¿𝐘𝐚 𝐝𝐨𝐧 𝐑𝐚𝐟𝐚𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐨́?
(𝐨 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨)
Uno de los grandes éxitos, si no el más, de las radionovelas, fue sin duda alguna, 𝗘𝗹 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗼 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗲𝗿. Original del escritor cubano Félix B. Caignet se estrenó en la mayor de las Antillas en 1948, en la emisora CMQ Radio, convirtiéndose desde su inicio en un verdadero fenómeno de masas, lo mismo en Cuba que en cualquier país de Latinoamérica donde fuera adaptada para las radioaudiencias locales.
Este melodrama gira alrededor de María Elena del Junco, una hija de familia adinerada y conservadora, quien queda embarazada y luego es abandonada por el bribón. Para evitar el escándalo y proteger “el honor de la familia” su padre, don Rafael del Junco, decide esconder el niño, fruto de la malhadada relación mandándolo muy lejos del lugar en el que se desarrolla la trama; pero la nana o criada de la familia, Mamá Dolores, lo rescata y lo cría como suyo, poniéndole por nombre Alberto Limonta.
El boom de esta radionovela jamás había sido presenciado en los países hispano parlantes. De inmediato surgieron adaptaciones para la televisión en múltiples países. En México, país famoso por los culebrones, se hicieron sendas adaptaciones en 1966 y posteriormente, lo mismo que en Colombia y en Venezuela, donde se inmortalizó el actor de Raúl Amundaray al hacer el papel del niño abandonado, quien de grande se convirtió en médico y fue conocido como Albertico Limonta.
Lo cierto es que donde llegaba la radio o telenovela se convertía en un tubazo. Eso que llaman el rating se disparaba a niveles insospechados y en las calles la gente no hablaba de otra cosa que no fuera del culebrón. Me dice mi amiga Elizabeth Pérez, mejor conocida por su nombre artístico de Eligop, que su padre le contaba que en 1950 los autobuses en Caracas ofrecían el servicio de transporte con el atractivo de ir escuchando en todo el trayecto El derecho de nacer, eso cuando coincidía con la hora de la radio culebra. “𝑆𝑎𝑙𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑎' 𝐶𝑎𝑡𝑖𝑎, 𝑠𝑎𝑙𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑎' 𝐶𝑎𝑡𝑖𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝐸𝑙 𝑑𝑒𝑟𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑑𝑒 n𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑑𝑒 𝑛̃𝑎𝑝𝑎”, me dice que voceaban los colectores de los autobuses en la parada de la esquina de Solís. Era transmitida por Radio Continente y los papeles estelares estaban protagonizados por Luis Salazar, Olga Castillo y América Barrios.
En aquel tiempo las novelas duraban mucho y 𝗘𝗹 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗼 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗲𝗿 no fue la excepción ya que fue concebida para 314 episodios de 20 minutos cada uno; sin embargo, la magia de este formato, el de novela radial, permitía hacer modificaciones en el guión sobre la marcha, de acuerdo a ello el número de episodios podía subir o bajar, dependiendo del índice de audiencia, fundamentalmente.
En el desarrollo de la trama Alberto Limonta estudió medicina y se graduó de médico; luego regresaría a la familia sin que nadie supiera de quién se trataba, a excepción de Mamá Dolores, que fue quien lo crió, y del abuelo, don Rafael del Junco. En el punto más álgido de la trama, don Rafael está a punto de revelar el secreto cuando de pronto (radionovela donde no hay un "cuando de prontooo"... ¡es otra cosa!) sufre de eso que hoy en día llamamos Accidente Cerebro Vascular o ACV y producto de esto comienza a sufrir de afasia, lo que le impide hablar y, en consecuencia, echar pa' fuera lo del secreto; secreto que por cierto toda la audiencia conoce pero que, como son las cosas con el manejo de las emociones, necesita de la confirmación de una autoridad para que empiecen a rodar las lágrimas. De esto, entre otras cosas, sabía mucho el creador de la novela, Félix Caignet, quien no disimulaba el orgullo de ser un prodigio en eso de poner a jipiar a la gente. Caignet explicaba con simpleza su estrategia… “𝑝𝑎𝑟𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑏𝑎𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒 𝑙𝑙𝑜𝑟𝑎𝑟, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑚𝑒 𝑙𝑖𝑚𝑖𝑡𝑜 𝑎 𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜”. ¡Pretexto vendido!
