jueves, 21 de diciembre de 2017

Crónica de un harakiri anunciado


La conversación nuestra de cada día

Como cada fin de semana, Margarita pasó a visitar  a su vieja madre en compañía de sus dos pequeños hijos. Cuando no lo hacía, entonces le hacía un chequeo telefónico con cierta frecuencia. Ese sábado llegó a tiro de mediodía luego de hacer algunas compras.

- Hola, madre! La bendición? Niños, bésenle la mano a la abuela!
- Ción, buela? Ción, buela?
- Dios me los críe, los ampare y los favorezca, respondió la madre a las tres bendiciones.
- Madre, y cómo has estado? preguntó Margarita.
- Bueno, hija, hoy amanecí con un dolor clavado aquí en el pecho!

- Eso es stress, madrecita, diagnosticó Margarita sin auscultación alguna, porque aunque ella es Ingeniero, sabía mucho de Medicina, Economía y Finanzas.
- Tienes que tener mucha tranquilidad, prosiguió Marga, mira que las cosas no están como para estar enfermándose. A una amiga en estos días la hospitalizaron y la cuenta le salió en un poco de millones. Además de eso, las medicinas no se conseguían y las que encontró tuvo que comprárselas a un bachaquero  que se encontró dentro de la misma clínica. Y eso le costó un ojo de la cara. Más, tuvo que pagarle al médico directamente a él, fuera de los honorarios de la clínica, sin factura y sin nada. O sea que esos reales los perdió.

- Yo creo que fue un refresco que me tomé, que me cayó mal, dijo la madre tocándose donde le dolía.

- Refresco?, preguntó la hija, para seguir ella misma con las respuestas.

- Y dónde conseguiste refresco? En este país ya no se consigue ni refresco y si lo consigues es bachaqueado. Por allí me estaban pidiendo casi 100 mil por una botella de un litro. Este diciembre la gente no va a poder tomar ni CubaLibre porque no se consigue pepsi, ni cocacola. Eso es un lujo. Pero es que también el ron está carísimo. Imagínate tú que una botella de carta roja ya la están vendiendo en 500 mil bolívares. 500 mil, madre! Hasta el ventarrón subió de precio. Una vaina que no la tomaba nadie, la conseguí ahorita en el supermercado en 97 mil bolívares. Entonces la gente está tomando una vaina que llaman calicanto, que cuesta menos, pero no tanto menos, 90 mil el frasco plástico de esa vaina. Versia, es que ni paujil va a poder tomar el pobre en estas navidades. Bueno, ni el pobre ni el rico, porque el whisky que era lo que tomábamos la gente decente, ya no se puede comprar, porque, imagínate tú, que acabo de ver una botella de william lawson, que era lo que estábamos tomando últimamente, en casi un millón de bolívares. Pero bueno, vieja, es que hasta el hielo aumentó de precio: una bolsa le hielo, acabo de ver un hombre que la devolvió arrechísimo, porque le estaban cobrando 50 mil bolívares, una vaina que es pura agua.  No, no, no, aquí va a pasar una vaina! Te vas a acordar de aquí, se va a formar un verguero, madre, con el perdón de tu cara.

- Bueno, hija, nos comeremos las hallacas con agua, aportó la madre  mientras se recostaba en el sillón sobre el lado que le dolía.

- Queeeeee? Y quién va a hacer hallacas? Ay madre, como se ve que tú no eres la que compras las cosas! Madre, es IM PO SI BLE hacer hallacas con esta situación-país que estamos viviendo. Nada más que las aceitunas, las pasas y las alcaparras, a esta hora están por el orden de los dos millones de bolívares el kilo de CA DA  U NA. El kilo de cochino a 700 mil y el de carne en 260 mil y el pollo de mierda ese no se consigue por ningún lado. Y no me hables tú del monte. Esa vaina parece importada en dólares, yuanes o el petro el coño que acaba de inventar Maduro. Y el pimentón? Ese pasa de 100 mil el kilo.

- Hijita, hijita, interrumpió la madre como pudo, tú crees que antes de irte me pudieras comprar un poco de queso blanco, del quesero de los olivos?

- Con mucho gusto …. lo haría, madre, respondíó la hija escarbando en la cartera, pero no tengo sencillo. Es más, no hay sencillo. No hay efectivo, madre. Los billetes los desaparecieron. La misma situación-país hace que la gente venda los billetes a más de lo que cuesta. Tú llegas a un banco, madrecita, y lo primero que preguntas es si tienen efectivo. Tú no ves que ahora no asaltan a los bancos? Porque con la situación-país el efectivo prefieren venderlos en Colombia, donde sí aprecian la moneda mejor que nosotros los venezolanos. Esto es fin de mundo, madre!

Total que así transcurrieron las tres horas de la visita semanal que Margarita le dispensó a su madre. Al despedirse le recomendaría a la vieja:

- Recuerda lo que te dije: eso que tienes es producto del stress, así que trata de no preocuparte por nada. No veas programas políticos ni nada que te preocupe. Y sobre todo, aléjate de la gente tóxica, esa que sólo habla de la desesperanza aprendida y de lo mal que están las cosas. Pensamientos malos sólo atraen resultados malos. El pensamiento es energía en movimiento. Y que no se te olvide que Dios está en la palabra. La bendición?

- Niños, bésenle la mano a su abuela!
- Ción, buela? Ción, buela?

La madre, como pudo, se incorporó del sillón y con la respiración entrecortada les dio su bendición:
-Dios me los críe, los ampare y los favorezca!

Al día siguiente Margarita recibió bien temprano una llamada telefónica. Era la vecina de su madre, quien acostumbraba llevarle café todas las mañanas. La noticia no podía ser peor. Doña Cristina yacía inerme en el sillón de la sala, víctima de un infarto fulminante.


-No puede ser!, exclamó Margarita mirando al cielo, pero si yo la dejé ayer en la tarde y estaba bien!