viernes, 5 de mayo de 2017

Lo que el Ché Guevara sabía…


 ¡Pero que los escuálidos ignoran!

Contaba el Ché en su conocido “Diario del Ché en Bolivia” que cuando en el fragor de la lucha alguien se le acercó para preguntarle a quién había que avisarle en caso de muerte, la sola idea de que podía fallecer lo desconcertaba, al punto que esa noche no pudo dormir haciendo digresiones con la idea de que pudiera perder la vida en algún enfrentamiento armado.

Sin embargo tal aturdimiento no duraría demasiado, ya que al cabo de un rato legaría a la posteridad una de sus máximas expresiones de comprensión de lo que representaba  aquella  batalla épica que estaba librando  en contra de un enemigo que lo superaba abiertamente en tamaño, logística y en malas mañas. Culminaría su proceso de reflexión el Ché Guevara, entonces, con la expresión conclusiva “en una revolución se triunfa o se muere si es verdadera”.

Lo anterior es demostrativo de una claridad ideológica y política a prueba de temores y la concientización de que cuando se lucha por un ideal, la muerte es sólo un resultado normal que se puede obtener de la búsqueda  del mismo. Por eso cuando los revolucionarios de otrora era asesinados y eufemísticamente desaparecidos, a sus familiares sólo les preocupaba poder contar con sus restos para darles la sepultura que ellos se merecían, más que denunciar ante nadie el hecho en sí, ya que sabían de antemano la complacencia nacional e internacional con que recibía el llamado stablishment, la pérdida de vida de luchadores, esos sí, por la libertad.

Esta clase, indudablemente, nadie se la ha dado a los factores opositores que luchan denodadamente por tumbar el llamado por ellos “régimen o dictadura de Nicolás Maduro”. Para ellos dar un golpe de estado requiere de ciertos requisitos, entre los cuales el más importante es que el gobierno se deje tumbar, porque si no lo hace estaría faltando a las reglas de juego de un golpe de Estado, sin para nada imaginar que pudieran recibir algo de la medicina que le dan al gobierno, ya que eso está negado.

Es por eso que al menor rasguño van directo a los organismos nacionales (Fiscalía aliada, Defensoría del Pueblo, ONGs) e internacionales (OEA-Almagro, ONU, Dpto de Estado y presidentes complacientes); pero si los llegan a meter presos acuden al salvoconducto médico, el que en forma de prostatitis, veriveris y soponcios garantizan la libertad inmediata por medidas humanitarias. Una revolución gratuita, pues!

El régimen que pretenden derrocar tiene prohibido defenderse y si lo llegare a hacer, en abierta violación a la normativa, es un imperativo que nunca pase a la ofensiva, ya que en atención al uso proporcional y diferenciado de la fuerza, el régimen tiene que conceder ciertas garantías (ventajas) para asegurar que de la esquina de los opositores no tiren la toalla dando por terminadas intempestivamente las hostilidades, pero abriendo la puerta para que las mismas sean ventiladas en la CIDH, OEA, ONU, HRW, MSF, Comando Sur  y hasta en el mismísimo Tribunal de la Haya.

A falta de ideales por los que valga la pena arriesgar la vida, los opositores en cambio siguen fielmente instrucciones de lucha, llevando en sus bolsos y morrales, además de todo un arsenal bélico, un ajuar cosmético contentivo de bloqueadores solares Elio Block 40, agua mineral, de preferencia Evian o Perrier, bebidas energizantes, gorras y viseras para protegerse de los rayos solares, un paquete de papel toilet de 500 hojas por si ataca cólico en pleno Boulevard del Cafetal o en su defecto toallitas húmedas, una prontada de sandwichs , cachitos y croissans  y, muy importante, teléfonos celulares con los números a mano de Almagro, Trump, Rajoy, Santos, Temer, Macri y Pastrana para correr en busca de auxilio cuando las bombas lacrimógenas (contra Fales, rifles, 9 mms., escopetas, lanza granadas, lanza metras, etc.) les provoquen estornudos. Por eso una líder opositora clamaba porque su camarada de lucha hiciera una llamada urgente al Defensor del Pueblo en pleno  desarrollo de las hostilidades “Henryyyyyy …… Henryyyyyy …….. llama a Tarekkkkkk”.

Esta lucha desigual bien vale la pena ilustrarla, para finalizar, con aquel cuento del esclavo romano que fue atrapado luego de haberse escapado. Al cabo de un rato lo llevan  al Coliseo, le entran a golpes y medio moribundo  lo entierran dejando afuera sólo la cabeza. Así, para que la lucha sea justa, sueltan un león hambriento para que pelee de igual a igual con el esclavo. Cuando el león ha causado cierto daño al pobre hombre, éste en un desesperado intento de salvar su vida, logra morderle una bola al animal, ocasionando que éste huyera despavorido presa del gran dolor ocasionado en sus gónadas. Acto seguido el Coliseo Romano se viene abajo con la algarabía que arma el público, gritándole al esclavo “desgraciado, zángano, tramposo, juega limpio coño de madre”.

Cualquier parecido con Venezuela ………….