martes, 18 de noviembre de 2014

18/12/2011

El Amor en   tiempos de   redes  


Hace ya bastante tiempo desde que quien a la postre sería mi Tío Méndez, le dijo a quien sí ya era mi Tita, en la cama del hospital del campo petrolero La Leona, en San Tomé, “mira catira, algún día me lavarás las patas”. Aquellas premonitorias palabras constituyeron el primer deslave hormonal que sufriría aquella enfermera y que a la postre sería la responsable de que apenas una década después, mi tío le hubiera encajado nueve muchachos por ese vientre. Eran los años medios del siglo XX y en nuestra ruralidad los machos seguían oliendo a mastranto o mejor como decía mi papá “los verdaderos hombres debían oler a rincón”.

Con el correr de los años todo se ha transformado y con ello también las formas de encantar a la mujer. Sin embargo, aún en los sesenta, los Trejo, amigos caraqueños del barrio La Trilla, tenían dos piropos que, según ellos, provocaban el celo de inmediato en las hembras del momento. El primero “algún día mis zapatos dormirán debajo de tu cama”. Y el segundo que las ponía al borde del paroxismo “cuando te veo, las nalgas me aplauden”.
Recuerdo que una vez practiqué el segundo estudiando en la Universidad, pero la risa que le provocó a la fémina me hizo sentir como un verdadero ridículo. Cuarenta años después aquella señora cada vez que me ve se recuerda de aquello y se muere de las risas. Creo que hay una información adicional que los Trejo se reservaron y que fue lo que me faltó a mí para que, la hoy esposa de Carlucho, lo hubiese sido mía primero.

Todo esto para decirles que hace varias noches me despertó el ruido del celular a altas horas. Era un mensaje que estaba entrando. En la obscuridad busqué los lentes, o mejor los espejuelos para ponerle más años a la cosa, tratando al mismo tiempo que mi esposa no se diera cuenta que estaba recibiendo un mensaje de madrugada;  aunque no tenia nada que ocultar, uno nunca sabe quién pudiera andar por ahí en busca de algo que uno tiene.

Eran las 12 y 49 del día posterior, cuando llegó el siguiente mensaje:

AV: hola, Domingo,

No le paré la más mínima bola, sin embargo, de ahí en adelante se me hizo imposible volver a “coger el sueño”, ni ninguna otra cosa, con el agravante  que … viejo que se trasnocha pasa toda la noche meando. Total que a eso de las seis de la mañana fue cuando vine a dormir un poco, con   suerte   que era justamente Sábado, por lo que podía quedarme un rato más acostado. Pero no, a las 7 y 18 am vuelve a sonar el celular. Era del mismo número.

AV: Xq no me respondiste más?

Presintiendo que era una mujer y caliente, yo,  por todo lo que les he contado, decidí intentar una venganza. Así que imaginando que se trataba de un segundo frente de batalla ensayé la siguiente respuesta:

HAM: porque me quedé dormido luego de hacer el amor, perdóname!
AV: Ah, está bien, eres muy cruel conmigo, Domingo, BUENO HASTA NUNCA

“Esta se jodió conmigo”, fue lo que pensé. Descubrí que no me había equivocado en lo que imaginé,  así que continué como si nada. Antes quiero apostillar que cuando la gente está arrecha, o quiere hacer un énfasis sin entrar en la sintaxis, o quiere alzar la voz, en los mensajes de texto, entonces escribe en letra mayúscula, por eso ese BUENO HASTA NUNCA tenía todas las características de ser el final de los finales. Ah, también quiero decirles que todo esto es rigurosamente cierto, es más RIGUROSAMENTE CIERTO.

HAM: Bueno y tú no sabes que eso es normal? Tú no lo haces porque no quieres. Bueno … que yo sepa.
AV: Ay que ver, que cambiado estás, okey, ya déjame en paz, no sabía que a tus 56 años eras tan traidor.

Esto me dio nuevas ideas para continuar la venganza, así que aticé aún más la brasa:

HAM: Chica! Tú no has oído hablar de la crisis de los 50? A los hombres nos pasa. Sé comprensiva!
AV: Con razón, no quisiste venir a conocerme. Bueno DOMINGO NIEVES. CUÍDATE.

Aquí mi sorpresa fue mayúscula. Qué vaina es esta? Que no se conocen? Que se reclaman fidelidades aún siendo un par de desconocidos? Que este es una amor de sólo mensajes de texto? Cómo es esto? Estas preguntas me las llevé al desayuno donde las comenté con mi hija, quien me recomendó no seguir con el vacilón porque podría estar “lesionando esa relación”. Pal carajo, pues, ahora resulta que en estos amores intervienen también los psicólogos virtuales, quienes me imagino, más por experiencia propia que por aptitudes, pueden solemnizar sobre el tema. De todas maneras, decidí hacer mutis y no seguir con la jodedera, no vaya a ser que la vaina sea verdad y esto termine en  separación.

HAM: MUTIS

Sin embargo, la dama identificada como AV, así se identificaba en el celular, volvía nuevamente a la carga.

AV: Tu sabes de donde soy yo? Me parece que me estuvieras vacilando.

HAM: MUTIS

Y la cosa no paró; así que un rato más tarde recibí otro mensaje.

AV: Contéstame x favor.

Preocupado por todo este dolor que estaba causando, pregunté a la psicóloga emocional que tengo en la casa, acerca de cuál debería ser mi próximo paso. Me disuadió de seguir y me conminó, ya en tono molesta, a darle una aclaratoria a “esa pobre mujer, ya que tú no sabes de lo que pudiera ser capaz”. Coño, la vaina es más seria de lo que yo pensaba.

Así que sin más ni más, terminé con este drama en los siguientes términos:

HAM: Chica, yo no soy ningún Domingo Nieves. Te estoy vacilando porque no me dejaste dormir mandando mensajes de madrugada. Ve bien el número!

AV:  DISCÚLPAME, COÑO E TU MADRE!!.

Y colorin colorao … Después de esa sonora mentada de madre no he sabido nada de AV, pero declaro que pagaría por conocer cómo terminó la cosa con Domingo Nieves, solo por la curiosidad de confirmar si este tipo de idilios pudiera tener también  una conclusión bonita, del tipo “nunca fue tan bello el amor como cuando Ana Victoria (AV) amó a Domingo Nieves, un desconocido y virtual galán cincuentón”.


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