viernes, 5 de noviembre de 2021

Caracas: las leyendas urbanas cuelgan de cables eléctricos

 𝐂𝐚𝐫𝐚𝐜𝐚𝐬: 𝐥𝐚𝐬 𝐥𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐚𝐬 𝐮𝐫𝐛𝐚𝐧𝐚𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐥𝐠𝐚𝐧  𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐞𝐥𝐞é𝐜𝐭𝐫𝐢𝐜𝐨𝐬

Conforme a la creencia colectiva de que las leyendas urbanas son propias de países subdesarrollados, la realidad confirma lo contrario porque lo mismo en Caracas que en Ciudad de México, Buenos Aires, Nueva York, Madrid y Armsterdan la mitología urbana se pasea por las calles sin distingos de clases sociales ni de países con los más elevados PIB. En todos ellos las leyendas urbanas prosperan como en los pueblos nuestros en que la ruralidad y falta de luz eléctrica dio pie al nacimiento de la 𝐿𝑒𝑦𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐻𝑜𝑟𝑐𝑜́𝑛, 𝑜 𝑙𝑎 𝐿𝑒𝑦𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑆𝑖𝑙𝑏𝑜́𝑛, 𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑆𝑎𝑦𝑜𝑛𝑎. Por cierto en la misma meca de la modernidad occidental nacieron leyendas relacionadas con el Baseball, como la 𝑳𝒆𝒚𝒆𝒏𝒅𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑩𝒂𝒎𝒃𝒊𝒏𝒐, 𝒐 𝒍𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒃𝒓𝒂 𝒐 𝒍𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂𝒔 𝑵𝒆𝒈𝒓𝒂𝒔 o esta otra que está calientica, de esta última post temporada de béisbol y que los periodistas deportivos parecieron ponerse de acuerdo en llamar  𝙇𝙖 𝙈𝙖𝙡𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚 𝙅𝙤𝙚𝙮 𝘾𝙤𝙧𝙖, manager de los Medias Rojas de Boston que le prohibió a su pitcher caer en la tentación del  𝙥𝙚𝙧𝙧𝙚𝙤, comenzando a partir de ese momento el declive de los de Boston. Todas estas supersticiones son made in USA, por cierto; no en Santa María de Ipire, ni en Caracas.


En este sentido, desde hace mucho tiempo los cables eléctricos tendidos entre poste y poste en nuestras calles y avenidas han servido, además de enviar  la electricidad a casas y comercios, de tendedero de zapatos desechados por sus dueños, en su mayoría jóvenes, quienes por una u otra razón, han preferido verlos guindando de los cables que darle cristiana sepultura en las compactadoras del aseo urbano. Esto que parecía un deporte amateur ha devenido con el correr del tiempo en media de docena de leyendas urbanas las cuales han tratado de explicar el enigmático origen de la tradicional costumbre juvenil, incluso de ella ha surgido un  nombre para identificarla y hasta patentarla. A esta mixtura entre arte y misterio lo han llamado ❞𝒔𝒉𝒐𝒆𝒇𝒊𝒕𝒊❞. ❞𝑺𝒉𝒐𝒆❞ por los zapatos y ❞𝙛𝙞𝙩𝙞❞ por graffiti. O sea que es una forma de hacer graffiti con los zapatos!

Pero este arte callejero aparentemente inocuo se le asume, de acuerdo a la leyendas conocidas, algunas  venidas de afuera, un origen gansteril o delincuencial al relacionarlo con acciones de pandilleros y mal vivientes que utilizan este artilugio para enviar algunos mensajes. Así, la leyenda recién construída narra que vendedores de drogas guindan los tenis muy cerca del sitio de expendio para avisarle a los usuarios que por ahí pueden conseguir su poción de yerba o algún otro alucinógeno de su predilección. Lo extraño del caso es que, popularizada la leyenda, los cuerpos policiales también deben enterarse de la contraseña. Esta leyenda ha dado lugar a que en el propio Nueva York y muy cerca de la meca del mundo financiero por antonomasia, Wall Street, se promuevan tours hacia los sitios donde hormiguean los principales 𝙨𝙝𝙤𝙚𝙛𝙞𝙩𝙚𝙧𝙤𝙨 del olimpo del modernismo. ¡Y pagan por dar ese paseo!  Por allá también de que vuelan vuelan!

Otra de las leyendas sugiere también que esa es una forma como los pandilleros marcan su territorio, del mismo modo en que hienas, leones y tigres demarcan el suyo meando en los árboles para anunciar la inviolabilidad de esa tierra que se está pisando; es una forma de decir PROPIEDAD PRIVADA, NO PASE.

También se habla de que esta leyenda nació de las costumbres de los malandros quienes cuando atracaban a algún desprevenido transeúnte, le quitaban los zapatos y los lanzaban a los cables de la electricidad para ser exhibidos como trofeos, no se quedaban con ellos, con los zapatos, aunque en el medio venezolano esta explicación no es muy convincente, más si se tratara de un par de zapatos de los que usa 𝙉𝙖𝙘𝙝𝙤 𝙡𝙖 𝙘𝙧𝙞𝙖𝙩𝙪𝙧𝙖, los cuales rondan los 1500 dólares. A confesión de parte …..!

Del mismo modo en México se habla que cuando alguien muere sus mejores zapatos son arrojados a los cables eléctricos para que ya estén más cerca del cielo, de modo que cuando el finado emprenda el viaje definitivo pueda ponérselos y seguir el largo trayecto de una manera más cómoda. O más 𝑛𝑖𝑘𝑒!

 Así como éstas hay unas cuantas historias, cuentos o anécdotas que en realidad no llegan a convertirse en leyendas por lo inverosímil de sus explicaciones, porque para que algo se convierta en verdadera leyenda debería estar bien imbricada en el sistema de creencias  de la población, de lo contrario no pasará de ser un entretenido cuento de camino, o más bien de autopista y rascacielos.

Ahora bien en mis más de 50 años siendo parte de esta tradición jamás se me habría ocurrido suponer ninguna de esas explicaciones, ya que en mi experiencia propia lo vi y lo viví como un acto de irresponsabilidad ciudadana, de cambio de época y de cambio de la conciencia. 

