Una de las cosas que hace a la ignorancia tan atrevida es creer que el tamaño del mundo
es del tamaño en que ella lo conoce. Al creer esto la ignorancia desconoce las
limitaciones de su propia ignorancia. Ya que la ignorancia es anti
conocimiento, entonces la ignorancia carece de un estimado de la cuantía de su
conocimiento.
Cuando la ignorancia cree que ella es la medida del tamaño
del mundo, entonces soslaya el hecho de que otras personas puedan tener el
mundo de un tamaño superior al suyo, de allí entonces que desvalora y desmerita
lo que otros pudieran saber de las cosas que ella cree saber. La ignorancia
entonces no tiene lugar a dudas de la vastedad de su conocimiento y de la ignorancia
de los demás. Al menospreciar el conocimiento de otros la ignorancia se vuelve
fácilmente predecible y, ante personas que anejan cierto conocimiento de alguna
materia, la ignorancia se podría decir que juega con las cartas marcadas, ya
que todas sus jugadas son anticipadas por el conocimiento.
Sólo como ejemplo me voy a referir a una doctora que me
desahució al pensar que a ciencia era del tamaño en que ella la conocía. La Dra
Susan Mc Aly se negó a operarme de un carcinoma de próstata porque como me había
previamente sometido a quimioterapia, ella suponía que tenía adherencias con
intestino, vejiga, etc., y que operarme suponía el riesgo seguro de llevarse un
pedazo de otro órgano y dejarme con una fístula que me llevaría a un
irremediable final. En su transparencia ella veía claramente mi final con un 5000% de seguridad, por lo que se
excusó diciéndome “yo no te voy a operar y dudo que cualquier urólogo se
arriesgue a operarte”. Es decir, váyase para su casa a morirse.
Como no podía darle la última palabra a esa galena, apelé su
decisión ante un veterano urólogo de otra clínica, quien al planearle la
situación me dijo “será ella la que no te puede operar porque no sabe que
existen unos aparatos que tienen una lupa de este tamaño y que esas adherencias
se ven ahí del tamaño de una autopista, sin riesgo alguno de llevarse ningún
pedazo de otro órgano, así que véngase para echarle cuchillo”. De esta manera la ignorancia y sobre el
atrevimiento de la doctora Susan quedó en evidencia ante personas que, por supuesto,
la superaban abiertamente en muchísimas cosas de las cuales ella tenía un
limitado conocimiento. Y ese es una de los problemas de la ignorancia, que
desconoce la cuantía de sus carencias al creer que ella está al tope de los
conocimientos.
Otro ejemplo es el de la joven política que ante las cámaras
de televisión afirmó, sin ningún atisbo de dudas, que era necesario, para
contribuir al saneamiento ambiental, reciclar los barriles de petróleo. Ella
ignoraba que los barriles de petróleo no eran físicamente barriles, sino que
son una medida constituída por 42 galones, equivalentes a 159 litros
aproximadamente. La golosidad de su ignorancia fue aumentada cuando, no
contenta con semejante metida de mata, aseveró que en la Asamblea Nacional
existían estudios sobre el reciclaje de los barriles de petróleo. Cuando la
ignorancia se combina con la mentira el descomedimiento se vuelve ilimitado.
Bajo mi óptica la mayor desfachatez que comete la ignorancia
es la falta de sindéresis expresada en el menosprecio por la sabiduría, por la
sapiencia, porque para la ignorancia no existe la duda que es el elemento
desencadenante de conocimiento. Entonces ante la ausencia de dudas, la ignorancia se nutre de inmodestia, de des
humildad, como para que nadie se
atreva a contrariarla.
Quien sí carecía de esos complejos que caracterizan a la
ignorancia era la Abuela de Gualberto, quien la describe en esta estrofa de
despedida de esta crónica, como una persona ponderada y consciente de sus
propias limitaciones:
“Que iba a saber mi abuela de
política barata
Si mi abuela no ofrecía para no meter
la pata”.
Un poquito de la filosofía de la Abuela de Gualberto no le
hace daño a nadie. Y si a esto le agregamos una frase que me conseguí alguna vez en un baño público, la
superación de la ignorancia estaría cada vez más cerca:
“Cuando no tengas nada
interesante que decir (ofrecer), no pierdas la oportunidad de quedarte callado”
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