OBAMA Y EL FIN DE LA HISTORIA
El bombardeo ideológico hacia los más
jóvenes se ha venido incrementando considerablemente a lo largo de los últimos
15 años. De ser materia subliminalmente tratada
desde tiempos remotos, pareciera que sus innegables resultados no han dejado
satisfechos a los diseñadores de ideologías, al punto de que el mismo Obama
ha terciado en tan serio asunto, dejando boquiabiertos a quienes creían en una
eventual inteligencia aplicada del anglo-afro-descendiente presidente.
Lo cierto es que, no contentos con el
desarraigo producido en los jóvenes, quienes por unos dólares más abandonan
casa, familia, propiedades y amigos, no contentos con haber instaurado una
cultura que privilegia en las ellos la escuela del centro comercial y con ello
su afán por las modas y ropas de marca, han comenzado a atacarlos con dos
premisas, para terminar de convertirlos en unos guiñapos o, para hacerlo menos
ofensivo, analfabetas funcionales.
Lo primero es meterle en la
inconsciencia que todo aquello que ocurre más allá de sus fronteras visuales
(hasta donde les alcanza la vista), ese no es su problema, ese es peo de los
que están por allá y ellos que resuelvan su vaina. De esta manera destruyen
cualquier vestigio de solidaridad que pueda producirse con los refugiados
libios, iraquíes, sirios o somalíes, además y más importante, de que los
conminan a ni siquiera interesarse en saber las razones de los conflictos que
los enfrentan, con todo y la globalización, a la que constantemente recurren
para confirmar la posesión de rasgos de modernidad de la que se creen ungidos.
El segundo aspecto, tan o más
importante que el primero, es que son entrenados para borrarles de su mente la
palabra Historia y por el consiguiente desprecio hacia lo viejo, cosa a la que
coadyuva la indetenible velocidad con la que evoluciona la tecnología, de
manera que por un fenómeno de igualación, así como un teléfono celular después
de dos años se obsoletiza, de igual forma todo hecho social que se desarrolló
en los inmediatos par de años anteriores, no merece permanecer en la base de
datos humana, por lo tanto está destinado a perecer de inmediato con un
irremediable delete.
Por ello no es casual que Barack Obama, el Presidente del Imperio más
poderoso del mundo, con todo lo que este lugar común implica, haya tomado como
escenario ideal, la VII Cumbre de las Américas para decretar El Fin de la
Historia. El keniano no se detuvo en complejos para declarar abiertamente que a
él no le interesaba discutir sobre la Historia, que lo pasado, pasado estaba y
que su interés era mirar hacia el futuro.
Textualmente afirmó “soy el primero
en reconocer que la aplicación de los derechos humanos en nuestro país no
siempre han sido consistentes y congruentes. Tenemos capítulos oscuros en
nuestra propia historia. Podemos pasar mucho tiempo hablando de injusticias
pasadas y usar a EEUU como excusa cómoda de los problemas políticos que pudieran
suceder a nivel nacional, pero eso no va a aportar progreso, ni hará que
nuestros países sean más productivos y competitivos”.(subrayado nuestro) (…)
La guerra Fría terminó hace mucho tiempo, y no me interesa continuar en
batallas que empezaron antes de que yo naciera”.
Esta salida pretendidamente inteligente
y hasta sincera de Obama, tiene su corolario
en el trabajo concienzudo, llevado a pulso desde los centros de idiotización de
las juventudes del mundo, para borrar de sus mentes los necesarios referentes
históricos, que son los que permiten la unión de marcos y la comprensión del
presente, tiempo en que vivimos.
Por eso la Historia muchas veces se
ha conceptualizado como el estudio de los
hechos Pasados, que permiten comprender el Presente y proyectar el Futuro.