Henry, un amigo de la esquina de Luneta, en Altagracia, lanzó sus viejos zapatos a las cuerdas de electricidad luego de trabajar todo el mes de Diciembre para renovar aquellos a  los que le había dado 𝑗𝑢𝑙𝑒𝑝𝑒   durante dos años. Subió a la azotea de su pequeño edificio, se levantó en americano y  el par de viejos zapatos  se enredaron y quedaron pendiendo por el resto de sus vidas. Recuerdo también a Plaja, un poco más arriba, en la esquina de Caja de Agua, quien se despojó de sus tenis y los lanzó al cableado porque al día siguiente comenzaba en la universidad. Por supuesto ya los zapatos coincidencialmente no daban para más. Por último recuerdo perfectamente la mañana  en que Gabriel, un amigo de la pata de la esquina de Santa Bárbara, allí cerquita del La Salle de Tienda Honda, en la misma parroquia Altagracia, se deshizo de sus acostumbradas botas 𝘧𝘳𝘢𝘻𝘻𝘢𝘯𝘪. Esa noche al parecer tuvo una revelación que cambiaría el curso de su historia porque al otro día, bajo la explicación de que había comprendido que esas botas eran símbolo de la dominación y  del neocolonialismo,  las aventó lo más alto que pudo quedando ambas colgadas en lo más alto del tendido eléctrico, comenzando una nueva vida para Gabriel …. y también para las botas!

Finalmente, en lo personal nunca fui presa de esas veleidades por una razón muy simple y es por que mis zapatos eran para toda la vida. Si hubiese estado de moda la película 𝗗𝘂𝗿𝗼 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝘁𝗮𝗿, sin ninguna duda esa debió estar dedicada a mis zapatos. Mis zapatos eran eternos. Ellos agarraban cartones para paliar sus huecos, luego pasaban a media suela y luego a suela corrida en un ciclo de interminable duración. Cuando llegaba al fin su ciclo de vida no los botaba, si no que los guardaba para los 𝑝𝑜𝑟𝑠𝑖𝑎𝑐𝑎𝑠𝑜𝑠 que siempre se presentaban. La vez que ya siendo un hombre de grandes responsabilidades tuve un superávit de zapatos los doné en una  festividad de  Quema de Judas en una Semana Santa, con tan buena suerte que ese judas no llegó a morir y mis zapatos tampoco,  volviendo a la vida nuevamente en una 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑡𝑎𝑧𝑜́𝑛 económica que tuve en esos días. En esos días y en otros también!

Lo que sí me pasó por la mente en más de una oportunidad fue en hacer un mercado de zapatos en el tendido eléctrico que pasaba frente a mi casa y que se extendía hasta San José del Ávila, bajo la modalidad utilizada por los buhoneros de El Silencio, quienes a la orden del 𝒑𝒖𝒚𝒂𝒎𝒆𝒔𝒆 procedían a bajar el flux de la escogencia del cliente, de modo que más de una vez me vi tentado en ponerme un par de zapatos 𝙥𝙪𝙮𝙖𝙤𝙨 , pero fui persuadido por mis amigos, no por el temor a bajarle un par de zapatos a los malandros de las leyendas que les he contado, sino por miedo a morir electrocutado, dado que la tradición oral del momento decía que los zapatos se habrían convertido en anguilas.

 Así que no le vengan con leyendas al que sabe historia … historia viva e historia vívida o vivida… o sea.

domingo, 24 de octubre de 2021

La inscripción en el Pedagógico: un evento de naturaleza olímpica

Crónica conmemorativa del L Aniversario del Pedagógico de Maturín

Héctor Acosta Martínez

Cuando uno llega a un nuevo sitio, lo mejor que puede hacer es asimilarse rápidamente a los usos y costumbres del lugar, un poco para no sufrir por los efectos de la inadaptación y bueno, tratar de encajar de una vez  en el ambiente.

Eso fue lo que, posiblemente, contribuyera a mi temprana inserción en  la cultura maturinesa de principios de los años 70s, cuando  ingresé a mi Glorioso Pedagógico de Maturín.

Una de esas particularidades que me llamaron poderosa y asombrosamente la atención fue la manera tan autóctona, endógena tal vez, como  en ese tiempo se inscribían las asignaturas antes del inicio de cada semestre.

Resulta que existía un sistema, bueno más que sistema era un mecanismo, el cual consistía en que cada profesor tenía un número determinado de tarjetas de las asignaturas que facilitaba, incluso entre profesores que facilitaban la misma asignatura, las cuales se diferenciaban por el número de la sección que le tocaba a cada profesor.   Entonces si usted quería inscribir una materia con un determinado profesor, usted se dirigía al sitio en donde se estaban repartiendo las tarjetas de ese profesor. Generalmente era el mismo docente quien las entregaba. El profesor le hacía entrega, entonces, de una tarjeta que venía identificada con el Nombre de la asignatura, el número de la sección y las unidades de crédito (UC) que tenía. Los demás datos los colocaba el estudiante de su puño y letra.  Y uno, el estudiante, tenía que retirar las tarjetas tan rápido como pudiera porque existía el riesgo de que se acabaran y bueno, se cerraba esa sección y usted tenía que agarrar la materia con el que quedara, que, muy seguramente, no era de su total agrado. El de usted!


Tarjeta de inscripción en el IUPEM de un estudiante que, seguramente, sudó para obtenerla

El problema se presentaba cuando usted tenía que inscribir 7 materias y cada materia de cada profesor se entregaba en un sitio distinto, separado por cierta distancia dentro de la geografía iupemista. Entonces usted tenía que estar en buena forma para pegar carreras de un sitio a otro tratando de llegar antes que los otros 35 o 40 estudiantes. Aquello se convertía en un torneo atlético en el que   quienes disponían de mejor estado físico obtenían las tarjetas deseadas, con sus profesores favoritos, seguramente. Pero aquellos que tenían algún hándicap, bien por el exceso de peso o  por alguna discapacidad física, terminaban inscribiendo lo que quedara. El propio darwinismo iupemista, pues! Y esto no tiene nada que ver con Darwin, el hermano profesor de Educación Física.

También ocurría que algún amigo, que  quería extender sus vacaciones en su sitio de origen, le pidiera el favor  que le recogiera las tarjetas; entonces la carrera era doble, más aún si no era de su misma Especialidad.

Así las cosas, en una oportunidad le recogí las tarjetas a mi amigo margariteño Loyo (Eulogio), quien estudiaba en la Especialidad de Inglés. Esto por supuesto lo hice luego de colectar todas mis tarjetas (Historia). Luego me fui para los lados de Inglés, que era el mismo bululú,  solo que cuando llegué la presión había bajado y ya los profesores heavy weight habían sido seleccionados. Cuando, a su regreso de su lar insular, le entregué sus tarjetas,  Loyo se me quedó viendo y con aires de resignación me dijo “coño, cupaño, lo que me metiste fue el chere chere”. Bueno, Loyo, después de la ribazón lo que queda es el chere chere! Este diálogo se entendía perfectamente en todo el Oriente venezolano!


Prof. Eddy Córdova, referente e impulsor de la moda afro.

Esta selección de profesores a través del precitado  mecanismo se transformaba en un de sociograma  porque dependiendo de sus resultados algunos profesores eran mayoritariamente seleccionados al gozar de las preferencias de las masas estudiantiles. De este modo, algunos muchachos como Eddy Córdova, Pedro Márquez (Pitongo), Carlos López, Eugenio Lárez,  el Pájaro Bruzual, Hernán Pineda, Saúl Rivera, Manuel Moreno y algunos otros, quienes eran chicos recién graduados y disfrutaban la ocasión de ser  los últimos modelos de la época, corrían con la suerte de que sus secciones se cerraban casi  al abrirse. Eran caballos ganadores en este hipódromo de tarjetas, o sea!

El suscrito en los melenudos años iupemistas.

Hubo casos  en los  que el número de estudiantes superaba con creces el total de tarjetas disponibles (¡no hay cama pa’ tanta gente!), lo que les causó pánico a un par de profesores que viendo la avalancha de estudiantes que se les encimaba decidieron  salir al pasillo y lanzar las tarjetas al aire, de modo que quienes las obtuvieran producto del rebuleo que inmediatamente se formaría, serían los felices cursantes de esas asignaturas, no sin antes perder un US Keds, un zarcillo  o una pulsera, bajo aquel método que más bien parecía una  piñata en fiesta de recién nacido.

Prof. Simón Bejarano: excelencia y exigencia pedagógica.
Había, recuerdo, otras dos formas sencillas de elegir. Los estudiantes interesados siempre querían inscribir las asignaturas con los mejores profesores, quienes, casualmente, eran los más exigentes. Mientras que aquellos flojones  buscaban los profesores menos exigentes, es decir, a los que se parecían a ellos.  Conforme a esto también me ocurrió que una vez le hice la inscripción  a una amiga de la Especialidad de Geografía y cuando detalló las materias y sus profesores, con los ojos desorbitados me dijo “coño ‘e la madre, pelúo,  me metiste Geografía con el negro Bejarano, ese negro es un demonio. Ni siquiera pudiste meterla con Ardinelia o con la misma Panchita. Este va a ser el peor semestre de mi vida, melena”.

Las maturinesas, de naturaleza afables y  bien presentadas, bien discretas en el andar y calzadas siempre de primera, en tiempos de inscripción sufrían tal metamorfosis que al propio Kafka hubiera sorprendido. Era impresionante ver a aquellas lindas féminas que en las tardes llegaban ataviadas de vestidos y tacones a sus clases, transformadas en atletas olímpicas que ya la misma Yulimar Rojas hubiera envidiado. Vestidas de monos, guachicones en los pies y pañoletas en la cabeza llegaban dispuestas a batir todos los records de velocidad, salto largo, salto con obstáculos; desde Tipuro al Sector E; del sector E al sector A; del sector A a las canchas; de las canchas al sector B y de aquí de vuelta a Tipuro. Algunas de mis amigas como Martina, Gisela, Laurita, Yamila (la eterna Reina de El Corozo), la flaca Ingrid Meneses, Maggloris Arredondo, la flaca Eunice Barreto, la gorda Dinorah y hasta la muy distinguida Nora Natera, de suyo elegantes y de pausado transitar,  participaban sin pudor en ese inclemente maratón. Allí se perdía el decoro, el glamour y el donaire. Ni los indios tarahumaras (indígenas del Alto México, que corrían para todos lados sin ninguna motivación especial) les hubieran visto luz.

Los varones también sufrían los embates del malhadado mecanismo de inscripción. Igual se les veía corriendo por todos los pasillos del Pedagógico,  llevándose por el medio al que se le atravesara. Los mejores dotados, por supuesto, llevaban la delantera. Otros, que eran los mayorcitos de la partida, como Andarcia, Américo Rondón, Laverde, Chichí Avila y Zaracual tenían mañas y de alguna manera se las ingeniaban para inscribir sus materias. Mientras  estaban algunos que, como el gordo Ortíz, tenían su mayor hándicap en el peso, lo que los obligaba a inscribir lo que dejaran, porque siempre llegaban detrás de la ambulancia, cuando no dentro de ésta.  Una vez,  jadeante y todo descompuesto, con la camisa rasgada y enseñando lo que en Oriente llaman el maruto, escuché cuando le decía a una amiga “ay no, mijita, yo no voy a seguir en esta gueboná; mi mamá me mandó para acá a hacer una carrera, no que viniera a vivir en una sola carrera”. Sería ésta la primera vez que escuchaba esta expresión que más adelante se convertiría en un chiste nacional. Para mí fue inventado en mi Glorioso Pedagógico de Maturín.

En la tarde, ya todos cansados se concentraban en la Plaza Central y allí contaban las peripecias del agotador día y en ese mismo espacio comenzaba una transacción de tarjetas, como si se tratara de un intercambio de cuentos como los que ocurrían todas las noches a la entrada del cine Plaza de Ciudad Bolívar. Uno podía escuchar transacciones  como:

“Cambio una Historia de América con el flaco Silva por una con Etanys Mendoza”.

“Cambio un Inglés II con Maikí por uno con Raquel Gardié”.

“Cambio una Geografía con el negro Bejarano por una con la negra Borromé, o con cualquiera otra”.

“Cambio una Historia de la Civilización con Oscar Velásquez por una con Chuberto”.

Pasado el amargo trago de la inscripción poco a poco se volvería a recobrar  la normalidad, siempre con la cordialidad y el ingenio del oriental quien a todo le encontraba una salida graciosa con la cual olvidar los sinsabores de la vida de estudiante de escasos recursos, como eramos casi todos los del IUPEM.

