Crónicas
del Pedagógico
Una
historia del COÑO!
Hay quienes dicen que los
que no disfrutan de su vida universitaria dejan de vivir una etapa
trascendental de su existencia, cuya
acreencia le pasará factura antes de la llamada de San Pedro. El secreto, para
muchos, está en saber combinar la obligatoria dedicación al estudio con la
necesaria vivencia extra cátedra. De modo que si se dedica todo el tiempo a quemarse las pestañas se habrá perdido
el disfrute de la terapéutica bohemía; pero si se le dedica demasiado tiempo a
la placentera vida de las goliardías,
el fin último se habrá perdido y con ello una importante inversión de tiempo y
dinero.
En el Glorioso Pedagógico de Maturín, donde
realicé la carrera universitaria, aprendí la combinación de ambas diversiones,
lo que hizo posible que cuando a los 17 años dejara a mi hija Aniuska en la
universidad de una ciudad distinta a la oriunda, le dijera con toda confianza “hija, estudiar y joder, esa debe ser la
consigna de tus días a partir de ahora”. La verdad es que la carajita me
calcó la instrucción!
En aquellos tiempos
cuando inicié estudios (1974), el Pedagógico
aún no había sacado su primera promoción. Apenas mi cohorte era la tercera y
Maturín era un pueblo que se abrió por completo a este instituto docente. Todo
el mundo quería estudiar en el Pedagógico o Pelagógico
como lo llamaba el papá de la gorda
Dinorah. ¿Será porque era para peladores? No sería descabellado que fuera ésta
la razón!
El Pedagógico cambió el
ritmo de la ciudad. Le dio una nueva fisonomía e hizo que se respirara una
nueva atmósfera y finalmente contribuyó a que la temperatura se elevara unos
cuantos grados más, por todo ese bullicio que hacían tantos orientales juntos.
Más calor para una ciudad que se rostizaba!
Pero el Pedagógico
nació cojeando de una pata, como todos los institutos de educación
universitaria que nacen en la provincia, y es que después que se monta la
formalidad viene la pregunta “y ahora ¿quién va a dar clases aquí? Ahí viene el
peo!
Me imagino el esfuerzo
de sus creadores tratando de reclutar gente de calidad en la capital, que quisiera venir a sudarse la guardacamisa en las cálidas aulas de Tipuro!
Dice la gente que para
este cometido se mandó a hacer una canción pegajosa para vender la ciudad y de
cuyo parto nació “Maturín es la ciudad,
por quien siento admiración y estos recuerdos del alma los llevo de corazón”.
Después vendría Billo’s a ponerle la guinda a la torta con su “Maturín y Barcelona son dos joyas del
Oriente……contemplar el Neverí y bañarme en Mapirito”. El marketing tenía
que estar presente!
Finalmente el esfuerzo
fructificó y se logró el reclutamiento de una buena camada de jóvenes profesionales
egresados en diversas ramas del saber, quienes formarían parte del comité de bienvenida. Tan buena fue la
cosecha que hasta venía un master entre ellos; cosa por demás rara en aquellos
tiempos tan alejados de la tónica del Cambalache
de Gardel.
Pronto la masificación
de los estudios en Educación trajo consigo nuevas necesidades y con ella la
entrada de noveles profesionales que, ya que había sido difícil reclutarlos en
el exterior, pues tuvo que recurrirse
a un reclutamiento endógeno (aunque este vocablo aún no estaba en el de modé del momento) para suplir las
plazas vacantes y también, alguien tenía que decirlo, las cuotas para la
conocida casa de la Avenida Bolívar, muy activa en aquellos tiempos en todos
los ámbitos de la ciudad.
La consecuencia
inmediata de esta situación fue la baja en la calidad de los profesores de nuevos
ingresos, lo que generaría un descontento en los estudiantes que reclamaban mayor calidad, más actualidad y un más alto
nivel de los estudios.
En ese marco se da la
aparición fantasmal de un panfleto, consustanciado con lo apócrifo, como suelen
ser ellos, que tenía como tarea denunciar con nombres y apellidos, la llamada
por los estudiantes “piratería académica”. De esta manera quedó la mesa servida
para la aparición del …….COÑO!!
Ahora me veré en la
obligación de ingresar al confesionario para poder describir algunos de los intríngulis
del panfleto en cuestión; confesiones de su autor 40 y pico de años después. Un
mea culpa con retroactividad!
Fue el COÑO una
creación de este cronista para llamar la atención de algunas cosas que no iban
bien con algunos profesores, con la intención de que al verse retratados
públicamente buscaran las maneras de mejorar. Decíamos despectivamente en aquel
entonces “es que están llenando el Pedagógico
de profesores de liceo”. A muchacho se le perdona todo …… sobre todo
después de 43 años!