Así pasaron los días, las semanas y los meses sin que don Rafael recuperara la voz y aquello que ya era un boom en Venezuela colocó a los radioyentes a punto de paroxismo. De modo que quien se perdía uno de esos intrigantes capítulos andaba todo el día preguntando ¿𝐘𝐚 𝐝𝐨𝐧 𝐑𝐚𝐟𝐚𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐨́
¡Era la pregunta que se hacía toda Venezuela! Por eso cada vez que se trasmitía un nuevo capítulo las familias arremolinaban el radio de la casa para escuchar la novela en espera de que Don Rafael al fin soltara la lengua… ¡pero nada que el viejo cantaba!

Entonces crecía la ansiedad y la gente desesperada no veía la llegada del otro día para, con la respiración entrecortada durante todo el episodio, esperar la revelación del secreto. Era tanto el revuelo que en aquellos días parecía que ya existían las cadenas nacional de radio. Hasta la orquesta más popular de Venezuela, la Billo´s Caracas Boys, se llevó una buena tajada del suceso al imponer la canción 𝐘𝐚 𝐝𝐨𝐧 𝐑𝐚𝐟𝐚𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐨́ en la voz de Manolo Monterrey, allá por el año de 1950. Aquí les dejo el enlace para que lo disfruten https://youtu.be/xi9gc1Ics64?si=1513i8wKlelFRByO
Por fin, por el capítulo 304 el viejo don Rafael del Junco recupera la voz y le confiesa a María Elena, su hija, que Albertico Limonta es en realidad su hijo. Desatose la locura por toda Venezuela. Ese mismo día la gente se lanzó a las calles a celebrar, abrazándose como se acostumbra hacer cada fin de año. Y entonces hacían de la corazonada una certidumbre anunciada, ¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑡𝑒 𝑑𝑖𝑗𝑒 𝑦𝑜? ¡𝑇𝑒 𝑙𝑜 𝑑𝑖𝑗𝑒! ¡𝐸𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑜! ¡N𝑜 𝑚𝑒 𝑝𝑒𝑙𝑒́! El gobierno nacional del momento estuvo a punto de declarar ese día como de fiesta nacional no laborable. Y las prefecturas no se dieron abasto porque todos los nacidos ese día fueron presentados con los nombres de Alberto, María Elena y María Dolores.
Todo este manejo mágico de la trama de 𝗘𝗹 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗼 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗲𝗿 escondía cierto realismo bien pragmático, si se me permite el dislate, cuando exploramos el secreto que se ocultaba detrás del secreto que revelara don Rafael. Nos refiere Gabriel García Márquez que en esta situación en que la aceptación de la comedia casi rozaba el cielo, el actor que encarnaba a don Rafael del Junco aprovechó la circunstancia para solicitarle al productor un aumento de sueldo. El dueño de la novela, guionista y productor, Félix Caignet, se negó a dárselo y a manera de sentar las bases de quién era el mandamás en todo este asunto introdujo en la trama de la novela el recurso (cuento) del ACV que dejaría afásico a Don Rafael, lo que finalmente se extendió (por meses) hasta llegar a un acuerdo con el actor (Gabo dixit). Esta jugada finalmente les cayó a ambos como pedrada en ojo de boticario, pues mientras menos hablaba don Rafael la audiencia más crecía y, por supuesto, las regalías aumentaban.
Al bajar el telón consentimos en que 𝗘𝗹 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗼 𝗱𝗲 𝗻𝗮𝗰𝗲𝗿 nos dejó grandes satisfacciones, inéditas por demás, al mostrarnos lo mágico de esta experiencia artística a través de la radio; sin embargo, tiempo después nos enseñaría que la sola magia no era suficiente, así que don Rafael y el escritor y guionista se encargarían de ponerle el reali$mo que faltaba … o sea