1993
DIOS MÍO, ¿DÓNDE TE HAS METIDO?
(CARTA DE UN CRISTIANO DE LA DECADENCIA )
Querido Dios:
Perdona que utilice este medio tan
masivo para hacerte llegar estas líneas que se supone deben ser confidenciales;
pero es que te he estado buscando por todas partes y has hecho total mutis. No
sé so no te han dado los mensajes que te he dejado, o es que ha habido
demasiados ruidos en la comunicación, o será que están muy congestionadas la
líneas Enes de tu corazón. No sé; pero me siento burda de aristotélico
últimamente, por tu falta de respuestas afirmativas y tienen que ser
afirmativas porque de negativas ya estoy hasta aquí.
De nada han servido mis oraciones
interrogativas, afirmativas, yuxtapuestas, etc. Ni mis penitencias en las
penitenciarías de La Planta ,
El Rodeo, Sanjuán de los Morros, La
Pica , El Dorado, etc.; ni mis ayunos en la mañana, a mediodía
y en la noche; ni mis prédicas predicado
verbal, nominal y circunstancial; ni mis promesas de todas las formas, menos de
cumbiambera. Aunque te parezca mamadera de gallo, es absolutamente en serio, lo
que pasa es que todavía no he terminado de perder el pudor que me queda, al
desnudar ante los mas media el cuento de la pelazón en la que me encuentro sume
urgido desde que me dio la manía de meterme a escritor; aunque, viéndolo bien,
era la misma de cuando fui profesor, gestor, así como cuando ejercí de
ingeniero práctico.
Son muchas las cosas buenas que de
ti me dicen, pero lo que he vivido en los últimos tiempos no tiene nombre y
dudo que apellido tampoco tenga. Por ejemplo, de unas lunas para acá he
comenzado a sentir fuertes apretujones en el pescuezo, me falla la respiración,
siento un nudo en la garganta y el corazón se me tranca, siento como si me
fuera a tragar la manzana de adán aunque ganas no me faltan, por lo menos así
moriría con la dicha de haberme comido alguna vez una fruta exótica y lo peor
de la cosa es que tus hinchas terrenales a manera de consuelo me dicen, sobándome
el hombro: “No te preocupes, que Dios aprieta pero no ahorca”. Cónfiro, vale,
lo que falta es que agarres un torquimetro y terminas de una vez este sadismo,
porque para tener que someterme más adelante a una traqueotomía, si es que
salgo con vida de ésta, en el Uyapar o en Guaiparo, lo mismo de retirar desde
ya mi ticket para Chirica sin retorno. O
sea…
Tan grave se ha tornado la cosa que
el prurito que tenía contra los juegos de “evite y azar” he tenido que
superarlo. Tú más que nadie recuerdas que al principio fui un perseguidor
implacable de los juegos de lotería y similares. Después utilice un testaferro
para realizar todas esas vergonzosas operaciones. Bueno, ahorita si me ves no me conoces, ya que he devenido en un
testa-duro y desprejuiciado tahúr, el que no vacila en prepararse en cualquier
kiosco y gritar a galillo limpio: “Dame la corrida del 42 y me la volteas. Me
das el 05 en los nones y me haces un binomio de Newton con el 969; ah y con los
cuatro fuertes que me quedan me juegas el cochino, que ese no pela hoy”. Sin
embargo, mi lord, toda esa experticia acumulada de muy poco o de nada me ha
servido, porque tu omnipresente figura, precisamente, presente no se ha hecho.
Todavía me acuerdo nítidamente
cuando iba a clases de catecismo en el
asilo San Vicente de Paul y el cura de La Milagrosa hacia tanto énfasis en el Salmo aquel
que sentenciaba “Dios castiga a los malos y premia a los buenos”. “Voy en
góndola” pensaba yo en aquellos días y me veía en aquel paraíso rodeado de
imponentes bellezas que se tapaban sus partes con diminutas hojitas de parra,
paseándose entre los uveros de exuberantes playas.
(Cualquier muestra e precocidad en
la extrapolación anterior es producto de las insinuantes figuras que aparecían
en el libro de Coquito de aquel tiempo) hoy cuando veo tanto banquero y
político prófugo, gozando de la exquisiteces que para mi estaban reservadas,
concluyo en que los papeles se invirtieron y que el malo de la partida soy yo,
que no tengo derecho ni a bañarme en Toro Muerto, por la contaminación
mercurial y excremental que se hospeda en sus tranquilas aguas.
A veces pienso que te fuiste de
Venezuela, tal vez a otro lugar donde más te necesitan y que no delegaste en
nadie por no haber quien te inspire suficiente confianza por estos lares. De
ser así es probable que te consigas por México ya que de tanta lloriquedera los
manitos te hayan logrado conmover con el consabido “pobrecito Méjico”, tan
lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.” de ser así, nosotros que todo lo
copiamos, comenzaremos a popularizar este original estribillo:”Pobre Venezuela,
tan vacía de Dios y tan llena de políticos corruptos y bananeros”.
No quiero despedirme, Diosito, sin
recordarte que lo del torquímentro y lo de acabar de una vez era echadera de
broma. No se te ocurra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario