sábado, 4 de junio de 2016

Muhammad Alí, por tu culpa yo no fui banquero!

Crónicas de la Biografía.




 Corría el año 1973 y los muchachos que salíamos del bachillerato comenzábamos a buscar qué hacer, como decían las madres de entonces. Era fácil suponer que un Bachiller del barrio La Pastora debía ir pensando en su auto sostenimiento, ya que antes tal como ahora, si no eras productivo a los 18 lo mejor era que agarraras camino.

Justamente eso fue lo que hicimos algunos de los chamos de otrora. Algunos pegaban a trabajar de una vez, como Jesús que pegó con el cargo de Oficinista en la CVP. Otros tuvieron la suerte de continuar sin demoras los estudios universitarios; mientras que otro lote en el cual me cuento, intentábamos emprender estudios preparatorios para empezar a trabajar en un determinado oficio, mientras salía el cupo en la universidad.

Me habían prometido o mejor dicho, amenazado, con enviarme a estudiar a la Universidad Patricio Lumumba en la apartada Unión Soviética, tal vez para mantenerme alejado de las malas juntas y de paso convertirme  en un marxista ejemplar, para orgullo de mis hermanos mayores; pero ese proyecto al final no cuajaría, así que tuve que buscar camino por mis propios medios. Recuerdo que con una tarjeta de presentación que me dio Oscar, hermano mayor de Jesús, me presenté en la General Electric de la Av. Sucre de Catia, en busca de un trabajo, pero cuando me pusieron frente a una maquina registradora y comprobar que era un neófito, declinaron mi contratación. Fuera yo flamante cajero!

Luego se abrió la posibilidad de trabajar, también de cajero, en algún banco, pero para ello debía previamente capacitarme. Haciendo las diligencias pertinentes me inscribí, en compañía del chamo Pineda, Luis Pineda, quien había estudiado todo el bachillerato conmigo en el Liceo Agustín Aveledo, en el Instituto Bancario de Capacitación (INSBANCA) que funcionaba en la esquina El Chorro, en el centro de caracas.

Tampoco iba a ser tan fácil la obtención del certificado que nos permitiera hacer estudios de banquero, ya que antes teníamos que pasar por un filtro, representado por pruebas de todo tipo, sin lo cual no podíamos empezar a estudiar. De verdad que esa gente buscaba banqueros, no cajeros!

Total que fui aceptado para aplicar a las pruebas o test que definirían mi perfil bancario. Empezamos con pruebas de razonamiento verbal, habilidad numérica, razonamiento abstracto, etc. Una tras otras las iba pasando con destacada solvencia. Ya me veía yo de traje y corbata contando y entregando dinero detrás de un mostrador! Era indescriptible la emoción que sentía cada vez que iba a buscar el resultado de una prueba y salía sobresaliente, yo, que en el bachillerato no hice más que coger palo parejo en cada examen.

Superadas estas pruebas pasamos a otro nivel para lo cual tuvimos que mudarnos a Sabana Grande, al edificio Tequendama que quedaba al lado de la Savoy, en pleno boulevar. Allí nos esperaban unas psicólogas de lo más lindas ellas, pero la más hermosa fue la que me tocó a mí y quien me dio tanta confianza que pensaba en convertirla en mi esposa al graduarme de banquero.

Allí continuamos con pruebas de inteligencia general las cuales, para mi sorpresa, las iba superando con facilidad inédita. Habiendo pasado todas las pruebas, sólo me faltaba la entrevista con mi amiga la psicóloga. Recuerdo nítidamente esa ultima tarde con ella en su oficina. Me brindó colita Frapette y galletas María mientras charlábamos casi de manera informal. Me preguntaba cosas y yo le respondía como quien conversa con un pana de toda la vida. La última pregunta y la que marcaría un antes y un después en mi vida fue:

- ¿Cuál es la persona a quién tú mas admiras en la vida?

“Esta es mía”, dije para mis adentros y así, sin darle muchas vueltas al asunto, respondí:

- Muhammad Alí o Cassius Marcelus Clay como prefieras.

- Ah el boxeador? Y por qué admiras tanto a Muhammad Alí?

- Porque Alí ha sido el único ser sobre la tierra que se le paró al gobierno de los  EEUU y se negó a ir a matar a sus hermanos en la Guerra de Vietnam, prefiriendo ir preso y perder el Campeonato Mundial del  Peso Completo, antes que ir a ese ignominioso y cruel servicio militar”. Medio palo, pensé!
Último out. Se acabó el juego. No hubo más preguntas. No hubo más comentarios. Tan sólo un apretón de manos y un cariñoso  "pasa a partir de lunes, buscando los resultados".

En el camino iba repasando y comentando las preguntas con el chamo Pineda, quien fue uno de los que quedó vivo luego de esta larga batalla. Cuando le dije mi última respuesta, recuerdo que me dijo:

- Nooo, chamo, tú estas loco? Ahí tenías que responder a mis padres. Con eso no pierdes con nadie. Mi mamá me dijo que respondiera eso si me lo preguntaban.

El día lunes fui en la tarde a buscar el resultado. Abajo en el edificio estaba el listado. Así que presuroso busqué ACOSTA MARTINEZ, Héctor Rafael .........................Reprobado.

“Esto no puede ser”, me dije y pedí hablar con mi amiga la psicóloga, pero qué va, ya de la planta baja no podía pasar. Se me había acabado el cuarto de hora y con él mi sueño de ser banquero, o al menos cajero y esposo de una apuesta psicóloga.

Los años me harían entender que semejante respuesta no podía tener otro resultado, porque .... A quién se le iba a ocurrir contratar un banquero comunista para su banco?

Quién iba a pensar que aquel boxeador a quien tanto admiré, tanto por su técnica depurada, como por sus ideas claras acerca de la vida y a quien veía todos los días en el closet del apartamento de mi hogar, allí  junto a la pelúa de Angela Davis, sería el responsable de torcer el rumbo de mi joven historia, al punto de convertirse en uno de los hitos que cual alcabala, me obligaba a tomar la bifurcación de la ye que me llevaría al final de esa misma década, a convertirme en profesor de Educación Media, donde era más aceptado eso de contratar  maestros comunistas?

Muhammad, me debes esa, vale!



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