A medio siglo de su fundación mi Glorioso Pedagógico de Maturín no ha dejado de ponerme a dar carrera; esta vez con la elaboración de esta crónica que, como todo buen estudiante, la dejé para última hora a pesar de tener más un año para realizarla y no obstante el látigo del buen editor que es Edmundo Zapata, quien con cierta frecuencia me la recordaba.

¡Qué viva el Pedagógico de Maturín en su L Aniversario! ¡Qué viva!

 


viernes, 1 de octubre de 2021

Había 8 negras entre las Medias Blancas

                                                       ¿O todas eran  negras?

Mal comenzaron las cosas para los Medias Blancas de Chicago, equipo de beisbol de las Grandes Ligas, cuando su pitcher estrella,  Eddie Cicotte, golpeó al primer bateador que enfrentó en el primer juego de la Serie Mundial de 1919. No se vaciaron los dogouts, ni hubo intentos de trifulcas entre los jugadores, pero ese desbol (anglicismo derivado de la palabra inglesa dead ball o bola muerta)  hizo que de inmediato se dispararan las apuestas a favor del más débil en esta Serie, que era el equipo de  Rojos de Cincinnati.

Los Medias Blancas de Chicago formaba en esa época un verdadero trabuco, con un equipo de grandes estrellas entre quienes figuraban el estelar lanzador Eddie Cicotte, el outfielder  “Shoeless” Joe  Jackson,  Eddi Collins,  Dicki Kerr y unos cuantos más.

En esas primeras 2 décadas del siglo XX, los Medias Blancas acumularon 6 Campeonatos de la Liga Americana, la Serie Mundial de 1917;  dicen los entendidos que si no es por que se les atravesó la 1era Guerra Mundial en 1918 y hubo de ser suspendida esa temporada, también se hubieran embolsillado la Serie Mundial de ese año y al llegar a la Serie Mundial de 1919, último año de la llamada Dead Ball Era (Época de la Bola Muerta) lucían como amplios favoritos de las apuestas para hacerse de esa Serie Mundial; apuestas que aunque eran ilegales, no obstante servían para apreciar el grado de favoritismo de los equipos.

Ah pero ese equipo de los White Sox no vivía en un lecho de rosas. Al contrario existían demasiadas diferencias, algunas irreconciliables, entre los jugadores y entre los jugadores y el dueño del equipo, el señor Charles Comiskey (ah por eso el nombre del estadio de los Medias Blancas). Una de esas diferencias era la preferencia que tenía el big boss por los peloteros educados. Estos, que hoy en día llamarían Nerds ganaban más dinero que aquellos analfabetas, hechos a sangre y fuego. El jugador mejor pagado de la franquicia ganaba 14500 dólares por temporada, mientras que los demás tenían salarios entre 3 mil y 6000 dólares por año, cifras éstas risibles comparadas con las de los demás equipos.

 Charles Comiskey, el tacaño.
Del mismo modo se cuenta que en 1917, año en que ganaron la Serie Mundial, los peloteros tuvieron que hacer una huelga porque el mandamás del equipo se negaba a pagar el lavado de sus blancos uniformes de lana. Esto produjo que los uniformes lucieran cada vez más sucios . El Sr. Comiskey quería que cada jugador pagara el lavado de su propio uniforme. Al final mister Charlie accedió a pagar la lavada….pero se salió con las suyas al descontarlo del sueldo de los jugadores. En alguna parte de la literatura se afirma que este impasse dio origen al nombre de Medias Negras, por el estado de suciedad en la estuvieron sus uniformes durante un tiempo.

El dueño del equipo lejos de mantener al equipo unido y cohesionado, como la familia que en algún momento fueron los Piratas de Pittsburg de Clemente, Stargell, Sanguillén, etc., en la década del 70, propiciaba el celo y rivalidad entre los propios jugadores, quienes en un momento determinado ni siquiera se hablaban entre ellos y bueno, en esa misma medida crecía el odio hacia él.

Con ese telón de fondo ocurriría en 1919 un hecho inédito y por demás insólito y reprochable cuando el primera base del equipo, Arnold “Chick” Gandil entró en contacto con gente de la mafia relacionada con las apuestas, para amañar los resultados de la Serie Mundial de ese año en el que, como hemos dicho, los Medias Blancas de Chicago eran los grandes favoritos. Aunque en un primer momento se trataba de mafiosos de poca de monta, necesario sería que hiciera su aparición gente relacionada con los grandes cárteles puesto que se estaba hablando de cifras que alcanzaban los 100 mil dólares, lo que en dinero contemporáneo equivaldría a más de  millón y medio de los verdes.

Se trataba de una acuerdo que debía implicar al mayor número de jugadores para estar blindado y asegurar su éxito ya que no eran conchas de ajo de lo que se estaba hablando. De esta manera se reclutaron hasta 8 jugadores, más otros que aun cuando no estaban en el trato, lo conocían y guardaron silencio, cómplice y temeroso silencio. La nómina incluía a los siguientes jugadores: Eddie Cicotte, Claude Williams, Oscar Felsh, George Weaver, Charles Risberg, Fred McMullin, Joe “Shoeless” Jackson y el propio Gandil. El trato contemplaba el pago de 80 mil dólares al inicio de la serie y otros 20 mil al finalizar la Serie Mundial; sin embargo las fuentes reportan que estos peloteros solo recibieron 40 mil dólares y que al verse estafados por los mafiosos continuaron jugando de la forma usual, solo que los apostadores encabezados por el famoso capo de mafia Arnold Rothstein  apretaron las tuercas de los jugadores amenazándolos con acabar con sus familias si no honraban el acuerdo. Finalmente los jugadores accedieron y perdieron 10 a 5 el último y decisivo juego de la Serie Mundial de 1919 ante Cincinnati Reds y con ello se terminaría de escribir una de las páginas más tristes del Beisbol Organizado de los EEUU.

Los 8 jugadores involucrados en el acuerdo con la mafia apostadora

Al año siguiente, en 1920, un Gran Jurado de Chicago realizó una investigación para determinar las responsabilidades del caso  en la que todos los implicados, en apariencia,  se declararon culpables, pero cuando se realizó el juicio todas las pruebas del caso habían desaparecido misteriosamente, lo que obligó a los jueces a declarar inocentes a los jugadores complotados y dar el caso por cerrado.

