miércoles, 12 de agosto de 2015

Entrevista de lujo con Aquiles Nazoa

Emilio Santana, periodista
Aquiles Nazoa, escritor, periodista y humorista



HUMOR Y MAL HUMOR DE

AQUILES NAZOA
Por Emilio Santana



            MI ADMIRACIÓN por Aquiles Nazoa comenzó cuando yo estudiaba bachillerato en el Liceo Fermín Toro. Por esos años recuerdo que su famoso Ruiseñor de Catuche pasaba de mano en mano, y no había acto cultural en que alguno de nosotros no declamara sus versos. También por aquella época sabíamos que tradicionalmente en Venezuela ser buen humorista significaba ser perseguido, entre otras cosas. No es que todos lo presos fuesen humoristas, pero evidentemente, todos los buenos humoristas, tarde o temprano, terminaban en la cárcel. Más adelante, en el año 56, cuando estuve preso en la Seguridad Nacional junto con un grupo de fermintoreanos, en una noche de insomnio me enteré de que en el calabozo vecino estaba nuestro gran poeta y humorista. Recuerdo que muchos de los temores que sentía aquella noche fueron disipados por la conversación que sostuvimos con Aquiles. Tal era el grado de interés de sus palabras que hasta los mismos carceleros de guardia se acercaban a su celda para oírlo. Desde entonces comprendí que Aquiles Nazoa era y es un humorista de profunda significación humana, porque la sonrisa que produce su creación encierra un tono de protesta que evidencia que el buen humor no es reír por reír simplemente. Ahora estamos sentados frente a frente y nuestro dialogo surge fresco y espontáneo:

Santana:    De qué vive un humorista?

Aquiles: De un humorista, si es venezolano, se sabe siempre de qué muere; nunca de qué vive. Para los humoristas venezolanos sigue vigente aquello que aplicándolo a su propio caso escribió una vez Don Francisco de Quevedo: "El que escribe para comer, ni come ni escribe”.

Santana: Dentro de lo que se entiende por humorismo hay muchas categorías, como se sabe. ¿A qué rango de esa escala pertenecen los chistes colorados?

Aquiles: Hay entre esos cuentos algunos que la persona inteligente escucha con agrado porque en ellos el color, o sea la intención, pasa a un plano de interés muy secundario con respecto a sus méritos específicamente humorísticos, es decir, el ingenio en la elaboración, la lógica en el argumento, la agilidad en la exposición y la sorpresa en el desenlace. Pero hay muchos otros en los que, como en los malos cuadros, la violencia del color agobia a todos los otros valores, y esos ya no son chistes, sino actos de bajeza.

Santana: ¿Se podría señalar el aspecto sociológico del chiste colorado?

Aquiles:    En general, el gusto por los chistes colorados florece entre las comunidades sexualmente reprimidas y en los pueblos sometidos a represión política; en el primer caso compensan idealmente lo que no está permitido hacer, y en el segundo actúan como sucedáneo de lo que no está permitido decir.

Santana:    Ahora que el Presidente Leoni abandona Miraflores, ¿cómo sienten su ausencia los humoristas, ustedes que lo tuvieron tantos años como su personaje favorito?

Aquiles:    Su ausencia representa indudablemente para nosotros una pérdida irreparable. Pero lo gozado nadie nos lo quita. Además, el mayor encanto que tuvo para nosotros el Dr. Leoni, es decir sus admirables "galletas" lingüísticas, se había deteriorado últimamente. Puede decirse que para la fecha de su último discurso ya había recobrado completamente el habla. En todo caso, ante la operación de trasplante ocurrida, nosotros para consolarnos nos decimos lo que entre los "palos" del matrimonio le dice el novio a la recién adquirida: "señora, usted ha perdido una hija pero ha ganado un hijo".

Santana:    ¿Qué opinas de los cómicos y libretistas de televisión?

Aquiles: De los cómicos pienso que si ganaran menos serían mejores, aunque si fueran mejores probablemente ganarían menos. En cuanto a los libretistas, antes de responder a esa pregunta tendré que informarme. Yo no tenía noticias de que en la televisión hubiera libretistas...

Santana: ¿Cuándo está un humorista de mal humor?

