Por donde se le mire es más beneficioso
En una situación como
la que actualmente vivimos (¡cuántas crónicas con el mismo inicio!) lo
mejor será buscar aquellas actividades
que nos den tranquilidad y dedicarnos a nuestra propia sanidad mental. Eso es
parte de lo que recomienda el Instituto de Salud e Higiene Mental de la Liga
del Bienestar y la Armonía (LIBAR), al ver que cada vez más personas se unen al
combo del Pesimismo y Fatalidad.
Todo ello en
atención a los estudios de último
momento que hablan de un cambio en el comportamiento emocional del venezolano
que lo ha llevado a somatizar su vivencia diaria, que aunque es neutra (la
vivencia diaria) para una persona con recursos, la mayoría de los venezolanos
la percibe amenazante.
En este sentido, gente
preparada en el tema como asociaciones y colegios de psicólogos, institutos de
higiene y salud mental y física, etc., confirman problemas relacionados con la
pérdida de la confianza, de la autoestima, crisis de pánico, seborrea, caspa y,
lo peor de todo, problemas de inapetencia y de impotencia a la hora de hacer el
amor lo que dificulta la satisfacción de necesidades primarias. Elemental!
Desde ya le decimos que
si usted por las razones enunciadas anteriormente, se encuentra en el amplio
espectro de inapetentes, pues no hay problema, no todo está perdido por cuanto
usted es un fuerte candidato, entonces, a hacer el humor.
Veamos algunos de los
beneficios de hacer el humor.
Hacer el humor crea
Sinergia, porque, aunque usted puede
iniciarse haciéndolo solo en su cuarto, en el baño, en la oficina o hasta en un
café; seguramente muchos otros lo van seguir, ya que hacer el humor, al igual que hacer el amor,
produce adicción y consecuentemente, seguidores. Haciendo el humor se comparte
con mucha más gente!
Así que usted puede
comenzar haciéndolo solo; puede seguir luego haciéndolo en pareja, lo cual es
mucho mejor; de allí puede pasar a hacerlo en tríos, lo que también es
gratificante y finalmente puede terminar haciéndolo en grupos, sin riesgo de
que alguien lo acuse de orgiástico.
Dicen que Woody Allen
comenzó su carrera humorística sentado en un taburete en cualquier bar de mala
muerte de Mannhatan, haciendo soliloquios que apenas podían abrirse paso entre
el humo de tabacos trasnochados en madrugadas de interminable modorra etílica y
en las que unas sonrisas de cortesía y algunos desganados aplausos le permitirían
clasificar para la noche siguiente.
Es posible que los stand up comedy que practican
contemporáneamente los neo-humoristas estén inspirados en los inicios de la
carrera de Allen. Así que si usted lo practica con asiduidad es posible que, de
no llegar a ser un Woody Allen, en cambio
podrá execrar toxinas que lo libren
de un tempranero ACV…. a menos que escoja
seguir viviendo en el círculo vicioso de la desesperanza aprendida y
practicada.
En cuanto a las
posiciones, al igual que en el tema de hacer el amor, usted puede escoger para
hacer el humor la posición en la que se sienta más cómodo. Si usted siente
comodidad al hacerlo sentado en una silla, en una poltrona o en un taburete
como Allen, pues hágalo, pero hágalo desde ya sin muchas restricciones.
¿Quién iba a pensar que
desde la incomodidad de su silla de ruedas alguien como Stephen Hawking
(afectado por la Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA,
enfermedad neurodegenerativa
progresiva que afecta
a las neuronas del cerebro y la médula espinal), podría preparar
sus mejores intervenciones científicas con el picante humorístico que sólo una
mente libre de ataduras emocionales podría hacer?
Sin embargo, se cuentan
por decenas las salidas inteligentes de Hawking, como aquella en la que en medio de una conferencia preguntó:
- Qué le dijo Marte a
Saturno? (What did
Mars tell to Saturn?)
Como nadie adivinó, él
mismo se respondió:
- Dame un toque de vez
en cuando. (Give me a ring
sometime).
Más allá de lo obvio,
el chiste está en que probablemente no era una llamada lo que le habría pedido
Marte, sino “un anillo” que también se
escribe “ring” en Inglés y que es, justamente, lo que más tiene Saturno.
En cuanto a las
restricciones, hacer el humor tiene muchísimas menos limitaciones que hacer el
amor. Observen que cualquiera puede hacer el humor con la esposa de su amigo o
amiga sin que esto dé a pensar que son amantes. Así de sencillo es hacer el
humor. Del mismo modo usted lo puede
hacer con su secretaria y con su mejor amiga. Y también con la peor. Y no pasa
nada. Es más, usted, si le da la gana, puede hacerlo con su hija, con su
hermana y hasta con su nieta. Y a nadie se le ocurrirá hablar de humorismo
incestuoso. Ya por último, usted se puede encerrar en un cuarto, usted solo, y
convertirse en el humorista millonario que jamás ha salido de la habitación,
con sólo pararse frente al monitor y grabar un sketch semanal para la audiencia
2.0 que pulula por las redes, convirtiéndose en lo que llaman hoy en día un youtuber o influencer. Claro está que
esto es opcional ya que sólo depende de
si usted posee esas pretensiones.
Quien conoció
tempranamente los beneficios del hacer el humor fue el editor Norman Cousins,
quien en los años cincuenta fue diagnosticado de una rara enfermedad, conocida
en ese entonces como espondilitis anquilosante y cuyo tratamiento era
desconocido por los médicos de la época. Éstos, en una maniobra desesperada ante
la falta de marco teórico, recomendaron a Cousins que le diera un poco de
alegría a su vida, por lo que el paciente pidió que le consiguieran películas
de El Gordo y el Flaco y varias de los Hermanos Marx. No pasó mucho tiempo para
que los efectos de la risa comenzaran a notarse, al punto que 10 minutos de
sano humor le generaba más de dos horas sin dolor. Finalmente Cousins fue dado
de alta, ya que los otros pacientes no soportaban sus explosiones de risa,
teniendo que continuar con el “tratamiento” en un hotel, donde logró curarse
totalmente de la enfermedad, para un
tiempo después terminar ayudando a la gente a través de su libro “Anatomía de
una enfermedad”.
¿Recuerdan que todo
este cuento empezó con la pérdida de la libido y la necesidad de volcar todas
esas energías en hacer el humor?
Bueno, la buena noticia
que les tengo es que haciendo el humor pueden recuperar el encanto perdido por
culpa de la somatización de las vicisitudes del día a día.
En tal sentido la
ciencia positiva ha sentenciado, luego de largos estudios, que “quien te hace
reír te hará también gemir” y que las parejas que se ríen juntas, terminan
también acostándose juntas.
Por alguna razón
desconocida, estas cosas la sabía mi tía Isabelita, quien le recomendaba a su
sobrina favorita “hija, el día que te consigas un hombre que te haga reír …no
lo dejes ir”. No dejó pasar dos autobuses!
Qué dicen?
Entonces … ¿hacemos el
humor?
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