El 29 de Septiembre de 1920 el New York Time daba detalles del penoso trato

Sin embargo, el tacaño Comiskey estableció su propia ley al botar a los 8 jugadores implicados en la trama. Ese mismo año fue creada la Oficina del Comisionado de Beisbol de las Grandes Ligas cuyo interés inicial era el caso del arreglo de la Serie Mundial.  Esta Oficina terminaría extrañando del beisbol profesional de por vida a todos los jugadores involucrados, bajo el argumento de que:

“Independientemente del veredicto del jurado, un jugador que arregle un juego de pelota, un jugador que acometa o se comprometa a arreglar un juego de pelota, un jugador que se sienta en confianza con un montón de apostadores y jugadores corruptos, donde los medios de arreglar un juego se discutan y no acuda con prontitud a denunciar a su club sobre este arreglo, nunca jugará béisbol profesional.”


Pete Rose continúa viendo los juegos desde las tribunas por una discutible decisión del Comisionado












Por eso el loquito que bateó la inalcanzable cantidad de 4256 hits fue execrado del deporte pasatiempo de los norteamericanos al haberse comprobado su afición por las apuestas, independientemente que jamás se le comprobara que lo hiciera en contra de su propio equipo, justamente los Rojos de Cincinnati. Ese loquito se llama Peter Edward Rose y fue excomulgado del beisbol desde 1989. Analogía obligada!

Esos 8 jugadores fueron marcados para toda su vida con esta nefasta experiencia, en especial el jardinero “Pies descalzos” Jackson, quien al momento del horroroso affaire era considerado junto a Ty Cobb como los máximos exponentes de la Era de la Pelota Muerta. “Pies descalzos” negó su participación hasta el momento de su muerte y de acuerdo al testimonio de los involucrados el nombre de “Shoeless” Jackson fue puesto en el trato sin su consentimiento para darle un soporte más serio y confiable al acuerdo con la mafia, dada la fama de juicioso y buen jugador que tenía el deszapatado. Dicen que minutos antes de morir “Pies descalzos” habría dicho que ahora sí se iba a enfrentar al jurado que lo absolvería de toda culpa.

El escándalo suscitado con la trampa realizada por los jugadores para perder a ex profeso la Serie Mundial del año 19 del siglo pasado sería otras de las razones por las que, se especula, este equipo fuera también conocido como Los Medias Negras de Chicago.

Mal comenzaron las cosas para los Medias Blancas de Chicago, equipo de beisbol de las Grandes Ligas, cuando su pitcher estrella,  Eddie Cicotte, golpeó al primer bateador que enfrentó en el primer juego de la Serie Mundial de 1919 porque esa era la señal que esperaban los mafiosos apostadores para saber que el acuerdo logrado con los jugadores se estaba comenzando a cumplir y que de aquí en adelante se ingresaba en la zona de no retorno.







lunes, 16 de agosto de 2021

PEDACITOS DE HISTORIA ¡Que se me quemen las manos!

 

¡𝐐𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐦𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬!

Hay personas para las que la lengua se convierte en su más importante instrumento de trabajo y más que la lengua, es la manera como emplean el vocabulario lo que los convierte, a unos cuantos, en unos encantadores de serpientes o, como dice mi hermano José, auténticos vendedores de sueños. Su lenguaje a veces estridente, otras veces enrevesado y otras tantas desafiante logra conmocionar a las masas al punto del síncope. Saben exactamente cuándo y dónde mover las emociones de su público y están por demás seguros de la satisfacción que obtendrán como reacción a sus destemplanzas lingüísticas.
Rómulo Betancourt, un ex Presidente de Venezuela, tenía esa cualidad que lo hacía tan famoso, a la par o un poco más allá de grandes tribunos de la época, como lo fueron Rafael Caldera y Jóvito Villalba.
Recuerdo que en una oportunidad se encontraba reunido con sus correligionarios adecos y por un motivo que no recuerdo les estaba dando una reprimenda a sus conciudadanos, epíteto éste popularizado por él, en aquel coso que estaba lleno de adecos hasta los teque teque. Su lenguaje corporal, gestual y verbal era el de una persona que estaba presa de una gran irritación, mientras sus compañeros escuchaban el sermón sin atreverse a emitir palabras, casi sin moverse de sus asientos. Ya finalizando su encendido verbo había tocado el cénit temperatural, así que ya para despedirse cerró con la bien pensada orden de ❞𝐲 𝐚 𝐦𝐢́ 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐚𝐩𝐥𝐚𝐮𝐝𝐚𝐧, 𝐧𝐨 𝐣𝐨𝐝𝐚❞.
Señores, ese recinto se iba desarmando en aplausos, ovaciones y demás reconocimientos al máximo líder de la tolda blanca. Primera vez que su partido no hacía caso a la exhortación de esta especie de semi Dios o prestidigitador de la palabra, como él mismo alguna vez llamó despectivamente a algunos de sus enemigos políticos.
Fue tanta la influencia en el venezolano que tuvo el Presidente de la misteriosa pipa, que no hay alguno, de los ya entrado en años, que al escuchar la palabra 𝑚𝑢𝑙𝑡𝑖𝑠𝑎́𝑝𝑖𝑑𝑎 no la ancle instintivamente a la criollísima pero controvertida hallaca venezolana.
Durante su presidencia entre 1959 y 1963, había estado soportando denuncias de sus opositores sobre el presunto enriquecimiento que había logrado en el ejercicio del cargo, de modo que en su oportunidad, lanza en ristre, prorrumpió un desafío a las deidades del Olimpo con una nueva y estridente frase que, pensaba él tal vez, lo libraría de suspicacias:
❞𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒎𝒆𝒏 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒔𝒊 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒎𝒊 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒐 𝒑𝒆𝒄𝒖𝒍𝒊𝒐, 𝒉𝒆 𝒕𝒐𝒄𝒂𝒅𝒐 𝒍𝒂𝒔 𝑨𝒓𝒄𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑻𝒆𝒔𝒐𝒓𝒐 𝑵𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍❞.
Con aquella expresión sus partidarios le expedirían un cheque en blanco al hijo de Guatire, borrando con ello cualquier sombra de duda que pesara sobre la honestidad del mayor admirador que tuvo Berna por estas tierras.
Pasaron los días para unos, mientras para otros fue cuestión de horas para que se demostrara si aquel reto se materializaría a su favor o si por el contrario, desde los espacios celestiales vendría la evidencia que lo indiciara en el delito del cual intentaba defenderse.
Así llegaría el 24 de Junio de 1960 cuando en Caracas se celebraba los 139 años de la Batalla de Carabobo y día de la Independencia de Venezuela. El Paseo Los Próceres sería el lugar en donde se concentrarían las fuerzas vivas del momento para tan magno evento. Allí la población disfrutaría del desfile de las diferentes fuerzas armadas que marcharían con sus pertrechos precavidamente sin municiones, mientras que por el aire otro tanto haría las fuerzas aéreas.

