martes, 16 de junio de 2020

Una historia del COÑO!




Crónicas del Pedagógico

Una historia del COÑO!


Hay quienes dicen que los que no disfrutan de su vida universitaria dejan de vivir una etapa trascendental de su existencia,  cuya acreencia le pasará factura antes de la llamada de San Pedro. El secreto, para muchos, está en saber combinar la obligatoria dedicación al estudio con la necesaria vivencia extra cátedra. De modo que si se dedica todo el tiempo a quemarse las pestañas se habrá perdido el disfrute de la terapéutica bohemía; pero si se le dedica demasiado tiempo a la placentera vida de las goliardías, el fin último se habrá perdido y con ello una importante inversión de tiempo y dinero.

En el Glorioso Pedagógico de Maturín, donde realicé la carrera universitaria, aprendí la combinación de ambas diversiones, lo que hizo posible que cuando a los 17 años dejara a mi hija Aniuska en la universidad de una ciudad distinta a la oriunda, le dijera con toda confianza “hija, estudiar y joder, esa debe ser la consigna de tus días a partir de ahora”. La verdad es que la carajita me calcó la instrucción!

En aquellos tiempos cuando inicié estudios (1974),  el Pedagógico aún no había sacado su primera promoción. Apenas mi cohorte era la tercera y Maturín era un pueblo que se abrió por completo a este instituto docente. Todo el mundo quería estudiar en el Pedagógico o Pelagógico  como lo llamaba el papá de la gorda Dinorah. ¿Será porque era para peladores? No sería descabellado que fuera ésta la razón!

El Pedagógico cambió el ritmo de la ciudad. Le dio una nueva fisonomía e hizo que se respirara una nueva atmósfera y finalmente contribuyó a que la temperatura se elevara unos cuantos grados más, por todo ese bullicio que hacían tantos orientales juntos. Más calor para una ciudad que se rostizaba!

Pero el Pedagógico nació cojeando de una pata, como todos los institutos de educación universitaria que nacen en la provincia, y es que después que se monta la formalidad viene la pregunta “y ahora ¿quién va a dar clases aquí? Ahí viene el peo!

Me imagino el esfuerzo de sus creadores tratando de reclutar gente de calidad en la capital, que  quisiera venir a sudarse la guardacamisa  en las cálidas aulas de Tipuro!

Dice la gente que para este cometido se mandó a hacer una canción pegajosa para vender la ciudad y de cuyo parto nació “Maturín es la ciudad, por quien siento admiración y estos recuerdos del alma los llevo de corazón”. Después vendría Billo’s a ponerle la guinda a la torta con su “Maturín y Barcelona son dos joyas del Oriente……contemplar el Neverí y bañarme en Mapirito”. El marketing tenía que estar presente!

Finalmente el esfuerzo fructificó y se logró el reclutamiento de una buena camada de jóvenes profesionales egresados en diversas ramas del saber, quienes formarían parte del comité de bienvenida. Tan buena fue la cosecha que hasta venía un master entre ellos; cosa por demás rara en aquellos tiempos tan alejados de la tónica del Cambalache de Gardel.

Pronto la masificación de los estudios en Educación trajo consigo nuevas necesidades y con ella la entrada de noveles profesionales que, ya que había sido difícil reclutarlos en el exterior, pues tuvo que recurrirse a un reclutamiento endógeno (aunque este vocablo aún no estaba en el de modé del momento) para suplir las plazas vacantes y también, alguien tenía que decirlo, las cuotas para la conocida casa de la Avenida Bolívar, muy activa en aquellos tiempos en todos los ámbitos de la ciudad.

La consecuencia inmediata de esta situación fue la baja en la calidad de los profesores de nuevos ingresos, lo que generaría un descontento en los estudiantes que reclamaban  mayor calidad, más actualidad y un más alto nivel de los estudios.

En ese marco se da la aparición fantasmal de un panfleto, consustanciado con lo apócrifo, como suelen ser ellos, que tenía como tarea denunciar con nombres y apellidos, la llamada por los estudiantes “piratería académica”. De esta manera quedó la mesa servida para la aparición del …….COÑO!!

Ahora me veré en la obligación de ingresar al confesionario para poder describir algunos de los intríngulis del panfleto en cuestión; confesiones de su autor 40 y pico de años después. Un mea culpa con retroactividad!

Fue el COÑO una creación de este cronista para llamar la atención de algunas cosas que no iban bien con algunos profesores, con la intención de que al verse retratados públicamente buscaran las maneras de mejorar. Decíamos despectivamente en aquel entonces “es que están llenando el Pedagógico de profesores de liceo”. A muchacho se le perdona todo …… sobre todo después de 43 años!

