14/03/2013
CUANDO
SECUESTRAN A EL EMISOR
ES PORQUE LO QUE VIENE ES CHISME!
Uno de los temas que más interés me ha
despertado en los últimos años es, sin lugar a dudas, el de la Comunicación, ya
que si hay algo que es transversal en la vida de los seres humanos, los
atraviesa y los hace sus rehenes, es la Comunicación; haciéndola tan
imprescindible que ya es un lugar común decir que algo que los humanos no
podemos dejar de hacer es comunicarnos.
En este sentido, es imperativo subrayar
que el acto comunicacional es un acto ante todo Responsable, y
por serlo de esta manera es que tradicionalmente se le reconocen algunos
elementos, sin los cuales no sería posible el acto locutivo. De allí que en un
esquema primario de comunicación coexisten sinérgicamente tres elementos, a
saber: una persona que emite la información, es decir, EL EMISOR; la propia información que se intenta transmitir, o sea, EL MENSAJE y una persona que recibe el
Mensaje, o lo que es EL RECEPTOR.
Repito, es el esquema primario de la comunicación y es el que ocurre a través
de las ondas hertzianas. Si faltare algunos de esos elementos constitutivos
temblaría la COMUNICACIÓN RESPONSABLE.
De manera que cuando una agencia de
noticias emite un cable del tipo some
people say o some people think, o alguna gente piensa, están cometiendo
deliberadamente (este es mi juicio) un acto IRRESPONSABLE, distorsionando la
naturaleza de la comunicación, ya que están secuestrando al EMISOR, para, amparado en ese
anonimato, decir cuantas cosas les venga en gana. Además de IRRESPONSABLE, es
también de escaso valor heurístico. Otra de las formas en que se secuestra al EMISOR, se da cuando ciertas agencias sueltan
sus prendas amparadas en que quien lo dice es “una
fuente digna de todo crédito” y
dicho esto se sienten con licencia para echar a andar todos los rumores que en
sus laboratorios de desinformación tengan almacenados ya que existe una ley,
vaya usted a saber qué ley, que les permite reservarse el nombre de la fuente.
Lo cierto es que quien revire es chapeado con la Convención de Viena, mínimo!
Casos como este se ven diariamente, ya
que el flujo de la información no se detiene, lo que ha creado lo que en la voz
del Psiquiatra Fernando Bianco se conoce como la infofrenia o locura irrefrenable por mantenerse
informado de los acontecimientos que se están produciendo en pleno desarrollo,
no sin una gran dosis previa de manipulación (Bianco dixit).
Por ello el usuario o quien contrae esta
rara patología, corre de un canal a otro en busca de noticias; prende la radio
al mismo tiempo que el TV; duerme a altas horas de la noche luego de ver los
noticieros y programas de opinión y además echa mano de las redes sociales,
insertándose en Facebook, en tuiter, y otras tantos menos famosos.
Es justamente aquí donde el ciudadano de
a pie, quien también estaría contagiado con el virus de la infofrenia, se hace
multiplicador de la información IRRESPONSABLE
Y MUTILADA al expresarla en los términos coloquiales de los que dispone. De
esta manera, de aquel“a mí no me lo creas, pero me dijeron …”, o aquel otro “es que yo tengo un amigo que tiene
una novia que trabaja con mi primo el militar, cuyo cuñado detenta un alto
cargo en el Ministerio y vive en el mismo edificio del Ministro”; se ha pasado, en la coloquialidad
den las redes sociales, al “tal
como me ha llegado se los envío”, “como
me lo dijeron se los digo”, etc.
En todos estos casos, no hay un EMISOR
visible, que se haga cargo del MENSAJE, que se responsabilice por él. En cambio
sí hay unos RECEPTORES que se convierten en Emisores y comienzan a replicar la
información “tal como les
llegó”; pero estos “Emisores” jamás lo serán, porque al tener maniatado al
EMISOR la comunicación simplemente pierde su naturaleza, convirtiéndose, de
acuerdo a la teoría que rige los Actos Linguísticos, (Ontología del
Lenguaje) en ACTOS DESAFORTUNADOS,
por decirlo técnica y decentemente.
Quienes sí tenían clara la forma de enfrentarse a
estos rumores o más coloquialmente hablando, chismes, eran Sócrates y Simón
Bolívar. El primero creó El
Examen de los 3 Filtros para, justamente, pasar por un cedazo y no darle
promoción a estas distorsiones de la Comunicación.
En la antigua Grecia,
Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a
todos. Un día, un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
¿Sabes lo que escuché
acerca de tu amigo?
- Espera un minuto -replicó Sócrates. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del "triple filtro".
- Espera un minuto -replicó Sócrates. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del "triple filtro".
- ¿Triple Filtro?
- Correcto- continuó
Sócrates
Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar, tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen de triple filtro.
El primer filtro es la VERDAD
¿Estas completamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar, tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen de triple filtro.
El primer filtro es la VERDAD
¿Estas completamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No, dijo el hombre,
realmente solo escuché sobre eso.
- Y ...bien, dijo
Sócrates. Entonces realmente no sabes si es cierto o no.
- Ahora permíteme aplicar el segundo filtro.
El filtro de la BONDAD
¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- Ahora permíteme aplicar el segundo filtro.
El filtro de la BONDAD
¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario.
Entonces deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
Pero podría querer escucharlo, porque queda un filtro.
El filtro de la UTILIDAD.
¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
Entonces deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
Pero podría querer escucharlo, porque queda un filtro.
El filtro de la UTILIDAD.
¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, la verdad que no.
- Bien, concluyó Sócrates, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es útil, ¿para que querría yo saberlo?
- Bien, concluyó Sócrates, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es útil, ¿para que querría yo saberlo?
El Libertador,
por su parte, hubiera terminado este diálogo con su conocida exhortación:
- “Entonces, vete con
tu virus a otra parte”!