Momento en que explota el Oldsmobile-bomba al lado del vehículo presidencial.
Al paso de la caravana que traía al Presidente Betancourt, un poco antes de entrar a las tribunas donde se encontraba el público, invitados especiales y autoridades civiles y militares, en un vehículo Oldsmobile que se encontraba inadvertidamente estacionado a un lado de la avenida se produjo una gran explosión que levantó por los aires el carro presidencial, al ser accionada una carga explosiva desde un lugar remoto.
En lo que no cabía duda que se trataba de un magnicidio, el Cadillac negro presidencial fue lanzado por los aires, falleciendo de forma inmediata un edecán del Presidente y un estudiante que se encontraba en los alrededores. El conductor de la limusina fue lanzado fuera del vehículo hecho una bola de fuego, mientras que el ministro de la defensa y su esposa fueron sacados con vida del auto sin mayores heridas.

Estado en el que quedó la limusina presidencial de la cual salió vivo de milagro el Pdte Betancourt

En cuanto al Presidente Rómulo Betancourt, éste sufrió quemaduras leves en la cara, pérdida temporal de la audición, y la más importante de las consecuencias de la explosión fue que…. ¡𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝗾𝘂𝗲𝗺𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗮𝗺𝗯𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀! 𝗟𝗮𝘀 𝗱𝗼𝘀!


Aquel 24 de Junio de 1960 al Presidente Rómulo Betancourt se le quemaron las manos.
Mucho se había especulado de cierto poder sobre natural que tenía la pipa humeada por el Presidente Betancourt para salvarlo de todas las calamidades ocasionadas por su conflictiva personalidad y la manera de encarar la política, incluso se decía que el mencionado objeto había sido ensalmado por un brujo de Guatire y que gracias a ese hechizo se habría librado de serios atentados intentados en varias partes del continente.
Sin embargo, Betancourt no pudo ser protegido del celestial envite, de modo que en la conciencia de la gente, en una época tan religiosa, quedó la certeza de que el Altísimo no podría estar equivocado, porque si la apuesta era a que se le quemaran las manos, pues entonces salió derrotado al quedar con ambas chamuscadas, confirmándose el dicho popular de que 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑛𝑔𝑢𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑠𝑡𝑖𝑔𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜 y de que 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑎, 𝑦 𝑠𝑖 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑎𝑠 ... 𝑡𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎𝑜, o sea.

miércoles, 7 de julio de 2021

¡Yo no quiero que "se me quiera"!

 Crónica del  mal querer


¡Yo no quiero que se me quiera!

Hace ya varios años escribí algo por allí que de lo único que recuerdo, era que se intitulaba “El secuestro del emisor”, así que si me descubren reescribiendo aquella crónica, créanme queestoy tratando de ser lo más original posible y que cualquier parecido con la otrora crónica formaría parte de que en el depósito de éstas, se revuelven unas con otras, al momento de sacar una que sea realmente insólita.

El tema viene a cuento por la insistencia (¿reticencia?) de ya no pocos comunicadores, no necesariamente sociales, quienes al momento de expresar algo que normalmente se relaciona con sus sentimientos más íntimos, utilizan una forma impersonal del lenguaje, quitándole toda la belleza semántica que aquella declaración podría encerrar, procediendo entonces a emitir una declaración del tipo se te quiere, se te ama, se te extraña, se te felicita, se te admira, etc.

Se pretende crear con estas expresiones  un campo semántico compartido por todos en el que la omisión del sujeto sea una regla, más que una distorsión del lenguaje común, oral y escrito, en el que la unidad formada por la tríada sujeto, verbo y predicado se rompa y, entonces, nadie se responsabilice de la acción que aquí, allá y en todas partes, como la canción de los Beatles, recae sobre el sujeto de la oración.

De modo que cuando a alguien le dicen, como a mi que cumplí años por estos días, se te quiere, no le están diciendo absolutamente nada, porque al quedar el sujeto auto omitido, la oración carece de dirección, ya que hace falta  un responsable de la acción. ¿Acción? ¿Cuál acción? En estos casos la pregunta obligada es ¿Quién quiere en “se te quiere”? ¿Lo ven? ¿Lo encuentran? ¿Lo observan? Seguramente la respuesta es NO porque simplemente el sujeto queda invisibilizado. Existe un objeto que tiene que ver con el querer; pero no aparece por ninguna parte el sujeto que quiere, de modo que usted puede querer mucho a una persona pero al decirle se te quiere, apenas le está diciendo que hay alguien que la quiere, pero que no sabemos dónde carajo está y ni siquiera sabemos quién cipote es. Así que si usted piensa declararle su amor a alguien y lo hace con una expresión del tipo se te ama, cuente usted que por cobarde e irresponsable no le será aceptada esa propuesta amorosa.

¿Cómo darnos por aludidos con un impersonal y frío "se te quiere"? Aunque el objeto del querer exista, es posible que el sujeto se haya el loco y evadido su responsabilidad!

Aquí lo que ocurre es que cuando se utiliza la variante pronominal para la tercera persona, es decir se, en lugar del pronombre de la primera persona del singular, es decir yo, el sujeto de la acción renuncia a su papel, dejando al amor o al simple afecto navegando sin brújula, es decir como un “Barco sin rumbo”, como lo dijera magistralmente mi amiga y profesora de Lingüística, Maigualida Rivas, en una metáfora que está en estos momentos en plena etapa de construcción, en la que la acción queda en manos invisibles, en el mismo plano de frases impersonales pero semánticamente correctas, como es el caso del se vende, se compra, se cogen goteras, se cogen ruedos, se solicita, se perforan orejas, etc.