Aquiles: Siempre, porque ése es el único del que puede disponer para sí. Cuando en la casa del humorista hay buen humor, lo vende.

Santana: ¿Ha decaído el buen humor entre nosotros?

Aquiles:    Ha decaído. A mí no me han vuelto a encarcelar desde 1956.

Santana:    ¿Se alegran o se entristecen los humoristas por la salida de los adecos y la elección del Dr. Caldera?

Aquiles:    La salida de los adecos nos entristece grandemente, porque con ellos se nos cierra nuestra fuente de inspiración más rica. Y en cuanto a la elección del doctor Caldera, tampoco nos alegramos, porque a nosotros no nos gusta alegrarnos del mal ajeno.

Santana:    ¿Qué opinas de tu hermano Aníbal como humorista?

Aquiles:    Que entre los escritores venezolanos de su generación, es el único al que puedo agradecerle que me trate como un hermano a pesar de la diferencia de edades. Ahora, por mucho que yo lo quiera y admire, en honor de la verdad histórica debo reconocer lealmente que el mérito que se atribuye a Aníbal de haber cruzado los Alpes con su ejército de elefantes, es un mérito que no le corresponde a él, sino a los elefantes.

Santana:    ¿Cuál es el mejor humorista venezolano? (Por favor, excluyendo a Aquiles Nazoa).

Aquiles:    En Venezuela actualmente no hay "el mejor" en ninguna categoría de la cultura. Aquí todo está condicionado para que nadie pase de cierto nivel de crecimiento. Precisamente, por eso es por lo que se dice que somos un país subdesarrollado. Estamos en pleno "boom" de la mediocridad.

Santana:    ¿Imagino que sí podrías mencionar nuestro peor humorista?

Aquiles:    El peor humorista es el que se dedica laboriosamente a labrarse su parcelita de fama como gracioso, una vez comprobada su absoluta incapacidad para caer en gracia.

Santana: ¿En cuál aspecto del género son más abundantes los peores humoristas?

Aquiles:    En los versos, especialmente en las columnas versificadas de la prensa. Pero esa ha cambiado mucho. En los últimos años nuestros periódicos han ido depurando la calidad de sus columnas, y hoy puede decirse que los poetas tenidos como peores han sido eliminados, quedando en su lugar únicamente los que demostraron ser más peores.

Santana: Si Job Pim y Leo vivieran en esta época, ¿cuántas veces hubieran estado en la Digepol?

Aquiles: Quizá ninguna. Bajo el sistema democrático no es precisamente la policía quien se encarga de neutralizar a los talentos subversivos. Eso lo logran con mayor eficacia los altos organismos y empresas representativas de la Cultura y de la libertad de Pensamiento. El sistema democrático posee un método de silenciamiento superior en eficacia al de los nazis, y mucho más elegante: consiste en concederle al escritor absoluta libertad para escribir lo que desee y asegurarles a los periódicos la libertad absoluta de no publicárselo. Los ricos de la sociedad democrática no liquidan por la violencia a los humoristas: los compran poniéndolos a recitar en sus sobremesas y permitiéndoles que los tuteen: los corrompen comprometiéndolos por la gratitud.

Santana:  Finalmente Aquiles, ¿por y para qué acostumbran los humoristas firmar con seudónimo?

Aquiles: Hay unos que lo usan con la misma finalidad que en el carnaval algunas señoras decentes se disfrazan de "negrita" y cogen la calle: para poder echar la casa por la ventana con toda impunidad; hay otros que lo emplean para compensar con un elemento de intriga la insustancialidad de lo que dicen. Entre dos clases de jabón, que son básicamente la misma combinación de sosa, potasa y sebo, la gente le atribuye propiedades superiores al que en vez de llamarse simplemente jabón se llama detergente. Otros humoristas adoptan el seudónimo para no violentar la armonía estilística de lo que dicen con la introducción de un elemento serio, como es el nombre propio: ese es el caso de Job Pim. Otros, en fin, acuden al seudónimo impulsados por un sentimiento de pudor literario, tal es la conciencia que tienen de que lo que escriben es malo.

Así es mi amigo Aquiles Nazoa, unas de miel y otras de hiel, como en definitiva somos todos.









No hay comentarios.:

Publicar un comentario