Por
si usted no lo sabía
En la madrugada del 7
de Agosto de 1957 una gran explosión estremeció la ciudad colombiana de Cali,
cuando 1053 cajas de dinamita cargadas en 7 camiones del ejército detonaron,
produciendo lo que más adelante se conocería con el nombre de “La explosión de Cali”.
Resulta que en
aquel momento Colombia abría caminos
interioranos de penetración a través de la construcción de carreteras en el
Departamento de Cundinamarca, para lo cual el ejército estaba encargado de
detonar las cargas explosivas que permitirían abrir los cauces a las nuevas
vías que entrelazarían las localidades vecinas. En ese sentido, el bunker desde
el que se planificaba todas estas operaciones estaba en Cali. Allí estaban
apostados los camiones del ejército cargados de dinamita, esperando la orden
para producir las explosiones controladas que hicieran posible las nuevas ruas.
Algo ocurrió que
aquella carga de dinamita hizo explosión en plena ciudad causando la
desaparición de más de 3000 personas, más de 1200 heridos y pérdidas materiales
por la destrucción de viviendas que ocasionó un sin número de damnificados.
Tiempo más tarde, en
Caracas, Venezuela, mucha gente que visitaba e incluso que vivía en la populosa
parroquia del 23 de Enero, no disimulaba su asombro al darse cuenta que en el
urbanismo faltaba el Bloque 8. No fueron pocos los que corroboraron con sus
propios ojos que después del Bloque 7 venía
el Bloque 9 y así continuaba la progresión hasta completar los 38 superbloques que comprende el sector, además de 42 bloques
pequeños. Había incluso quienes se dedicaban a contar bloque por bloque en
busca del fantasmal Bloque 8. Los más traviesos ponían a otros a buscarlo en la
parte alta de Monte Piedad o en zonas más alejadas de donde debía estar. Lo
cierto es que por muy intensa que fuera la búsqueda, el hallazgo del Bloque 8
jamás tuvo éxito.
¿Qué fue lo que
ocurrió, entonces?
Mientras se producía “La explosión de Cali”, en Venezuela el
Presidente de la República, General Marcos Pérez Jiménez había ordenado dos
años antes, y en efecto ya estaba en construcción, un urbanismo en el sector
oeste de la ciudad capital y que llevaría por nombre “2 de diciembre”, en honor
a la fecha de su asunción a la
presidencia. Con el derrocamiento del Presidente Pérez Jiménez el 23 de Enero
de 1958, la “Urbanización 2 de
Diciembre” daría paso a la hasta hoy conocida Parroquia “23 de Enero”, ya que al
asumir el poder, Rómulo Betancourt ordenó el cambio de nombre.
El desastre ocurrido en
la costeña ciudad colombiana coincidió con que el urbanismo caraqueño se había
desarrollado hasta el Bloque 7. En un gesto de solidaridad cargado de
simbolismo, Pérez Jiménez, en vista de
la gran cantidad de personas sin hogar que dejó la explosión, donó el Bloque 8 a la Ciudad de Cali, dando
lugar a la construcción de un bloque de similares características, en lo que
más tardecita se llamaría la “Unidad
Residencial República de Venezuela”.
“El
edificio venezolano”, como se le conoce en la capital del
Valle del Cauca, consta de un bloque de 140 apartamentos, los cuales fueron
entregados a los sobrevivientes de la desgracia y cuyo gesto representa un hito
en la expresión material de la solidaridad entre los pueblos de la Patria
Grande, en la que Venezuela ha dado muestras fehacientes de desprendimiento,
cuando se trata de expresar su más hondo sentido de hermandad.
Por si esto fuera poco,
es necesario acotar que el terreno en el que se construyó la “Unidad Residencial República de Venezuela”
era propiedad del médico venezolano Adolfo Bueno Madrid, quien tenía algunos
años residenciado en Colombia, dedicado al negocio inmobiliario y que fue quien
en última instancia donó el espacio de tierra que albergaría el Bloque 8,
conocido también en Venezuela como “El
Bloque fantasma”.
Ayer, lo mismo que hoy
en día, Venezuela ha dado muestra de practicar una solidaridad innata con sus
vecinos y con algunos otros que no lo son tanto. Prueba de ello es que en 2006,
medio siglo después del destacado aporte de Pérez Jiménez, el Presidente Hugo
Chávez, en un inusitado gesto de bonhomía, compró la impagable deuda de la
República Argentina, lo que salvó al país austral de una quiebra inminente.
No obstante, aquel beau geste del fallecido Presidente
venezolano hoy es soslayado por la nueva pareja presidencial argentina, así
como por muchos otros presidentes del
continente americano, quienes parecen considerar en bloque, que la solidaridad
es, justamente, cosas de fantasmas… o sea.