Conocer, comprender y proyectar son verbos activos para hacer de la Historia
una herramienta indispensable en el diseño del país que se quiera construir;
pero cuando a esta ecuación se le roba el Pasado, cosa en que los
norteamericanos son unos expertos como veremos más adelante, deviene
inmediatamente la incomprensión de la actualidad, solo que para evitar la
incomoda indagación, entonces se es conminado a asumir la complejidad del
Presente como algo irremediablemente trivial. Es por ello, yo hasta había
pensado en un principio que era casualidad o de modé, que los más jóvenes sean tan refractarios a conocer todo
aquello que se encuentre más allá de Chino y Nacho.
Siendo así y teniendo en parte la
batalla perdida, los jóvenes han comprado la exhortación de Obama acerca del
Fin de la Historia, la han hecho suya y han asumido que un Mundo Disney es posible, echando a un lado el incómodo y pesado
Pasado y marchando hacia un futuro dibujado en las green cards y en el american
way of life.
Ahora bien, este Alzheimer Histórico que predica Barack Obama, cuando no es aceptado
por las buenas, entonces es impuesto por las malas, borrando apunta de bombazos
y al precio que sea, cualquier vestigio de Historia en los territorios que
intentan ocupar; tal cual ocurrió en Irak, de donde, producto de la invasión
del año 2003, desparecieron, bueno desaparecieron es un eufemismo, una enorme
parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad, entre los que se cuentan papiros
con los primeros signos de escritura, rollos de torás que datan de antes del
año 3.000 antes de Cristo y en los que se narraba la ley escrita y oral del
Judaismo, en cristiano era una especie de Antiguo Testamento; desparecieron
gran parte de las Bibliotecas antiguas de la Mesopotamia con todo su valor
histórico; en su apetito sin freno por apoderarse del pasado de la humanidad, igualmente
fueron saqueados cientos de yacimientos arqueológicos, constituídos por
ciudades y poblados antiguos, de donde se podrían extraer explicaciones para la
comprensión de la Historia Antigua, etc.
Es útil saber que toda esta defraudación
al pueblo irakí fue planificada pormenorizadamente, ya que el anuncio de la
invasión movió el interés de los grandes jerarcas del Pentágono, de importantes
coleccionistas de arte y de ladronzuelos de poca monta, quienes una vez
consumada la invasión, actuaron con total libertad, amparados en la protección
que proveían las fuerzas de ocupación.
Así que, al igual que en la pelea de
pranes en la que los EEUU les birló a Alemania más de 40 toneladas de su oro almacenadas
en la Reserva Federal, pueden ser aún
muchísimas más, EEUU le ha robado a la humanidad un pedazo enorme de su legado
cultural ancestral y hoy, cuando Irak comienza a recuperar su capacidad de
acción y reclama a USA la devolución del inventario arqueológico robado, ésta
responde que sólo le será entregado el 50% de lo arrebatado, como
si se tratara de un simple juego de roba montón.
Como podemos ver, los EEUU actúan
como Jalisco que si no se lo dan, lo arrebatan y es justamente, lo que hacen
con la juventud mundial, la que conforme al espejismo de la Globalización,
deambula de un país a otro en busca de un prometido bienestar material, por el
que vale la pena abandonarlo todo, incluso su nacionalidad; por supuesto que
este es un concepto que ha dejado de inquietar a la juventud, ya que al EEUU
arrebatarle su ADN ancestral, el archivo de recuerdos, afectos, lealtades,
identidades ha quedado totalmente vacío.
Como en el poema de Andrés Eloy
Blanco, a la juventud amenazan con “llevarle el latido y dejarles el corazón”.
Será, entonces, tan casual, frugal o
trivial el interés de EEUU por el Fin de la Historia?
Esta mañana, a tiro de terminar esta
crónica, me abordó mi nieto de cuatro años, quien luego de una conversación
interrumpida por mi constante déjame
terminar, me preguntó:
“Abuelito, ¿por qué los abuelos todo lo adivinan?”
Viéndolo con sentimiento le respondí:
“Porque a
algunos abuelos no nos han robado el pasado”
Estoy seguro que no lo entendió, pero
tengo la esperanza de que algún día lo entienda.
http://www.iraqsolidaridad.org/2007/docs/11_06_07_Global_Policy_VIII.html