martes, 18 de noviembre de 2014

Expresiones escatológicas del venezolano

20/02/2013


Expresiones escatológicas  del venezolano

La dueña del Equipo de Grandes Ligas, los Rojos de Cincinatti,  se metió en tremendo lío cuando en una ocasión le dijo “negro” a uno de sus jugadores. Fue acusada de racista aún y cuando, según ella, eso no estuvo dentro de sus intenciones. Claro, los gringos tienen su historia de racismo y cualquier comentario subido de tono, perdón, de color, puede ser entendido como  una   incitación al racismo. ¡Qué felices somos los venezolanos que podemos llamar niche con el mayor de los cariños a alguien de piel tostadita, sin que tenga las repercusiones de un nígger en la boca de un gringo!

Y es que los venezolanos desde que nacemos comenzamos a recibir groserías en forma de cariño y hasta de  alabanzas. De manera que no  es una procacidad que alguien, al visitar a una parturienta y a su cría, exclame: ¡“Miren al coño é madre”! O ¡“qué coñito é madre tan lindo! Incluso, una vez que el muchacho ha crecido y comienza a hacer sus primeras gracias, no   extraña escucharle a alguien pronosticar su futuro con un ¡“ese carajito va a ser un coño é madre cuando sea grande!”. Aquí nadie se ofende, ni interponen demanda alguna; más bien, todos ríen el pronóstico y hasta lo celebran. Recuerdo cuando mi papá me dio una palmada en el hombro, cuando en realidad lo que   merecía era una tunda, augurándome un futuro exitoso con un “este indio va a ser un gran jodedor”. Qué halago! La verdad es que hice todo lo posible por no defraudar al viejo.

De manera que eso de usar palabras escatológicas, bastas o groseras para nosotros no constituye un problema, ya que una grosería bien dicha, lejos de ofender, llega hasta a reconfortar el espíritu de quien la recibe. Por ejemplo, en Maturín es costumbre decir cosas como “qué vergajo tan buena gente es ese Eddy”! Y un poquito más allá, en Caripito, es muy común el saludo “cómo está la vaina, cara é verga? Hasta ahora no  he escuchado a nadie responder “más cara é verga serás tú”. Todo el mundo asume aquello con la mayor naturalidad. Es más, cuando un muchachito se parece mucho a su mamá o a su papá  es común escuchar “a ese carajito no lo parieron, a ese lo cagaron”, siendo los mismos padres los más orgullosos en recibir aquello como un tributo.

Estando en un pueblito del Estado Guárico, concretamente en Tucupido, escuchaba a dos viejos hablando de lo buen hijo que era un tal Porfirio. En el intercalado de consagraciones que recibía el mentado, escuché la siguiente: “caraz, compay, ese Porfirio es un desgraciado”.

Carlos Duarte, un tío de Ivette, cada vez que desposaba a una de sus lindas hijas, acostumbraba aconsejar  al principiante esposo de la siguiente manera: “mira mijito, si la muchacha te sale mal y no te gusta, no me la vayas a maltratar, tráeme mi piazo é vaina  de vuelta pa´su casa, que yo la recibo con mucho gusto”. Nunca piazo ´e vaina tuvo un significado tan cargado de afecto como cuando el tío Carlos la utilizaba refiriéndose a sus hijas casaderas.
Otras de las peculiaridades bastas del venezolano sobre sale a  la hora de calificar la movida  en la que estuvo anoche:
- Cómo  estuvo la fiesta de anoche, José?
– De pinga! 
- Y qué tal la música?
– Del carajo!
– Y cómo estuvo la comida? 
- Cagante!  (imagínense ustedes una comida cagante!!).
Y qué tal los tragos?
– Del coño  ´e la madre!
Por otra parte, los venezolanos somos los únicos seres sobre la tierra que nos tratamos con Dios con una inaudita confianza, que dificultamos que San Pedro, que se la pasa con él pa´arriba y pa´abajo, pueda tenerla. En ese de tú a tú con el Padre Eterno somos  capaces de decirle: - “verga, Dios mío, permite que apruebe esa materia”. O “no me vayas a echar una vaina, Diosito santo”. ¿A quién carajo en este mundo se la había ocurrido decir grosería frente a él y hasta diminutearlo?

Somos tan originales en eso del uso del lenguaje soez que somos capaces de producir las más  audaces, pero dulces, amenazas de muerte. “a esta carajita me lo voy a comer a besos” o “a este coñito é madre lo voy a matar a mordiscos”. Dice Ricardo que nos arrepentimos de no haberlo hecho, cuando los carajos llegan a los 15 años. Pero es que incluso a veces materializamos las amenazas de muerte, ¿o es que ustedes no han escuchado a los amigos decir “vengo de matar a la Doris”, o “a la Lilia la acabo de matar a g. . . .“? Y mientras más muertas se tiene en su haber, mas prestigioso se es!

¿Saben ustedes cómo me exalta mi hermana Nirza cuando se me sale una de las mías? Me dice: “muchacho ´el coño, tú eres la mierda! Y qué agradable suena a mis oídos esa exclamación escatológica!.

Por cierto, la primera ley resorte que hubo en Venezuela se la aplicaron a una emisora del Estado Sucre, cuyo lema era “Radio Güiria, la vergataria de Oriente”. Uno de sus cierres se debió a que un narrador de béisbol en medio del frenesí causado por un jonrón, describía alborozado, “la bola se va, se va, se va y esa mierda se fue pal coño”. No era posible tanta coloquialidad!

Bueno, ya está llegando la hora de despedirme, no sin antes decirles que para las despedidas también existen numerosas expresiones, entre las cuales una de las más comunes   es   decir “bueno, señores, este que está  aquí se va pa´l carajo”, siendo el carajo un lugar  del coño, así que si me disculpan creo que es hora que vaya rematando esta holgazanería de artículo, pidiéndole disculpas por lo defecatorio  que haya resultado para algunos de ustedes, o sea.

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