viernes, 28 de agosto de 2015

#EMPASTELADOS


De lo que la Casa de Nariño no quiere que usted se dé cuenta!

La históricamente acartonada, parca, aristocrática y coherente diplomacia colombiana ha quedado desnuda al ser sorprendida por la decisión magistral del gobierno de Venezuela al decretar, intempestivamente, el cierre indefinido de la frontera con Colombia, en los seis municipios del Estado Táchira en los que comparten límites ambas naciones.

Al parecer tamaña decisión jamás fue imaginada por el gobierno de Nariño, el que no ha logrado recuperarse de ese gancho al hígado lanzado por el mandatario venezolano y avanza tambaleante y torpe, sumiéndose en un mar de contradicciones que los hacen lucir aturdidos y EMPASTELADOS.

Al dar inicio a las hostilidades, la Canciller María Angela Holguín fue la primera en tomar el micrófono para protestar la decisión soberana del gobierno venezolano y con el garbo que caracteriza a la almidonada diplomacia neogranadina exigir la inmediata derogación de la medida.

Las expresiones de las cancilleres contrastan enormemente
Para desgracia el orgullo aristocrático colombiano quedaría hecho trizas cuando 5 días más tarde la canciller se presentaría ante las cámaras internacionales con cara de gol en contra, reconociendo que “los paramilitares colombianos son una calamidad para Venezuela” y que “el contrabando de gasolina desangra a Venezuela”, así como el eufemísticamente llamado “diferencial cambiario”, que no es más que la manipulación monetaria que se hace en Cúcuta.

No habían pasado dos horas, cuando el Presidente Santos, en una alocución electorera, denunciaba la violación de los DDHH en las deportaciones, pasando por encima de la observación de su consulado en San Antonio del Táchira y del mea culpa confesado por la estirada jefa de la diplomacia santanderista. Para terminar de echar por tierra los acuerdos de la canciller, entonces llamó a consulta a su embajador. Más contradictorio y me muero, diría alguien por ahí.
Cual líder opositor, Santos prometió el cielo en Cúcuta



A este torneo de contradicciones, se sumó el colombiano Secretario General de la UNASUR, Ernesto Samper, quien en una primera instancia destacó "hace un año denunciamos el peligro de la intromisión de paramilitares colombianos en Venezuela. Hoy se confirma que es una realidad", para unas horas después solicitar la inmediata suspensión de las deportaciones, en un comunicado sospechosamente adjudicado a la Unión Suramericana de Naciones. 

Samper como Firulais: un pasito palante y un pasito pa trás

Así que, sabiendo del rechazo que tendría su declaración inicial en el medio diplomático cachaco, entonces reculó diciendo que "las deportaciones de colombianos desde Venezuela enrarecen el clima de opinión necesario para perseguir a los paramilitares colombianos que sí están traspasando las fronteras".

De esta manera, en la ya empastelada atmósfera parlamentaria del vecino país se hizo presente el nunca bien ponderado ex presidente de Colombia y Coordinador de la Mesa de Diálogos del año 2002 en Venezuela, César Gaviria, quien lanza en ristre ungió   a “revisar la permanencia de su gobierno en la Unasur”.
Finalmente, la indescifrable e imperturbable Canciller Holguín expresaría tajantemente que “Colombia no se va de la UNASUR”.
Así las cosas, habrá que esperar cuál será la nueva decisión del Presidente Santos en este empastelado asunto en que los metió el bachiller y chófer de autobús, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.

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