Algunos aliados, como
mi amiga la flaca Ingrid, me decía “mira ese que va ahí me dio clases
en 5to grado. Aquel que va allá me dio clases en el Isnardi. Y a aquel otro lo
protestaron por malo en 4t0 año en el Miguel José Sanz”. Así me describía la
flaquita a la mayoría de los profesores que eran candidatos a un COÑO!
Pero al mismo tiempo
que hacíamos una labor constructiva, también nos divertíamos mucho con las
historias que comenzaban a conocerse con cada nuevo número de COÑO que amanecía
en los pasillos y aulas del Pedagógico. Sí, porque es que este COÑO era
noctívago!
De una fuente digna de
todo crédito, y valga el insidioso lugar
común periodístico, nos enteramos del impacto creado por COÑO, a través de un
aliado cuyo nombre prefiero omitir, una mañana que apareció regado por todo el Pedagógico.
Cuenta mi cooperante
(este vocablo también es de nuevo cuño) que al llegar una profesora a su cubículo
venía hecha la mar de nervios, cosa que fue advertida por su colega, quien la
interrogó al verla llegar:
-Pero, bueno,
Jardinelia, ¿qué tú tienes, que se te nota tan desencajada?
- Ay, Josefina, es que me
dijo Leobaldo que había salido un nuevo COÑO!
- Ay, mi madre, no
puede ser! ¿A quiénes habrán sacado en este número?
- Qué voy a saber, si
yo pegué una sola carrera hasta aquí, que hasta perdí
la tapita de una sandalia, respondía una jadeante Jardinelia
- Virgen Santísima,
ojalá que esos carajos no me hayan sacado en este COÑO!, elevaba sus deseos la
profesora Josefina.
- Verga, quién podrá
informarnos?, se preguntaba Jardinelia.
- Por qué no bajamos
las dos a tomar café, como las que no sabemos nada?, proponía la profe Josefina
- Te volviste loca,
Pina? Lo que soy yo no salgo de esta oficina hasta que se vaya el último autobús,
además voy a andar renca con esa sandalia, dijo concluyente la Profe Jardinelia.
- Bueno, mana, y
quiénes serán esos grandes carajos que están sacando ese COÑO?, se preguntaba
Josefina
- Yo no sé, pero ahí
tiene que haber profesores pasando datos, especulaba convencida Jardinelia!
Y miren ustedes que no
estaban peladas! Quien soltó esta sopa estaba ahí sentado en uno de esos
cubículos!
Sin embargo, no eran
solo los profesores quiénes estaban intrigados, también los estudiantes
especulaban.
Así que una vez el
viejo Américo Rondón, secundado por su inseparable Zaracual, me dijo de frente:
-Mira, carajito, estas
son vainas tuyas!
Ese par de carcamales,
veteranos de mil batallas en las escuelas de la zona, andaban tras la pista, ya
que según afirmaba Américo, me había visto pegando no sé qué cosa en la
cartelera de la entrada, allí donde el MEUP tapizaba de fotos y manuscritos
invitándonos a “desechar las ilusiones y prepararse para el combate”.
A la negra Teresa
Pierluissi la encontré una vez en un grupo de amigos y compañeros, justo en el
momento que solemnizaba sobre el tema:
- Yo conozco esa
redacción. Esa forma de expresarse no es de otro que de Héctor Acosta. A mi no
me va a joder!, aseguraba la principal promotora de la lectura de El Principito
y segunda tomusúa del Pedagógico,
después del legendario afro de Eddy
Córdova.
Más adelante, debido al
crecimiento de la demanda, COÑO tuvo que incrementar la producción y con ella
el número de aliados al proyecto, siempre con el juramento de un goliardo, de
morir manteniendo en secreto la identidad del autor intelectual y de los demás
involucrados, por supuesto. Incluso, mis amigos del Partido Comunista no sabían
lo que yo hacía con la batea que me prestaban dos o tres veces por mes. Y dos o
tres veces por mes salían los noctívagos, a la medianoche de cualquier día de
semana, a sembrar de COÑOS las instalaciones de mi Glorioso Pedagógico de
Maturín.
Durante un buen tiempo
COÑO puso en jaque a más de un profesor, de esos que daban clases con un parcho
en el ojo y escribían en la pizarra con un garfio; mas les confieso que mi
ánimo comenzó a decaer cuando a COÑO le
salió competencia, representada en un
tal Movimiento Independiente Estudiantil
Revolucionario De Avanzada, ya que COÑO
era un proyecto muy serio para estar rivalizando
con ese excrementoso movimiento estudiantil, de modo que a partir de ese
momento decidí mandar a sus siglas a ese nuevo panfleto y yo, que estaba a
punto de graduarme, me fui con mi COÑO para otra parte… o sea.