En todas estas expresiones hay alguien que lo hace,  pero  eso es lo de menos para el solicitante, porque lo que él requiere es del servicio. Quien se lo haga es lo de menos, lo que no es lo mismo que el caso  que nos ocupa, en el que estamos interesados en saber quién es que nos ama, quién nos extraña, quién nos admira, a menos que seamos tan amados, extrañados y admirados que ya no sea interesante para nosotros saberlo, como si se tratara del dueño de un microbús en San Félix, el que tenía en el vidrio trasero un rótulo que decía “este negro se lecha”, y entonces nosotros por ser tan queridos nos la echamos de gran cosota. ¿Cuánto cuesta decir “te quiero, te amo, te admiro, te extraño”?

Aunque existen colegas blogueros que se han aventurado a calificar esta forma de declaración como “actos de hipocresía” (http://plakata.blogspot.com/2011/07/se-le-quiere-unafrase-hipocrita.html ) yo no me aventuraría a emitir un juicio valorativo sin antes saber que cuando nos comunicamos lo hacemos  a través  de lo que llamamos la estructura superficial  del lenguaje (lo que se dice y como se dice), pero  para saber de causas,  razones y por qué, tenemos que zambullirnos a la estructura profunda en busca de antecedentes, antecedentes que seguramente encontraremos en forma de fantasías, creencias, mandatos, miedos, preconcepciones, etc., las que ulteriormente explicarían las causas de nuestra forma de comunicarnos.


Un "se te quiere" cierra cualquier tipo de posibilidad; pero un "te quiero" dicho con la pasión apropiada abre hasta las más insospechadas!

Mientras tanto y por el temor a que estos giros del idioma se continúen masificando, yo solo quiero advertirles para cerrar, lo balurdo que se escucharía a Guaco, ahora en diciembre, cantando ……

“Se te quiere, no se te quiere, se te quiere, no se te quiere, se te quiere, no se te quiere,

Se te ama, no se te ama, se te ama, no se te ama, se te ama, no se te ama. Hay confusión”.

De bolas que hay confusión …o sea……..!


miércoles, 2 de junio de 2021

El robo de señas en las Grandes Ligas: tecnología versus artesanía

 


Uno de los axiomas de popular aplicación en el deporte rey venezolano y en todas partes donde éste se practique es que el buen pitcheo siempre se impondrá por encima del buen bateo.

Esto se demuestra a través del promedio al bate de los jugadores. El promedio define lo que es un pelotero exitoso cuando éste exhibe un bateo de .300 o más puntos. Un bateador de .300 siempre va a tener chamba en un equipo grande liga.

Y ¿qué significa .300 puntos de bateo? Simplemente que de cada 10 turnos al bate el bateador haya logrado batear de hit 3 veces. Y ¿las otras 7 veces? Bueno, en esas 7 veces el lanzador lo ha logrado dominar. O sea que aún dominándolo el 70% de las veces que se enfrentan, el bateador obtiene una victoria pírrica sobre el lanzador. Todo ese hándicap, aparente, que tienen los pitchers sólo indica lo difícil que es darle a la bola, tan difícil y tan celebrado que el último jugador que bateó para 400 puntos lo hizo hace 80 años exactamente y, de acuerdo a las últimas estrategias para dominar aún más al bateo, parece muy poco probable que eso vuelva a ocurrir en los próximos años.

No obstante toda esta ventaja a favor de los lanzadores, la ciencia del beisbol sigue favoreciéndolos. Auxiliados de la estadística producida por  los estudiosos del beisbol actuando a favor de los serpentineros, han logrado acumular guarismos de cada jugador presente en el big show, lo que les permite, entre otras tantas cosas, conocer cuál es el lanzamiento que más daño les hace, hacia dónde tienden a batear, qué lanzamientos hacerle (y cuáles no) en 1 y 1, en 2 y 1, en 2 y 2, en 1 y 2 y en 3 y 2,  en 2 y 3 no porque están ponchados, todo esto dependiendo incluso del inning que se esté jugando, si el juego está a favor o en contra, si el pitcher es derecho o zurdo, de su lugar en el line-up y de quién es el próximo bateador y con cuántos outs está bateando.


Computadora muñequera que utilizan los catchers para llamar el juego. 

Hasta no hace mucho los catchers eran los encargados de pedir los lanzamientos que debía lanzar el pitcher o como le dicen en beisbol de llamar el juego. Luego los managers y coaches, con estadísticas en mano les daban la señal a los cátchers de lo que debían pedir. Pero ahora, recientemente, se dejaron de pendejadas e inventaron una computadora de muñeca (wrist computer) que se colocan los catchers en sus antebrazos y que con solo destaparla se enteran de los lanzamientos que deben pedir, sin necesidad de estar volteando a cada momento hacia el dogout en busca de la señal del mandamás o de acumular visitas al montículo, lo cual ha sido limitado en los últimos años.

           En la actualidad el Pudge Rodríguez no tendría que tendría que estar constantemente mirando al dogout.


Para los escépticos van los siguientes dos datos acerca de la efectividad de  la computadora de muñeca: en este primer mes de temporada de 2021 se produjo el promedio al bate más bajo en mucho tiempo en la Grandes Ligas al acumular los jugadores un average de .232, lo que sin lugar a dudas prendió las alarmas en los dueños de equipos que saben que  los fanáticos pagan por ver carreras. Lo segundo que jamás se había producido en el beisbol fue ver 6 juegos sin hits ni carreras en apenas mes y medio de temporada. Este es un hecho insólito!

Por si algo faltaba, tanto el pitcher como los demás jugadores tienen en sus gorras un chuletario con información acerca de cómo jugarle a la defensiva a cada bateador, donde se les indica la posición exacta en la que deben colocarse para jugarle a cada bateador. Por eso ustedes ven a los jardineros viendo al interior de sus gorras luego de cada out y por eso mismo ustedes ya no ven al receptor haciendo más señas que el penado 14 con sus brazos desde la goma para acomodar en el outfield a los jardineros. Eso se acabó con la llegada de la tecnología, que también ha incidido en el nacimiento de una formación especial que es la manera como se acomoda el cuadro, todo alineado hacia la derecha si se trata de un zurdo, cuyos datos  estadísticos revelan que nunca batea hacia el lado izquierdo del campo. Por eso vemos a segundas bases sacando desde el terreno corto del right field  a bateadores  que en condiciones normales se hubieran anotado un sencillo, al menos. En beisbol las estadísticas no mienten! El inefable comentarista de beisbol que fue Carlitos González decía que en EEUU cualquiera podía ser comentarista ya que al llegar a la sala de transmisión tenían sobre el front la vida y obra de cada jugador de grandes ligas. “Así cualquiera”, decía el nativo de Tucupita.

