domingo, 30 de agosto de 2015

El Medicánico de Caricuao

El País de Comiquita (1995)

El Medicánico de Caricuao



Esa mañana en el Ambulatorio de Caricuao todo el ambiente era de absoluta normalidad. Los médicos dedicados a sus quehaceres, pasaban sus consultas sin reportar ninguna novedad, porque hasta los apuñaleados del día eran casi todos los mismos de siempre.

En un pequeño consultorio se encontraba el Gineco-sexólogo esperando la entrada de su próxima paciente. Se extasiaba mirando al su alrededor con una sonrisa que a las claras denotaba la satisfacción de quien ve coronado sus esfuerzos con notables éxitos. A su espalda estaba el Título de Médico Cirujano expedido por una universidad nacional de reconocidos méritos. En otra de las paredes se podía ver un pequeño dibujo fotocopiado mil veces, alusivo a la responsabilidad en la entrega de los trabajos, con la trillada pregunta “¿Para cuándo dijo que lo quería?”. Más hacia la derecha estaba toda una pared tapizada de mujeres desnudas extraídas de diarios de vieja data, tal vez en franca referencia  a la sujeto-objeto de su profesión. A algunas de ellas alguien tuvo la travesura de pintarle bigotes, mientras que la mayoría presentaba manchas de grasa fibrosa. Un afiche de un indio mal encarado daba la bienvenida a la clientela o a los pacientes, lo mismo da, con una aseveración implacable: “Aquí se fía, cuando este indio se ría”. Todas estas ensoñaciones fueron interrumpidas cuando la enfermera hizo pasar a la siguiente paciente.

Luego de un breve relato que hiciera la humilde mujer acerca del motivo de la consulta, el galeno le ordenó:

-      - Métase detrás del biombo y póngase la braga azul que está allí con la abertura hacia el lado de adelante.

Pasados algunos segundos comenzaría la rutina del reconocimiento por el experto en la materia:

-      - Ahora móntese en el puente y me coloca una rueda aquí y la otra acá. Relájese, le voy a quitar las tapas de las cámaras para examinarla internamente. Muy bien! Anjá, este motor tiene muy poca lubricación, las trompas están totalmente secas, casi cristalizadas. Vamos a tener que rectificar las trompas, diagnosticaba y recetaba el especialista.

-      - Mire, doctor, no entiendo, dijo ella interrumpiendo el monólogo.
-      - No se preocupe, doñita, después irá entendiendo, la tranquilizó el médico.
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   - Doctor, interrumpió la señora antes de que cogiera mínimo otra vez, es que el tratamiento de la ultima vez no me prestó, dijo preocupada.
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-   - Qué le va a estar prestando, si es que aquí se ve a las claras que usted se puso a puyar este motor antes de tiempo, ni siquiera le dio tiempo a que emparejara, aseguró el galeno con vehemencia, para luego proseguir:
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    - Ahora le digo una cosa: si rectificamos este bloque y su esposo no rectifica cigüeñal no estamos haciendo nada!
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   - Y si me hago el tratamiento bien, doctor, ¿cómo cree usted que quede después?
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     - Usted puede salir a cero treinta, que es muy bueno para su edad, aseguró  el doctor, dándole mucha confianza a su paciente.
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      - Uhmm! Doctor, también siento sofocones cuando estoy en la intimidad, como que no me llegara suficiente aire, inquirió la dama en busca del sabio consejo.

-           - Es lógico, se ve que la bomba no está mandando y los filtros están tapados. Si no se puede conseguir una bomba nueva, tendremos que cambiarle el kit a esta vieja, afirmó mecánicamente el especialista.
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    - También, mi dóctor, tardo mucho en alcanzar el climax!
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    - Eso puede ser que tiene la mínima muy baja. Le aconsejo de todas maneras, que se caliente bien antes de comenzar a meter las velocidades.

   - Y fíjese bien si cuando mete retro le pasa lo mismo. Sería bueno que su esposo también se eche una chequeaita, porque pudiera ser que tenga una bujía enchumbá o que ya esté botando la segunda y hasta la tercera. Por si acaso, le voy a mandar a que se aplique en su parte, una poción de auto-médico y que se lubrique con la Fórmula 70-6, de Laboratorios SQ, le dice que le den de la penetrante,  especialmente preparada para estos casos, a razón de cinco octavos de pulgada antes de cada encendida, terminó aconsejando el cirujano.

Esta exhibición magistral de grandilocuencia médica hubo de ser interrumpida por el tropel de un grupo de hombres vestidos de negro, portando armas de todos los calibres, quienes arrestaron al presunto médico, bajo la certera sospecha que, se trataba de doctor, pero en automóviles; todo lo cual quedó al descubierto cuando uno de los policías arrancó el título de médico que pendía en la pared, quedando al descubierto el verdadero título, que no era otro que el de la CANATAME, o Cámara Nacional de Talleres Mecánicos del Distrito Federal y Estado Miranda, del cual era miembro el Medicánico de Caricuao. Unas abrazaderas y unos tirrás servirían de esposas para inmovilizar al truhán, el cual fue llevado en grúa hasta una chivera en Villa Zoila, en la cual pasará gran parte del resto de sus días.