Algunos aliados, como mi amiga la flaca Ingrid, me decía “mira ese que va ahí me dio clases en 5to grado. Aquel que va allá me dio clases en el Isnardi. Y a aquel otro lo protestaron por malo en 4t0 año en el Miguel José Sanz”. Así me describía la flaquita a la mayoría de los profesores que eran candidatos a un COÑO!

Pero al mismo tiempo que hacíamos una labor constructiva, también nos divertíamos mucho con las historias que comenzaban a conocerse con cada nuevo número de COÑO que amanecía en los pasillos y aulas del Pedagógico. Sí, porque es que este COÑO era noctívago!

De una fuente digna de todo crédito, y valga el insidioso  lugar común periodístico, nos enteramos del impacto creado por COÑO, a través de un aliado cuyo nombre prefiero omitir, una mañana que apareció regado  por todo el Pedagógico.

Cuenta mi cooperante (este vocablo también es de nuevo cuño) que al llegar una profesora a su cubículo venía hecha la mar de nervios, cosa que fue advertida por su colega, quien la interrogó al verla llegar:

-Pero, bueno, Jardinelia, ¿qué tú tienes, que se te nota tan desencajada?
- Ay, Josefina, es que me dijo Leobaldo que había salido un nuevo COÑO!
- Ay, mi madre, no puede ser! ¿A quiénes habrán sacado en este número?
- Qué voy a saber, si yo  pegué  una sola carrera hasta aquí, que hasta perdí la tapita de una sandalia, respondía una jadeante Jardinelia
- Virgen Santísima, ojalá que esos carajos no me hayan sacado en este COÑO!, elevaba sus deseos la profesora Josefina.
- Verga, quién podrá informarnos?, se preguntaba Jardinelia.
- Por qué no bajamos las dos a tomar café, como las que no sabemos nada?, proponía la profe Josefina
- Te volviste loca, Pina? Lo que soy yo no salgo de esta oficina hasta que se vaya el último autobús, además voy a andar renca con esa sandalia,  dijo concluyente la Profe Jardinelia.
- Bueno, mana, y quiénes serán esos grandes carajos que están sacando ese COÑO?, se preguntaba Josefina
- Yo no sé, pero ahí tiene que haber profesores pasando datos, especulaba convencida Jardinelia!

Y miren ustedes que no estaban peladas! Quien soltó esta sopa estaba ahí sentado en uno de esos cubículos!

Sin embargo, no eran solo los profesores quiénes estaban intrigados, también los estudiantes especulaban.

Así que una vez el viejo Américo Rondón, secundado por su inseparable Zaracual, me dijo de frente:

-Mira, carajito, estas son vainas tuyas!

Ese par de carcamales, veteranos de mil batallas en las escuelas de la zona, andaban tras la pista, ya que según afirmaba Américo, me había visto pegando no sé qué cosa en la cartelera de la entrada, allí donde el MEUP tapizaba de fotos y manuscritos invitándonos a “desechar las ilusiones y prepararse para el combate”.

A la negra Teresa Pierluissi la encontré una vez en un grupo de amigos y compañeros, justo en el momento que solemnizaba sobre el tema:

- Yo conozco esa redacción. Esa forma de expresarse no es de otro que de Héctor Acosta. A mi no me va a joder!, aseguraba la principal promotora de la lectura de El Principito y segunda tomusúa del Pedagógico, después del  legendario afro de Eddy Córdova.

Más adelante, debido al crecimiento de la demanda, COÑO tuvo que incrementar la producción y con ella el número de aliados al proyecto, siempre con el juramento de un goliardo, de morir manteniendo en secreto la identidad del autor intelectual y de los demás involucrados, por supuesto. Incluso, mis amigos del Partido Comunista no sabían lo que yo hacía con la batea que me prestaban dos o tres veces por mes. Y dos o tres veces por mes salían los noctívagos, a la medianoche de cualquier día de semana, a sembrar de COÑOS las instalaciones de mi Glorioso Pedagógico de Maturín.

Durante un buen tiempo COÑO puso en jaque a más de un profesor, de esos que daban clases con un parcho en el ojo y escribían en la pizarra con un garfio; mas les confieso que mi ánimo comenzó a decaer cuando a  COÑO le salió competencia, representada en  un tal Movimiento Independiente Estudiantil Revolucionario De Avanzada, ya que COÑO era un proyecto muy serio  para estar rivalizando con ese excrementoso movimiento estudiantil, de modo que a partir de ese momento decidí mandar a sus siglas a ese nuevo panfleto y yo, que estaba a punto de graduarme, me fui con mi COÑO para otra parte… o sea.