De vuelta a su madre
patria, el político español ha emitido una declaración oficial sobre su
fructífero viaje a las Indias Occidentales, específicamente a Venezuela, que
para qué les cuento. Es mejor que se enteren por vosotros mismos.
“He regresado sano y
salvo, salve el Rey! luego de un stresante viaje a la peor de las dictaduras
que hay y que pueda existir en el mundo entero, como lo es la dictadura que tiene
Nicolás Maduro en esa triste nación que es Venezuela. Por más que os diga, tal
vez no lleguéis a comprender la magnitud de este nefasto régimen.
Imagínense que cuando
llegamos todo se veía en completa calma, pero nosotros sabíamos que de un
momento a otro vendrían los problemas. En el aeropuerto nos esperaban nuestros
amigos los demócratas, en total estado
de tensión. El régimen, para confundirnos, mandó una veintena de periodistas, la mayoría de
ellos adherentes al dictador, pero camaflujeados con trajes de fablistanes
civilizados, lo que aumentaba más la sospecha de que algo grande estaban tramando.
Y, claro, uno no les manifestaba miedo, hombre, pero por dentro intuía que de sopetón
comenzaría la atroz represión. Nos
habían advertido de un tal Mango, una tal Llanfrancis y un tal Ricardo, quienes
en las entrevistas dispararían ráfagas de inentendibles preguntas, quienes aparecerían
sin ton, ni so, y ay Dios!. Afortunadamente, por lo menos en el aeropuerto, no
se hicieron presentes, aunque más de uno se me pareció a esos badulaques.
Luego de pasar este
duro momento comenzó la subida, como dicen los caraqueños, a Caracas. Lilian
tuvo la precaución de hacernos acompañar por unas treinta camionetas blindadas
que nos rodeaban y protegían del inminente ataque que estábamos a punto de
sufrir. La tortura continuó cuando entrando en unos de los túneles, éste quedó
sin luz. Yo me dije sonamos, este es el momento del ataque. Así que en
tinieblas comenzamos la travesía a través del túnel. Lilian trataba de calmarme
sobándome la pierna, diciéndome
“tranquilo, chiquito, que tenemos nuestra gente alrededor, primero los
matan a ellos” y aquello me ponía los nervios a reventar, ya que comenzaba a
hablarse de muertos. En el coche alguien me dio un poco de agua de valeriana,
la que me ayudó a disipar un poco las mariposas del estómago. El régimen sabe
muy bien lo que hace, pensaba repetidamente.
En la autopista el tráfico
lo detenían adrede. Pasábamos momentos detenidos en sospechosas colas.
Motorizados merodeaban entre las camionetas y gente con bidones como con
gasolina, caminaban por las orillas de la autopista, en actitud extraña. Otras
veces las señales de advertencias se hacían evidentes. Desde arriba, cientos de
drones disfrazados de zamuros, espiaban todos nuestros movimientos.
Ya en Caracas un
autobús cargado de pobretones se nos encimó y con el vidrio apenas un dedito
abajo, pudimos escuchar cuando con mensajes subliminales a través de canciones
nos advertían “vigilándote vengo como el águila, como el águila vengo
vigilándote”. No podía ser casualidad. Se trataba de una nueva forma de amedrentamiento
que ni en la peor de las dictaduras, como la de Lula en Brasil o la de Evo
Morales en Bolivia, había practicado. He de confesarles que en todo momento
estuvo en mi mente la posibilidad de regresar a casa. Temprano comprendí que la
estrategia del régimen es cansarte, agotarte psicológicamente, convertirte en
un estropajo para después, ya sin fuerzas, dar el zarpazo final. Apenas tenía
una hora en Venezuela y ya el régimen me tenía mamao.
Fuimos directamente a
la Asamblea Venezolana a hacer la alocución que tenía planteada. Aquí el
régimen nos negó la posibilidad de dirigirnos en cadena nacional de radio y
televisión a los venezolanos, de manera que pudieran saber de primera mano lo
que estaba pasando en su país. Hasta a Ramos Allup lo han pasado 45 minutos en
cadena, en cambio que a un invitado del primer mundo se la negaban. Esto
evidencia hasta qué punto está presente la Ley Mordaza en Venezuela, a la cual
siempre nos hemos opuesto.
En este foro, en el que
vivimos de plenas libertades democráticas, denuncio que fuimos asediados
mientras estuvimos en el Congreso. Primero nos lanzaron una manada de
sopotocientas mujeres. Eso tiene una lectura. Eso significa que quienes te van
a agredir son damas, de manera que te dé vergüenza defenderte y entonces te
dejéis demoler por ellas; al mismo tiempo constituye una forma de agresión
genérica, lo cual es repudiado en las naciones cultas como España.
Mientras estuvimos la
Asamblea Venezolana fue sistemáticamente rodeada por partidarios del sátrapa
Maduro, quien en ningún momento dio la cara y peor aún, nunca hizo mención de
mi presencia en esa Capitanía General, signo inequívoco que se está en
presencia de una tiranía de las más sanguinarias.
Os aseguro, la de
Maduro es una tiranía de Quinta Generación, lo que llamamos hoy día una
Dictadura Blanda, o Tiranía de Colores, en apariencia, porque en este tipo de
dictaduras gobierna la apariencia: aparentemente no te reprimen, pero te van
desollando la piel con la alta temperatura a que eres sometido; aparentemente
te dejan hablar libremente, pero hay cientos de micrófonos grabando todas tus
alocuciones; aparentemente hay libertad de reunión, pero te prohíben reunirte
con Leopoldo y Ceballos; aparentemente
hay libertad de pensamiento, pero mientras estás allí no haces otra cosa que
pensar en Maduro y en un tal Cabello, quien pasó toda la noche del Miércoles
amenazándome con meterme un mazo mejor no les digo por dónde y hasta de
ridículo me calificó.
Finalmente fui llevado,
después de tres días tortuosos, al aeropuerto para regresar a esta tierra de
democracia, inclusión e igualdad, luego de sentirme desahuciado y en tierras
extrañas y, si me preguntaran cuál será mi próximo paso, os diría que descansar,
descansar con curas de sueños incluídas de este mal trato psicológico al que
fui sometido, para luego trasladarme hasta el Tribunal de la Haya para
interponer una denuncia por tratos crueles e inhumanos y declarar a Venezuela una amenaza
inusual y extraordinaria para la humanidad, en verdad os juro ….."
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