

“12 años después, los personajes de la crónica han 
   cambiado; sin embargo, el monte sigue igual. 
   Vale recordar que en su momento el lema  era 
   Puerto Ordaz: una Ciudad Bonita".    El bloguero




El Placer y la Gratificación

El Placer y la gratificación: una nota y dos entonaciones!


Hace muchos años tuve una preocupación al ver que mis amigos tenían cada uno, una pasión en su vida. Para algunos era la aventura, para otros eran las lanchas, para algunos otros era la música, en tanto que los carros y la velocidad cubrían el tiempo libre de otros. Los fines de semana nos reuníamos para hablar de aquello que llamábamos hobbies, de cada uno de mis panas. Hasta que un día comencé a cuestionarme: - pero, bueno, Héctor, y cuál es tu pasión en esta vida? Todo el mundo tiene la suya, y la tuya qué? Así pasé un largo tiempo de cuestionamiento, de autocrítica, de autorechazo  y de, en consecuencia, de una auto imagen deformada. Las semanas transcurrían llenas de actividades rutinarias: comer, trabajar, leer, escribir, correr y los fines de semanas pasarla bien con los amigos, familiares, vecinos, etc. Era muy común que en la semana recibiera llamadas de gente que se anotaba con tiempo para reunirse conmigo, bien en mi casa o en sus casas, o en la playa, en la montaña o a la orilla del río. Así, cada vez que alguien llamaba a partir del Miércoles, preguntaba ¿Quién se anotó? De esa manera pasaron los días, semanas y meses, hasta que un día me dije: - Carajo, Héctor, tú sí tienes una pasión y es una pasión muy grande: tú pasión es la familia, tu pasión son tus amigos, tu pasión es la gente que te quiere y tú quieres. Quieres más pasión? Ese día sentí una sensación maravillosa al darme cuenta que estaba viviendo mi pasión desde mucho tiempo, incluso antes que mis amigos descubrieran la suya y no me había dado cuenta.

Tiempo más tarde comprendí que esa pasión se alimentaba de una concepción de la vida que poco a poco se iba convirtiendo en el leit motiv de mi existencia: vivir para sentir bienestar y extrapolar ese bienestar a todo el que me rozara! Hasta que, luego de todo esto, me dio por estudiar, ahora sí sistemáticamente, sobre la felicidad, el amor, el bienestar, el placer, el optimismo, la gratificación, etc.

Fue entonces cuando aprendí que la vida está llena de situaciones placenteras y de situaciones gratificantes, claro, además de muchísimas otras. Y que aunque una y otra se parecen tienen explicaciones prácticas profundamente distintas. Entendí que cuando me echaba palos con cualquiera por cumplir con Nuestra Señora del Fin de Semana, sentía una sensación distinta que cuando compartía unos tragos con algún familiar o con un amigo cercano. Y cuál era la diferencia? Bueno,   hay una diferencia en cuanto a la duración de la sensación de bienestar. En el primer caso, la duración era efímera: apenas uno o dos días después, estaba completamente olvidada. En el segundo caso, la sensación de bienestar se mantenía por meses, incluso por años, ya que con el correr del tiempo, puedo evocar con claridad algunos trailers de esa experiencia y revivir aquello como si hubiera pasado hace apenas unos días. Del mismo modo, la intensidad con que se vive una y otra experiencia son igualmente distintas. En el primer caso se trata de una experiencia de baja intensidad; mientras que en el segundo caso la vivencia se puede considerar de mediana a alta intensidad, ya que se entregan afectos profundos, se entrega confianza, se entrega genuidad y se entrega autenticidad. La noticia es aun mejor cuando sabemos que todo eso que entregamos también lo recibimos de vuelta. El placer, primer caso, es transitorio, se desvanece con increíble facilidad, pero produce habituidad. Recuerdo que en un tiempo tuve un amigo de tragos –parece mentira, pero éstos existen- con el que salía cualquier día de la semana a refrescarnos. Lo extraño de este amigo era que al otro día lo veía en el trabajo y me saludaba con un seco  –Buenos días, profesor! Esa escena se repitió muchas veces, hasta que dejé de tomar. Ahí se acabó la amistad (¿?).

La Gratificación, por su parte, como dijimos anteriormente, supone la entrega de una parte de la personalidad que en condiciones normales, de disfrute superficial, se obvia u oculta. Por otro lado, la experiencia gratificante se considera como una inversión psicológica que se revaloriza aún más con el paso del tiempo. Por eso, cuando el tiempo nos alcanza y el tiempo por vivir es muchísimo menor que el vivido, entonces esas experiencias gratificantes vividas intensamente en el pasado lejano, cobran mayor importancia para el inversionista.

Mucha gente vive en una búsqueda constante en todos los sentidos: viven relaciones sentimentales fugaces, cambian constantemente de actividades, cambian de amistades, etc. Muchos jóvenes y aún algunos adultos, tienen sexo constantemente con parejas furtivas; de cada experiencia surgen nuevas necesidades que quedan insatisfechas, creándose un círculo interminable de insatisfacciones. No ocurre lo mismo cuando se hace el amor,  porque hacer el amor implica entrega, implica dejarse fluir, entrando en tal estado de transparencia que, además del cuerpo, quedan desnudos los sentimientos.

En esta línea de pensamiento, me ocurrió que en estos días tuve una experiencia cimera de gratificación al asistir a un Reencuentro de amigos, graduados de Bachilleres en el año 1973, en el Liceo Agustín Aveledo, de La Pastora, Caracas. Cerca de 40 personas estaban allí, la mayoría de las cuales tenían   40 años que no se veían. Habían allí personas que fueron grandes amigos, grandes compañeros, algunos otros que habían sido novios. Pero …. qué era lo que unía a esas personas? Por supuesto que tenían muchas cosas en común, pero a mi manera de ver, el vaso comunicante de ese encuentro fue la nostalgia, ese sentimiento de ver el pasado con cariño, de extrañar aquello que se ha querido, que se ha tenido, pero que ya no se tiene. Las personas nostálgicas no tienen problemas en manejar el vehículo de la vida mirando preferentemente por los espejos retrovisores; viven contentos con su pasado y eso es lo que hace que revivan            –vuelvan a vivir- las experiencias del pasado. Por cierto, en un estudio sobre el Bienestar se recomienda a las personas invertir su dinero, aunque no hace falta que sea dinero, en experiencias; experiencias que puedan ser vividas como la primera vez. En este sentido, una de las características de la gratificación está en el fluir (flow) y eso fue lo que cada uno de los reencontrados hizo al entregarse al disfrute total de la actividad. El flow lo define  el psicólogo Mihalyi Csikszentmihalyi, “como un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unas a otras sin pausa. Todo el ser está envuelto en esta actividad, y la persona utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo. La persona está en flow cuando se encuentra completamente absorbida por una actividad durante la cual pierde la noción del tiempo y experimenta una enorme satisfacción”. Justamente, al reencontrarnos 40 años después, sin penas, sin prejuicios, sin miedos, nos tomamos de las manos como solíamos hacerlo, nos abrazamos y besamos como solíamos hacerlo, bailamos todos juntos en una danza amorosa de agradecimiento al creador por permitir volvernos a ver 4 décadas después.


Lo que no sabía yo era que desde hace 40 o más años he estado invirtiendo en gratificación y que había descubierto mi pasión a temprana edad, pero  no me había dado cuenta por estar entregado al flow, lo que me había impedido ponerle nombre a mi pasión. Creo que en el futuro seguiré haciendo este tipo de inversiones, ahora que ya lo sé!