Hasta hace unos pocos
años los viejos me parecían excesivamente extemporáneos en sus gustos, tanto
que consideraba que rayaban en lo ridículo. Hoy en día esa percepción ha
cambiado radicalmente.
Me llamaba la atención en aquel tiempo que
algunos, sino la mayoría, cambiaban constantemente de peinado; así, de usar el
pelo hacia atrás, de un día para otro aparecían con el peinado de lado, eso que
llamaban hace mucho, corte francés. . Habían otros que de repente amanecían con el
coco casi al rape, usando aquel que Sixto, mi barbero de mi Angostura natal,
del sector El Plaza, llamaba corte
cepillo.
Habían los que incluso
se dejaban crecer la parte inferior del cabello hasta lograr hacerse una cola de caballo, aunque, por supuesto,
la tarima quedaba desguarnecida o como dice mi amigo Jesús Rodríguez, todos los
músicos se bajaban de la tarima, pues.
De tal manera que
cuando observé inicialmente que la tarima estaba perdiendo músicos, se lo
achaqué al stress, a la mala calidad del sueño, a que la almohada no era relax pillow o a que el agua del Guri
venía cargada con mucho mercurio, por aquello de los mineros submarinistas que
buscan diamantes en el lecho del lago.
Algo parecido, me
dicen, esta parte no es autobiográfica, sucede con los actos fallidos, no ya
del pelo sino del palo, cuando comienzan a presentarse problemas con el
mecanismo de elevación del pesado aparato: también aparece el pagalotodo
stress, el que si el día de trabajo fue demasiado rudo, el que si todavía no ha
cargado el mecanismo porque la última vez que lo hiciste fue apenas hace
dos semanas o el que simplemente la noche se hizo para dormir. Claro la mujer,
discreta por naturaleza, piensa, “y también la mañana, el mediodía, la tarde y
hasta los fines de semana se hicieron para dormir.”
Algo parecido, me
dicen, esta parte no es autobiográfica, sucede con los actos fallidos, no ya
del pelo sino del palo, cuando comienzan a presentarse problemas con el
mecanismo de elevación del pesado aparato: también aparece el pagalotodo
stress, el que si el día de trabajo fue demasiado rudo, el que si todavía no ha
cargado el mecanismo porque la última vez que lo hiciste fue apenas hace
dos semanas o el que simplemente la noche se hizo para dormir. Claro la mujer,
discreta por naturaleza, piensa, “y también la mañana, el mediodía, la tarde y
hasta los fines de semana se hicieron para dormir.”
A diferencia del pelo,
este otro muchacho no es menos solidario, no! Dicen los que saben que es aún
más solidario, porque él, aun caído, es incapaz de abandonar a su dueño,
permaneciendo en triste y vergonzoso acompañamiento hasta que Dios decide
llevarse al dueño.
Finalmente, en una
encuesta hecha entre amigos, ante la pregunta ¿Quién prefiere usted que se vaya
primero, el pelo o el palo? Un 93.4% respondió que el palo, porque con la píldora
azul resuelven el problema. En cambio que con el pelo han intentado con métodos
que van desde los baños con agua de cayena, la mierda de gallina y hasta la
terapia del plasma, sin que hasta ahora ninguno haya podido parar la caída del
pelo, no jó!