Formación especial contra zurdos

  Y mientras tanto, ¿qué hacen los bateadores?

Los bateadores llegan al home plate a usar sus habilidades y aptitudes en busca de hacer un buen contacto que les permita embasarse, aunque para ello deben primero descifrar los pitcheos del lanzador quien, en promedio, emplea entre 5 y 6 distintos tipos de serpentinas. Por eso se dice que muchos bateadores llegan al home plate en busca de un lanzamiento. Otros llegan a adivinar. Y algunos otros llegan a pescar. Muchas veces el bateador entre lanzamiento y lanzamiento se sale de la caja de bateo para pensar cuál posiblemente sea el próximo pitcheo que haga el lanzador. Esta ley de probabilidades las maneja el bateador en su mente, ya que él no cuenta con una computadora en la muñeca ni en el mango del bate que le indique para cuál lanzamiento debe estar preparado. Muchas conexiones que salen del parque de jonrón se deben a que el bateador se sentó a esperar un lanzamiento y tuvo la suerte de que lo lanzaran y contó, por supuesto, con la habilidad para no desperdiciar la oportunidad o la adivinación.

Dado que voltear hacia atrás para ver las señales que emite el cátcher a su lanzador constituye una violación, algunos bateadores reciben ayuda de los coaches e incluso de algún otro bateador que haya logrado embasarse y tenga la jugada de frente, como lo es desde la segunda base. Respecto a esto mucho se ha hablado de la dupla formada por César Tovar y Vitico Davalillo quienes, de acuerdo a la tradición oral, tenían sus propias señas mediante las cuales se comunicaban entre ellos  el lanzamiento pedido por el receptor y  las jugadas que entre ambos armaban a continuación, como robo de base, bateo y corrido, toque de bola, etc. Hubo también algunos, como el slugger del Magallanes Luis Raven, a quien más de una vez las cámaras de TV lo pillaron tratando de ver por el rabito del ojo las  señas del receptor. Lo cierto del caso es que el robo de señas tanto en Venezuela, como en las Grandes Ligas ha existido desde que el beisbol es beisbol, aunque de manera doméstica o artesanal y ello habla sin duda alguna de la superioridad que el pitcheo tiene sobre el bateo.

Algo que parecía una leyenda urbana en las Grandes Ligas fue el tan comentado robo de señas que llevaría a los Astros de Houston a ganar la Serie Mundial de 2017. Según la investigación llevada a cabo por MLB los Astros instalaron una cámara en el center field, la cual enviaba las imágenes de los pitcheos pedidos por el receptor del equipo contrario a una cámara de video instalada en el club house del equipo, desde donde era transmitida a un operador colocado en el dogout quien se la enviaba al bateador de turno de los Astros a través de dos tipos de sonido que se obtenían golpeando un tobo: con un sonido se comunicaba si el pitcheo iba a ser rompiente y, dos,  la ausencia de sonido implicaba que el lanzamiento sería en recta. Todo esto sucedía durante los últimos 4 segundos de los 12 reglamentarios que tiene el pitcher en hacer el lanzamiento y ante el escándalo de la muchedumbre que generalmente ronda los 40 mil fanáticos presentes en el stadium. Es necesario acotar que, contradictoriamente, las sanciones que luego se produjeron en el equipo Houston no se debieron al robo de señas como tal, sino al uso de tecnología ajena a la naturaleza del juego, como serían las cámaras de videos. Definitivamente, digno de Ripley!

Aunque no es propósito de esta crónica discernir sobre las razones deontológicas de todo este escándalo, sí es bueno recordar que cuando los dueños de equipos, en contubernio con MLB, lo requirieron, encargaron el diseño de una pelota más activa que la esférica convencional. Las razones se  centraron en que siendo el Jonrón la gran atracción del juego, el que lleva aficionados a los parques de beisbol, el que paga la entrada pues, análogo a lo que en boxeo sería el nockout, los dueños de equipo  se dejaron de vainas y le hicieron una pequeña trampa al mercado al incorporar una pelota que viaja con más rapidez al ser chocada por el bate, todo esto para corregir las distorsiones del mercado que estaba llevando cada vez menos fanáticos a los estadios. Crearon, entonces, lo que en estos tiempos se conoce como la pelota salidora o “bolas que al ser bateadas muestran una aerodinámica fuera de lo normal cuando están en el aire, haciéndolas volar mucho  más de lo que una pelota reglamentaria se supone que lo haría”. En otras palabras se trata de una pelota trucada. (Estudio realizado por el portal Baseball Prospectus).

Como resultado, en 2019 y faltando 3 semanas para la culminación del calendario regular, fue superada la marca histórica de más jonrones en una temporada, al batearse el jonrón 6.106, dejando atrás la marca registrada en 2017.  Sin embargo desde 2016 se han bateado cada vez más jonrones en la Gran Carpa, sin desconocer que esta epidemia jonronera comenzó con el nuevo milenio, cuando en el año 2000 se batearon 5.693 batazos de vuelta completa.

Ya para ir cerrando, este tema del robo de señas que he planteado con el (dis) símil entre el pitcheo y el bateo, me hace recordar el cuento del esclavo que fue enterrado en medio del circo romano con solo la cabeza fuera de la arena, para enfrentarse a un fiero león que fue soltado apenas terminaron de acicalar el terreno. El león se abalanza sobre la cabeza del pobre esclavo y le clava una patada con sus garras retractiles, mientras da una vuelta lentamente para recibir los aplausos del soberano. Luego viene y le clava un mordisco en el hipotálamo, quedándose parado sobre el esclavo con los testículos sobre la cabeza de su víctima, disfrutando los vítores del graderío; ocasión que aprovecha la fácil presa que era el esclavo para morderle una bola, lo que hace que el león huya despavorido acusando el dolor que le causaba la mordida en la criadilla. Desde las tribunas los espectadores no pueden creer lo que ven y llenos de furia y de frustración le gritan al esclavo “sinvergüenza, tramposo, juega limpio desgraciado, aprende a jugar limpio, ojalá y te lleve el diablo” …. o sea.