18/12/2011
El Amor en tiempos de redes
Hace
ya bastante tiempo desde que quien a la postre sería mi Tío Méndez, le dijo a
quien sí ya era mi Tita, en la cama del hospital del campo petrolero La Leona , en San Tomé, “mira catira, algún día me lavarás las
patas”. Aquellas premonitorias palabras constituyeron el primer deslave
hormonal que sufriría aquella enfermera y que a la postre sería la responsable
de que apenas una década después, mi tío le hubiera encajado nueve muchachos
por ese vientre. Eran los años medios del siglo XX y en nuestra ruralidad los
machos seguían oliendo a mastranto o mejor como decía mi papá “los verdaderos hombres debían oler a
rincón”.
Con
el correr de los años todo se ha transformado y con ello también las formas de
encantar a la mujer. Sin embargo, aún en los sesenta, los Trejo, amigos
caraqueños del barrio La Trilla ,
tenían dos piropos que, según ellos, provocaban el celo de inmediato en las
hembras del momento. El primero “algún día
mis zapatos dormirán debajo de tu cama”. Y el segundo que las ponía al
borde del paroxismo “cuando te veo, las
nalgas me aplauden”.
Recuerdo
que una vez practiqué el segundo estudiando en la Universidad , pero la
risa que le provocó a la fémina me hizo sentir como un verdadero ridículo. Cuarenta
años después aquella señora cada vez que me ve se recuerda de aquello y se
muere de las risas. Creo que hay una información adicional que los Trejo se
reservaron y que fue lo que me faltó a mí para que, la hoy esposa de Carlucho,
lo hubiese sido mía primero.
Todo
esto para decirles que hace varias noches me despertó el ruido del celular a
altas horas. Era un mensaje que estaba entrando. En la obscuridad busqué los
lentes, o mejor los espejuelos para ponerle más años a la cosa, tratando al
mismo tiempo que mi esposa no se diera cuenta que estaba recibiendo un mensaje
de madrugada; aunque no tenia nada que
ocultar, uno nunca sabe quién pudiera andar por ahí en busca de algo que uno
tiene.
Eran
las 12 y 49 del día posterior, cuando llegó el siguiente mensaje:
AV:
hola, Domingo,
No
le paré la más mínima bola, sin embargo, de ahí en adelante se me hizo
imposible volver a “coger el sueño”, ni ninguna otra cosa, con el agravante que … viejo que se trasnocha pasa toda la
noche meando. Total que a eso de las seis de la mañana fue cuando vine a dormir
un poco, con suerte que era justamente Sábado, por lo que podía
quedarme un rato más acostado. Pero no, a las 7 y 18 am vuelve a sonar el
celular. Era del mismo número.
AV:
Xq no me respondiste más?
Presintiendo
que era una mujer y caliente, yo, por
todo lo que les he contado, decidí intentar una venganza. Así que imaginando
que se trataba de un segundo frente de batalla ensayé la siguiente respuesta:
HAM:
porque me quedé dormido luego de hacer el amor, perdóname!
AV:
Ah, está bien, eres muy cruel conmigo, Domingo, BUENO HASTA NUNCA
“Esta
se jodió conmigo”, fue lo que pensé. Descubrí que no me había equivocado en lo
que imaginé, así que continué como si
nada. Antes quiero apostillar que cuando la gente está arrecha, o quiere hacer
un énfasis sin entrar en la sintaxis, o quiere alzar la voz, en los mensajes de
texto, entonces escribe en letra mayúscula, por eso ese BUENO HASTA NUNCA tenía
todas las características de ser el final de los finales. Ah, también quiero
decirles que todo esto es rigurosamente cierto, es más RIGUROSAMENTE CIERTO.
HAM:
Bueno y tú no sabes que eso es normal? Tú no lo haces porque no quieres. Bueno
… que yo sepa.
AV:
Ay que ver, que cambiado estás, okey, ya déjame en paz, no sabía que a tus 56
años eras tan traidor.
Esto
me dio nuevas ideas para continuar la venganza, así que aticé aún más la brasa:
HAM:
Chica! Tú no has oído hablar de la crisis de los 50? A los hombres nos pasa. Sé
comprensiva!
AV:
Con razón, no quisiste venir a conocerme. Bueno DOMINGO NIEVES. CUÍDATE.
Aquí
mi sorpresa fue mayúscula. Qué vaina es esta? Que no se conocen? Que se
reclaman fidelidades aún siendo un par de desconocidos? Que este es una amor de
sólo mensajes de texto? Cómo es esto? Estas preguntas me las llevé al desayuno
donde las comenté con mi hija, quien me recomendó no seguir con el vacilón
porque podría estar “lesionando esa
relación”. Pal carajo, pues, ahora resulta que en estos amores intervienen
también los psicólogos virtuales,
quienes me imagino, más por experiencia propia que por aptitudes, pueden
solemnizar sobre el tema. De todas maneras, decidí hacer mutis y no seguir con
la jodedera, no vaya a ser que la vaina sea verdad y esto termine en separación.
HAM:
MUTIS
Sin
embargo, la dama identificada como AV, así se identificaba en el celular,
volvía nuevamente a la carga.
AV:
Tu sabes de donde soy yo? Me parece que me estuvieras vacilando.
HAM:
MUTIS
Y
la cosa no paró; así que un rato más tarde recibí otro mensaje.
AV:
Contéstame x favor.
Preocupado
por todo este dolor que estaba causando, pregunté a la psicóloga emocional que tengo en la casa, acerca de cuál debería
ser mi próximo paso. Me disuadió de seguir y me conminó, ya en tono molesta, a
darle una aclaratoria a “esa pobre mujer,
ya que tú no sabes de lo que pudiera ser capaz”. Coño, la vaina es más
seria de lo que yo pensaba.
Así
que sin más ni más, terminé con este drama en los siguientes términos:
HAM:
Chica, yo no soy ningún Domingo Nieves. Te estoy vacilando porque no me dejaste
dormir mandando mensajes de madrugada. Ve bien el número!
AV: DISCÚLPAME, COÑO E TU MADRE!!.
Y
colorin colorao … Después de esa sonora mentada de madre no he sabido nada de
AV, pero declaro que pagaría por conocer cómo terminó la cosa con Domingo
Nieves, solo por la curiosidad de confirmar si este tipo de idilios pudiera
tener también una conclusión bonita, del
tipo “nunca fue tan bello el amor como
cuando Ana Victoria (AV) amó a Domingo Nieves, un desconocido y virtual galán
cincuentón”.
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