20/02/2013
Expresiones
escatológicas del venezolano
La
dueña del Equipo de Grandes Ligas, los Rojos de Cincinatti, se metió en tremendo lío cuando en una
ocasión le dijo “negro” a uno de sus jugadores. Fue acusada de racista aún y
cuando, según ella, eso no estuvo dentro de sus intenciones. Claro, los gringos
tienen su historia de racismo y cualquier comentario subido de tono, perdón, de
color, puede ser entendido como una incitación
al racismo. ¡Qué felices somos los venezolanos que podemos llamar niche con el mayor de los cariños a
alguien de piel tostadita, sin que tenga las repercusiones de un nígger en la boca de un gringo!
Y
es que los venezolanos desde que nacemos comenzamos a recibir groserías en forma de cariño y hasta
de alabanzas. De manera que no es una procacidad que alguien, al visitar a
una parturienta y a su cría, exclame: ¡“Miren al coño é madre”! O ¡“qué coñito
é madre tan lindo! Incluso, una vez que el muchacho ha crecido y comienza a
hacer sus primeras gracias, no extraña
escucharle a alguien pronosticar su futuro con un ¡“ese carajito va a ser un
coño é madre cuando sea grande!”. Aquí nadie se ofende, ni interponen demanda
alguna; más bien, todos ríen el pronóstico y hasta lo celebran. Recuerdo cuando
mi papá me dio una palmada en el hombro, cuando en realidad lo que merecía
era una tunda, augurándome un futuro exitoso con un “este indio va a ser un
gran jodedor”. Qué halago! La verdad es que hice todo lo posible por no
defraudar al viejo.
De
manera que eso de usar palabras escatológicas, bastas o groseras para nosotros
no constituye un problema, ya que una grosería bien dicha, lejos de ofender,
llega hasta a reconfortar el espíritu de quien la recibe. Por ejemplo, en
Maturín es costumbre decir cosas como “qué vergajo tan buena gente es ese
Eddy”! Y un poquito más allá, en Caripito, es muy común el saludo “cómo está la
vaina, cara é verga? Hasta ahora no he
escuchado a nadie responder “más cara é verga serás tú”. Todo el mundo asume aquello
con la mayor naturalidad. Es más, cuando un muchachito se parece mucho a su
mamá o a su papá es común escuchar “a
ese carajito no lo parieron, a ese lo cagaron”, siendo los mismos padres los
más orgullosos en recibir aquello como un tributo.
Estando
en un pueblito del Estado Guárico, concretamente en Tucupido, escuchaba a dos
viejos hablando de lo buen hijo que era un tal Porfirio. En el intercalado de
consagraciones que recibía el mentado, escuché la siguiente: “caraz, compay,
ese Porfirio es un desgraciado”.
Carlos
Duarte, un tío de Ivette, cada vez que desposaba a una de sus lindas hijas,
acostumbraba aconsejar al principiante
esposo de la siguiente manera: “mira mijito, si la muchacha te sale mal y no te
gusta, no me la vayas a maltratar, tráeme mi piazo é vaina de vuelta pa´su casa, que yo la recibo con
mucho gusto”. Nunca piazo ´e vaina
tuvo un significado tan cargado de afecto como cuando el tío Carlos la
utilizaba refiriéndose a sus hijas casaderas.
Otras
de las peculiaridades bastas del venezolano sobre sale a la hora de calificar la movida en la que estuvo anoche:
-
Cómo estuvo la fiesta de anoche, José?
–
De pinga!
- Y
qué tal la música?
–
Del carajo!
– Y
cómo estuvo la comida?
-
Cagante! (imagínense ustedes una comida cagante!!).
Y
qué tal los tragos?
–
Del coño ´e la madre!
Por
otra parte, los venezolanos somos los únicos seres sobre la tierra que nos
tratamos con Dios con una inaudita confianza, que dificultamos que San Pedro,
que se la pasa con él pa´arriba y pa´abajo, pueda tenerla. En ese de tú a tú
con el Padre Eterno somos capaces de
decirle: - “verga, Dios mío, permite que apruebe esa materia”. O “no me vayas a
echar una vaina, Diosito santo”. ¿A quién carajo en este mundo se la había
ocurrido decir grosería frente a él y hasta diminutearlo?
Somos
tan originales en eso del uso del lenguaje soez que somos capaces de producir
las más audaces, pero dulces, amenazas
de muerte. “a esta carajita me lo voy a comer a besos” o “a este coñito é madre
lo voy a matar a mordiscos”. Dice Ricardo que nos arrepentimos de no haberlo
hecho, cuando los carajos llegan a los 15 años. Pero es que incluso a veces
materializamos las amenazas de muerte, ¿o es que ustedes no han escuchado a los
amigos decir “vengo de matar a la
Doris ”, o “a la
Lilia la acabo de matar a g. . . .“? Y mientras más muertas se tiene en su haber, mas
prestigioso se es!
¿Saben
ustedes cómo me exalta mi hermana Nirza cuando se me sale una de las mías? Me
dice: “muchacho ´el coño, tú eres la mierda! Y qué agradable suena a mis oídos
esa exclamación escatológica!.
Por
cierto, la primera ley resorte que hubo en Venezuela se la
aplicaron a una emisora del Estado Sucre, cuyo lema era “Radio Güiria, la
vergataria de Oriente”. Uno de sus cierres se debió a que un narrador de béisbol
en medio del frenesí causado por un jonrón, describía alborozado, “la bola se
va, se va, se va y esa mierda se fue pal coño”. No era posible tanta
coloquialidad!
Bueno,
ya está llegando la hora de despedirme, no sin antes decirles que para las despedidas
también existen numerosas expresiones, entre las cuales una de las más
comunes es decir “bueno, señores, este que está aquí se va pa´l carajo”, siendo el carajo un lugar del
coño, así que si me disculpan creo que es hora que vaya rematando esta holgazanería
de artículo, pidiéndole disculpas por lo defecatorio
que haya resultado para algunos de ustedes,
o sea.
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